La antropóloga Mónica Sans en la Facultad de Humanidades.

8M > HISTORIA

Mónica Sans, la antropóloga que persigue la huella indígena y el "preconcepto" con las ciencias sociales

Para la investigadora hay diferencias en cómo se concibe al género femenino en las ciencias sociales y en las ciencias duras
Tiempo de lectura: -'
06 de marzo de 2022 a las 05:00

El comentario de un pediatra le despertó la curiosidad. Mónica Sans llevaba pocos años como antropóloga cuando el médico e investigador Fernando Mañé Garzón le contó algo que le llamaba la atención: en el Hospital Pereira Rossell veía nacer muchos niños con una “mancha mongólica”, un signo asociado a ancestros indígenas u orígenes africanos.

Era la década de 1980 y en Uruguay la gran mayoría creía que el principio del árbol genealógico era básicamente europeo y que los indígenas eran parte de una historia terminada con algún exterminio famoso, pero poco más. En conversación con El Observador, la experta recordó que en esa época “nadie hablaba de indígenas” y con suerte había unos pocos trabajos históricos y relatos descriptivos.

Sin embargo, a partir de aquella charla casual con Mañé Garzón y gracias a esa pequeña zona pigmentada que se había detectado la mayoría de las veces en la zona baja de la espalda, Sans comenzó a estudiar el mestizaje de la población local y arrojó varias respuestas sobre los orígenes de la población en este punto del mapa. “Fue un poco accidental”, expresó sobre aquellos primeros pasos.

Fortuita fue también su etapa inicial en el mundo universitario. Antes de llegar al estudio del hombre pasó por otras dos carreras de la Universidad de la República (Udelar): primero por la Facultad de Veterinaria donde permaneció un año y luego cuando decidió ir por el lado de la Química, idea que solo mantuvo durante un semestre.

Sans pasó por otras dos carreras antes de estudiar Antropología.

Su idea original era ser doctora, pero la Facultad de Medicina estaba intervenida por la dictadura cívico-militar que azotaba al país desde junio de 1973 y por eso rumbeó a veterinaria, que al final le terminó “gustando bastante”. La otra opción era dedicarse a la bioquímica y antropología, en realidad, era “una especie de sueño” que según Sans nunca pensó que iba a devenir en carrera.

Cuando la Facultad de Humanidades incluyó esa posibilidad en su plan de estudios se enteró por su padre que era docente de la Udelar. “Era algo que me gustaba de chica”, aseguró. Sans estaba dando clases de matemática en Secundaria y motivada por la chance de empezar otra carrera, se acercó a un docente de la facultad para preguntarle horarios y este enseguida se entusiasmó con la posibilidad de que lo ayudara con cuestiones de estadísticas arqueológicas. “Ahí me entré a enganchar y después me entusiasmó todo”, contó Sans.

Las mujeres y un “preconcepto”

Como en muchas disciplinas, en el mundo de la antropología hay diferentes ramificaciones: la social, la arqueológica y la biológica son algunos ejemplos. Sans encontró su “métier” en este último campo y se dedicó al estudio del mestizaje y el aporte indígena.

Sans está especializada en antropología biológica.

Nunca se sintió discriminada por ser mujer. “Somos muchas y cada vez más” en su disciplina, contó a El Observador. Y lo celebra. Sans cree que en el ámbito de las ciencias sociales está más aceptado el aporte femenino que en otras disciplinas y en distintas carreras. Según la experta, en el ámbito de las ciencias duras “se nota un poco más” y puso como ejemplo que en el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba) y en el Sistema Nacional Nacional de Investigadores (SIN) —los cuales integra hace varios años— “quizás” se puede ver una mayor cantidad de hombres que mujeres.

La antropóloga opinó que el lugar que se le da al género femenino depende mucho de la educación y el medio en el que las personas crecen. “Yo siempre me crié con la idea de que tenía que ser lo mejor posible y a nadie se le ocurrió decirme que yo no podía estudiar o trabajar”, contó.

Sans dijo que nunca se consideró diferente ni con menos aptitudes que los hombres, y que, si bien ha visto obstáculos, ella no los sufrió personalmente. Como ejemplo citó un caso de su época como estudiante donde un profesor deslizaba que prefería más hombres en el curso para hacer “el trabajo duro de tener que andar por ahí”.

En ese sentido, la antropóloga consideró: “si durante en tu camino no tenés alguien que te trabe, sin dudas mucho mejor”.

Sans sí se ha sentido mirada de reojo por pertenecer al palo de las humanidades. Para la experta siempre ha habido “una especie de preconcepto lamentable con las ciencias sociales” y entre la gente hay una creencia extendida de que sos más inteligente si estudiás ingeniería o matemática. “Hay un ranking y en la base están las humanidades”, opinó.

Eso lo sintió directamente una vez que se anotó en una instancia de profundización en genética y un docente le preguntó: “¿Viniendo de humanidades?”. “En otras palabras me dijo ‘pobre muchacha’”, contó Sans, entre risas.

La huella y la violencia hacia la mujer

Desde aquella conversación con el pediatra que concibió el inicio de sus investigaciones sobre la huella de los antepasados en estas tierras pasaron casi 40 años. Ahora es docente grado 5 de la Facultad de Humanidades e integra el Departamento de Antropología Biológica de esa institución y se formó en ciencias biológicas con un máster y un doctorado.

“Si durante en tu camino no tenés alguien que te trabe, sin dudas mucho mejor”, dijo Sans.

En el camino ganó reconocimientos como el premio L’Oreal - Unesco “Por las mujeres en la ciencia” en su edición de 2019 por su proyecto "Filogeografía de cromosomas y para la comprensión del origen y relaciones de los indígenas del Uruguay y sus descendientes" en el que demostró que un tercio de la población uruguaya (34%) tenía un ancestro materno indígena.

A esa conclusión llegó de diversos estudios morfológicos, luego sanguíneos y finalmente con marcadores moleculares. “Ese hallazgo en una población que creía que no tenía indígenas fue como wow, definió la experta.

La matanza de Salsipuedes, por su parte, fue una de las explicaciones que encontró Sans para definir por qué el porcentaje es significativamente menor en los ancestros indígenas por el lado paterno.

En definitiva, ese lugar de subordinación que las mujeres han sufrido a lo largo de la historia se hizo carne en las investigaciones de Sans. “Muchas mujeres indígenas se habían mezclado con hombres europeos, pero eran criados como indígenas y no como mestizos”, explicó Sanz y dijo que muchos soldados, por ejemplo, estaban con mujeres de estas tierras que luego abandonaban. “Esas son señas de violencia hacia las mujeres”, señaló la experta y dijo que eso era “una forma de forzar” y de someter a las indígenas.

Disfrutá todos los contenidos de  EL OBSERVADOR.

Exclusivo para mujeres. En marzo  activá aquí tu cortesía  al Plan Rompecristales

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...