El Aedes aegypti, por Nino

Opinión > Personaje de la semana

A la espera de la peste

El dengue y el zica, como una vez el VIH, anuncian grandes desastres. Pero habrá vida
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20 de febrero de 2016 a las 05:00
El primer caso autóctono de dengue en más de un siglo se halló en una mujer joven en un rincón acomodado de Pocitos, muy lejos del imaginario de pobreza y aguas servidas. Luego sobrevino un tenso silencio: mientras las autoridades esperan que un laboratorio del exterior confirme el diagnóstico, la epidemia de dengue, que podría ser incontrolable, aún no aparece.

El dengue es endémico en América Latina, salvo en Chile y Uruguay. Pero la excepción uruguaya(gracias a su situación geográfica, a un clima relativamente benigno y a un nivel aceptable de sanidad pública) no podrá resistir el asedio de las epidemias que padecensus vecinos; otra desgracia para una región que ya las tiene en demasía.

"En Brasil, donde hay muchas cloacas a cielo abierto y mucha gente que necesita acumular agua, además de poco aire acondicionado y pocas redes en las ventanas y puertas, es más fácil prometer lo imposible (vacuna contra el zika en un año) y culpar al calentamiento global por nuestro fracaso como sociedad civilizada", escribió Marcelo Leite en Folha de São Paulo. "No cuesta nada. Tan sólo más atraso".

Otros creen que no hay que dramatizar. "Muchas personas en Brasil han tenido dengue sin consecuencias, y se aprende a convivir con él", dice Martha Martínez Silveira, doctora de la Fundação Oswaldo Cruz (Fiocruz), uno de los institutos de vanguardia en la investigación sobre dengue y zika.

El dengue, que suele ser casi imperceptible, tiene síntomas similares a la gripe: fiebre, dolor de cabeza, náuseas y eventuales manchas rojas en la piel. Perosi se contrae por segunda vez puede evolucionar hacia un modo hemorrágico mucho más grave.

El año pasado el dengue mató a unas 860 personas en Brasilysigue expandiéndose a gran ritmo.
Hasta ahora Uruguay sólo registraba casos de dengue contraídos en el exterior. La mujer de Pocitos representaría el primer caso autóctono: trasmitido por un mosquito entre dos personas residentes en el país.

El Aedes aegypti ya estaba en todos los departamentos de Uruguaydesde 2007. No hay forma de evitar su ingreso por la frontera seca o en vehículos.Las personas viajan de un lado a otro del planeta y transportan buenas nuevas y enfermedades nuevas.

El Aedes aegypti se gesta muy cerca de las personas, pues requiere agua limpia y estancada. Vive un mes y se mueve en un radio aproximado a los 100 metros, aunque puede transportarse mucho más. El virus está en el fondo o en el balcón de casa: el mosquito que nos pica y nos contagia es el mismo que hemos criado. Sólo remitirá en otoño, con las bajas temperaturas. No hay antivirales específicos o vacunas para protegerse.

Suprimir el mosquito es la única forma de evitar que la epidemia se propague. Y, por si fuera poco, el Aedes aegypti se ha recargado.

Hace un buen tiempo los médicos brasileños comenzaron a notar un gran incremento de recién nacidos con cabezas deformes, narró un periodista de The New York Times. "De las cejas hacia abajo, los niños tenían rostros normales pero, más allá de eso, no tenían frente y sus cabezas eran muy extrañas". Eran miles y miles de casos de microcefalia: cráneos inusualmente pequeños que ocasionan daños cerebrales. La microcefalia es un asunto antiguo, pero aumentó mucho ahora por el virus zika.

En Brasil hay 1.500.000 infestados por zika, que también es difundido por el Aedes aegypti, y hay varios miles de casos de microcefalia y una gran cantidad de adultos con enfermedades neurológicas. La gran mayoría de los enfermos no padecen gran cosa, o ni siquiera muestran síntomas, pero una parte de las embarazadas puede afectar a sus bebés.

Por ahora Uruguay está libre del zika (y de chikungunya, que ataca las articulaciones y que trasmite el mismo mosquito). Pero el dengue se desparrama a gran velocidad por el mundo. "Ahora tenemos esa porquería que viene de América Latina", dijo hace algunas semanas el líder rusoVladimirPutin, tan sutil como un arado.

El dengue y el zika están provocando una gran ansiedad mundial. Millones de personas reconsideran sus viajes, por placer o trabajo, o alteran sus hábitos. Brasil se ha vuelto una zona maldita, aunque también Colombia, Venezuela, Ecuador y América Central. El turismo y las inversiones pueden resentirse.

En vigilia, los uruguayos saquean los estantes de repelentes e insecticidas en farmacias y supermercados. Esperan con una aprensión similar con la que recibieron el VIH en la década de los '80; o con la que esperaban en el siglo XIX las epidemias mortales de "fiebre amarilla", o "vómito negro", que también transmite el mosquito Aedes aegypti, el gran villano de esta historia.

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