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Así será La tregua, el proyecto más ambicioso del Ballet del Sodre para este año

El espectáculo que homenajea uno de los textos más significativos de Mario Benedetti, se viene construyendo desde 2018 y se estrena este jueves 26 de noviembre
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23 de noviembre de 2020 a las 05:00

Una conferencia y la mención de una idea a largo plazo. Lo que siguió después fue la puesta en marcha de uno de los proyectos más ambiciosos del Ballet Nacional del Sodre (BNS) en los últimos años. 

Un 14 de setiembre, como todos los años, la Fundación Mario Benedetti homenajeó al escritor en el aniversario de su muerte y se comunicó al ganador del premio homónimo. Pero en 2018, el encuentro tuvo un plus: Igor Yebra, acompañado por autoridades de Cultura de aquel momento, anunció que la compañía de danza estatal que dirige llevaría a escena La tregua y que ese acontecimiento sería en 2020, para celebrar el centenario de uno de los escritores más significativos de este país.

La idea nació de charlas entre el director español y el gestor cultural y abogado argentino, José Onaindia, –por ese entonces, director del Instituto Nacional de Artes Escénicas (INAE)–. Yebra, que se encontraba planificando El Quijote del Plata, se preguntó frente a Onaindia qué más se podría armar en el BNS. El gestor cultural le sugirió hacer algo con Benedetti, considerando además que en 2020 se cumplirían 100 años de su muerte. Pensaron en La tregua, aunque enseguida el director del ballet dijo que sería imposible conseguir los derechos de la obra. Pero no, no era ni imposible ni difícil. Bastó con una llamada a Hortensia Campanella –directora de la fundación–, algunos diálogos más formales después y la idea comenzó a cobrar vida.

Fue así que, a raíz de una idea entre un español y un argentino, nació un proyecto que tendría a la cabeza a un equipo creativo cien por ciento uruguayo. La coreografía estaría a cargo de Marina Sánchez, la dramaturgia la crearía Gabriel Calderón, la música sería compuesta especialmente para este ballet por Luciano Supervielle, el vuelo de diseño en vestuario y escenografía lo daría Hugo Millán y en iluminación, Sebastián Marrero.

Y sí, en aquellos días, la noticia parecía lejana. Pero varios estrenos después y como cierre de un año vigorosamente sensible que obligó al BNS a cancelar espectáculos, el ballet de La tregua está a punto de materializarse frente al público. Será el 26 de noviembre, cuando el proyecto que se viene construyendo desde 2018 se estrene en el Auditorio Adela Reta.

 “¿Qué queremos contar?” 

La tregua narra la relación entre Martín Santomé, un viudo oficinista de 49 años a punto de jubilarse, y Laura Avellaneda, una muchacha de 24 años que entra a trabajar para la misma empresa que él y revoluciona su vida. Pero este libro es mucho más que una historia de amor. “Es una reflexión sobre qué queda en la vida cuando no queda nada, cuántas vidas se viven en una, qué puede encontrar una persona mayor con una joven, y si no es matar a la persona joven haciéndola saltar etapas, qué opina uno de los hijos y , por qué no se hablan los hijos de él”, describe Calderón.

Después de haberla releído, el dramaturgo, Supervielle y Sánchez se reunieron para intercambiar qué era lo que más los había atravesado. A partir de ahí debían definir qué buscarían contar con el ballet.  Porque esta pieza está basada en la historia de Benedetti, pero no es una copia ni pretende serlo. Llega para aportar nuevas interpretaciones y significados.

Lo gris, la tristeza, lo rutinario, el tedio. La muerte maldita. El universo que pinta Benedetti en La tregua es duro, pero también tiene un manto de luminosidad. Sobre esa monotonía que parece inquebrantable en la vida de Martín, aparece la posibilidad de volver a amar y desear. También se intercalan los sueños y el color propio del azar.

“Teníamos claro que no íbamos a hacer un ballet oscuro sino en degradé”, cuenta Sánchez.

Parte de la búsqueda de esos degradés que menciona la coreógrafa tiene que ver con lo que explica Calderón: “La rutina no es horrible del todo en Benedetti, y la muerte no es algo tan definitivo. El azar es lo que perturba la rutina y hace que Martín conozca a Laura, pero también es el que se la va a llevar por una enfermedad. No queríamos mentir con que La tregua es un canto a la vida. No, es triste, rutinaria, pinta un Montevideo gris, amable, tranquilo. Pero al interior de esa pared de tranquilidad, hay grandes movimientos, hay danza, hay vida, hay sueños. El objetivo es atravesar la mirada de Benedetti para descubrir la danza”. En ese sentido, Sánchez entiende que el hecho de que la ciudad que pinta el escritor sea oscura y rutinaria no quiere decir que no sea enérgica. 

Un 29 de marzo Martín escribe en su diario que el viento de la ciudad, de camino a Ciudadela, le levanta la pollera a una muchacha y la sotana a un cura. El mismo viento hace que él llegue a su casa “despeinado, con la garganta ardiendo y los ojos llenos de tierra”. Pero en el ballet, aunque mantiene su folclore, esa ciudad se despoja de las palabras y cobra vida en movimiento. Entonces, como afirma Calderón, las escenas urbanas se presentan con “mucho power coreográfico, con tango y con la intervención contemporánea de Luciano”.

El dramaturgo considera que uno de los principales desafíos del proceso creativo fue evitar caer en los clichés de la historia original. En la novela, la muerte de Laura es un momento tremendamente triste. Y esa situación en el ballet “podría quedar en el lugar común de los amantes que se pierden, porque no se llega a la contundencia del color que le da la literatura”. Entonces, lo más difícil fue encontrar en la dramaturgia y la danza el color justo en los lugares más comunes. 

A la vez, Calderón y Sánchez tuvieron claro desde un principio que la rutina no debía ocupar en este espectáculo un lugar fatal ni completamente negativo. En efecto, este concepto que atraviesa todo el texto de Benedetti, en este ballet se materializará en un personaje. También lo hará el azar –que representa la dicotomía entre la vida y la muerte y todo lo que sucede en el medio–. 

Ciro Tamayo, uno de los primeros bailarines de la compañía, recordó que cuando le anunciaron que iba a interpretar al personaje de la rutina lo primero que pensó fue “¡qué aburrido!”. “En lo personal siempre luché mucho contra la rutina, que la sentía como algo negativo y pesado. Y así era mi interpretación. Después de hablar con Calderón, que me dio unos cuantos tips para hacer el personaje más complejo en cuanto a contenidos, entendí que cuando la rutina aparece colgada de Martín es para darle esa sensación de pesadez, que a la vez es una protección. Porque la rutina forma parte de su vida, sabe cuánto ha sufrido en el pasado con la pérdida de su esposa y sabe que manteniéndolo centrado en su trabajo y familia –sin exponerlo a emociones exteriores–, se mantendrá en esa zona de confort. Quizás no amará, pero tampoco sufrirá”, explica.

Tamayo interpretará durante algunas funciones este personaje, y en otras encarnará a Martín –al que destaca por su carga dramática–, con Nadia Mara como su Laura. 
Martín, Laura, Rutina y Azar serán los cuatro personajes protagónicos de un ballet de más de una hora sin intervalos que transcurrirá a lo largo de nueve escenas. Entre las distintas locaciones de esos segmentos estará la ciudad, la casa de Martín con sus tres hijos, el bar donde conversa con Laura, el apartamento que tienen para estar juntos, la oficina y el recuerdo de Isabel –su esposa, que murió–.

Sánchez necesitó establecer esas nueve escenas para poder desarrollar la historia en el ballet. Fue con esa idea que acudió a Calderón, que luego armó la dramaturgia y generó tres textos: un guion para los bailarines con el desarrollo de cada escena, un guion en forma de diario para conectar el ballet con el libro y el programa que podrá leer el público. Luego fue el turno de Supervielle, que volcó toda su musicalidad sobre cada escena.

Aunque tiene algunos elementos propios del lenguaje clásico, esta pieza incorpora rasgos del neoclásico, de la danza contemporánea y del tango. En ese sentido, la coreógrafa cuenta que parte del trabajo con los bailarines consistió en pulir esas fusiones. “El bailarín clásico siempre tiene que estar muy arriba, y acá tienen que bailar con el centro del cuerpo bien a tierra”, agrega. En efecto, Tamayo cuenta que una de las principales exigencias que encontró en La tregua fue aggiornarse a ese estilo: “Soy de saltar, encuentro más mi aplomo arriba y siempre estoy sobre los dedos de mi pie. En este caso, tengo que estar más sobre los talones, como el tango lo requiere”.

De todas formas, el bailarín advirtió que el público no se va a ir con las ganas de ver saltos, que algunas de esas destrezas que siempre hacen volar pelucas en el Sodre se van a ver. Aunque esta vez el centro de todo el espectáculo será la historia.

Cual maestra en aula, Sánchez tuvo días en los que se pasó siguiendo a los bailarines explicándoles, a través de la lectura de fragmentos del libro, por qué hacían tal o cual paso y a qué momento del texto respondían. “Hay mucho para contar, y nosotros exprimimos al máximo esta historia”, expresó la también bailarina.

Boceto de vestuario de Martín y la Rutina

El universo plástico de La tregua

No es frecuente que dentro del BNS Hugo Millán tenga tiempo de sobra para diseñar. Con El Quijote del Plata, por ejemplo, tuvo poco más de cuatro meses para dotar de color y texturas a aquel montaje titánico. No es casualidad, entonces, que Yebra diga ahora que a Millán y a Marrero les “debía” la posibilidad de poder trabajar en un gran proyecto sin estar contra reloj. Así fue.

El diseño de vestuario y escenografía para La tregua fue gestándose en 2018 a través de diálogos entre él y Sánchez y quedó resuelto hace un año. Por eso, el diseñador –que en 2018 fue galardonado en Hong Kong– entiende que como todo estaba encaminado, el receso obligado que trajo la pandemia no afectó emocionalmente el proyecto. 

Boceto del vestuario de Laura

“No se trata de una historia fantástica, sino una muy humana”, advierte el diseñador y cuenta que, por eso, las paletas de color que utilizó para crear el universo plástico de esta obra son clásicas y controladas, sin estridencias. De todas formas, la monotonía no se apropiará de lo visual.  “La sorpresa será que no existe vestuario igual al otro, cada bailarín llevará una pieza única”, adelantó Millán.  En el caso de Martín y Laura, sus vestuarios son “muy suaves” porque se trata de “dos seres muy para adentro”. 

El proceso creativo del diseñador está estrechamente ligado al texto de Bendetti, donde predominan las emociones y los estados de ánimo del personaje. Y es desde la interioridad, desde la opresión en el pecho marcada por la incertidumbre y desde la desnudez que Millán trabajó el vestuario y tomó como punto de partida el corazón. “Es el que marca el ritmo de vida de cada día, pero también el que se ve alterado por nuestras emociones y química cerebral”, agregó.

La coreógrafa indicó que Millán, por su largo trabajo en la compañía, domina las telas, el peso que tienen en el bailarín y el corte que lo favorece. “Le di toda la libertad para diseñar, lo único que le pedí fue que el vestuario diera esa cosa de gris y oscuridad, y que el género no estuviera tan marcado”, contó Sánchez y explicó que por eso podrán verse en escena varones con pollera y chicas con pantalón, por ejemplo. 

En una historia en la que todo transcurre en una especie de mundo interior donde apenas llega la luz, Millán se apropió de la noción de encierro y la conectó con la serie de persianas del artista uruguayo Manuel Espínola Gómez. “Me interesaron los postigones de madera por donde se filtra la luz, que siempre están entreabiertos y permiten mirar desde adentro sin que te vean”, explicó, por lo que la escenografía jugará con las persianas y postigones.

Por otro lado, el diseñador trabajó el vacío en los personajes a través de la obra del pintor estadounidense Edward Hopper, ya que se imaginó a Martín mirando a la nada como un personaje de uno de sus cuadros.

A pocos días de estrenar, Millán destaca que La tregua “se generó desde cero” y que está “cargada de emociones y vivencias”. El diseñador destacó, además, el ida y vuelta constante que tuvo con la coreógrafa durante un año y medio. En efecto, ella contó que en una de las últimas charlas que tuvieron, ambos coincidieron en que va a ser duro desprenderse de este proceso una vez que culmine: “Es como un posparto, nos va a venir un bajón terrible porque volcamos tanta energía, tanto tiempo, tanta cabeza. Uno involucra todo su ser en este tipo de proyectos”.

En grande

En la sala de ensayos del BNS, Sánchez marca la coreografía a los bailarines. En un rincón, Supervielle observa, escucha los pedidos de la coreógrafa, y compone. Dice Ciro Tamayo que lo que siente con esta experiencia es lo más parecido a lo que pudieron haber sentido los bailarines que tuvieron a Pyotr Ilyich Tchaikovsky componiendo El lago de los cisnes junto a ellos. El primer bailarín, que llegó hace nueve años desde España, cuenta que nunca antes vivió algo similar. Sánchez agrega que en los 25 años que lleva en el Sodre, esta es la primera vez que se crea música para un ballet.

Ese hecho artístico tan valioso para la cultura local es parte de todo un ensamblaje de partes que armó Yebra, quien ahora siente la “responsabilidad de realizar el evento cultural más grande del año” en este país. El español destaca que haber juntado “tanto talento uruguayo” en una misma producción fue “increíble” y que respondió a uno de los principales lineamientos de trabajo que se impuso cuando aterrizó en Uruguay.

“Cuando llegué tenía muy claro que uno de mis objetivos iba a ser promocionar las cosas de importancia que tiene el país y que se pudieran visualizar en el exterior. Por eso me interesaron los ballets de nueva creación. Además, escuchando a los uruguayos que siempre se refieren a ‘el paisito’, me dije a mó mismo que eso no podía ser”, aseguró.

Es por eso que desde que surgió la idea de llevar a escena La tregua tuvo claro que “una obra tan uruguaya tenía que ser creada por un equipo 100% de uruguayos y fue definido desde el minuto cero”.

Onaindia, que primero estuvo en contacto con este proyecto a través de su cargo en el INAE y luego lo vivió más cerca desde la dirección artística de los Auditorios del Sodre, contó que lo que se estrenará el 26 de noviembre será un “espectáculo integral del que Uruguay tiene que estar sumamente orgulloso”.

“Esto tiene que ver con una política pública, que ya tuvo una experiencia con El Quijote, que ahora la tiene con esta, y espero que el año que viene la tenga con la pieza sobre Delmira Agustini. Este tipo de obras no se pueden realizar sin el apoyo del Estado –aseguró–. Es muy importante para Uruguay, porque a partir de una obra de su literatura está creando otra pieza. Está generando un universo cultural”.

No es casualidad que la palabra ambición sea una de las que más se repite entre los consultados para esta nota. Es que no hay titubeos: La tregua es un proyecto muy ambicioso. “Nos metimos con una obra literaria muy potente y reconocida en todo el mundo y eso es poner el listón muy arriba. Además, se trata de crear una historia desde cero. Es un proyectazo de gran magnitud en todos los sentidos”, sostuvo Yebra.

Aunque dentro de Uruguay, Benedetti cuenta con defensores y detractores, la vigencia de textos como La tregua es indiscutida. “Si una obra 60 años después de escrita es traducida a 17 idiomas y sigue inspirando a autores contemporáneos, es porque tiene un valor en sí misma. Y tiene ese valor porque toca temas muy profundos, como el paso del tiempo, la muerte y el azar, que son existenciales y hacen a la condición humana. Además, desde el punto de vista del procedimiento literario, Benedetti recurre a una economía de formas y a una aparente sencillez que, en vez de quitarle profundidad, se la da. Es un texto que puede ser disfrutado por mucha gente y que al mismo tiempo nos marca”, reflexiona Onaindia.

Sin las palabras como recurso principal, pero con un titánico trabajo coreográfico, dramatúrgico y musical, el ballet de La tregua buscará revolver internamente al público con otro lenguaje, que podrá retroalimentar o no al texto original, pero que creará en escena un hecho sin precedentes. Así lo augura y lo desea Yebra. “Quiero que se conmuevan, que salgan del teatro haciéndose preguntas y pensando. Esta obra es pleno sentimiento y busca llegar a la esencia”. 

Para Uruguay y América Latina
El estreno de La tregua será el jueves 26 a las 20 horas. Las funciones irán hasta el 6 de diciembre y las entradas, que van desde los $60 hasta los $1200, pueden adquirirse a través de Tickantel o en la boletería del Sodre.
Afortunadamente, a falta de giras que permitan llevar esta pieza al exterior, el 5 de diciembre La tregua se transmitirá a través de streaming a todo Latinoamérica en la previa del prestigioso Festival Santiago a Mil. En Uruguay, la transmisión será a través de Televisión Nacional.

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