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Los universos animados que le dan color a los Oscar

Pese a la victoria casi asegurada de Intensa-mente, estos Oscar se abren hacia otros públicos con una película solo para adultos
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20 de febrero de 2016 a las 05:00
En 2002, la necesidad era imperativa. Aunque el cine de animación había nacido casi en los inicios mismos de la industria cinematográfica, para ese año el rubro había alcanzado una dimensión, multiplicidad y calidad que impedían continuar obviando el reconocimiento de los Oscar.

Hasta aquel entonces, algunas películas habían recibido nominaciones vinculadas a la producción o a los logros especiales, pero solo La Bella y la Bestia (1991) logró sobresalir en su integridad, al alcanzar una nominación a Mejor película.

En la ceremonia de 2002, con Shrek, Monsters, Inc. y Jimmy Neutrón: El niño genio como contendientes, el galardón a Mejor película animada fue a las manos del primer filme, desarrollado por el estudio DreamWorks, uno de los competidores de Disney cuya consolidación ameritó la creación de la categoría.

No obstante, la victoria inaugural de Dreamworks se replicó una sola vez más, una mera excepción al dominio Pixar/Disney que se instalaría en los siguientes 14 años, con Buscando a Nemo (2003), Los increíbles (2004), Ratatouille (2007), WALL-E (2008), Up: una aventura de altura (2009), Toy Story 3 (2010) y Valiente (2012).

Pese a que este 2016 las predicciones apunten a la misma dirección, con Intensa-mente a la cabeza, el resto del repertorio de nominados hace gala de una apertura a la diversidad que otras categorías solo pueden anhelar.

Este año, esto se hace evidente no solo en países de procedencia, tramas o técnicas, sino también en los públicos objetivos, al incorporar por primera vez una película calificada para mayores de edad en su país de origen: Anomalisa.

Pese a que los filmes de Pixar/Disney han logrado domar un tipo de humor multidimensional, que apela a niños y adultos por igual, Anomalisa se destaca con una orientación más madura que el resto. Temáticas de profundidad filosófica, desnudos femeninos y masculinos y una escena de sexo le permiten escribir un mojón en la historia de los Oscar.

Aunque muy probablemente no logre arrebatarle el premio a Intensa-mente, su mera presencia entre los nominados puede llegar a validar un perfil específico de animación y corroborar, finalmente, que el género puede trascender las fronteras infantiles que la industria le impone.

Mentes complejas




A pesar de su innovación y el beneplácito generalizado de la crítica, Anomalisa dificilmente logre detener la victoria segura de Intensa-mente, que ya acumuló 47 galardones, incluido un Globo de Oro a Mejor película animada.

Como el único filme entre los nominados con animación generada por computadora, Intensa-mente se ambienta mayoritariamente en el cerebro de la preadolescente Riley, deprimida por la decisión de sus padres de mudarse a San Francisco.

Con un enfoque psicológico, el filme dirigido por Pete Docter (Up: una aventura de altura, Monsters Inc.) le da siluetas antropomórficas a las emociones primarias que habitan en la mente de Riley, consolidándolas como sus verdaderos protagonistas.

Cada uno con estética y "carácter" definidos, Alegría, Tristeza, Miedo, Desagrado y Enojo manejan una suerte de estación desde la que determinan las sensaciones y conductas de la joven. Parte de un universo intrincado de sentimientos, imaginación y recuerdos, las cinco emociones (junto a un ex amigo imaginario) se destacan como el principal valor del filme, que presenta estilo, estructura y empatía excepcionales.

Desatando risas y lágrimas, Intensa-mente trasciende la caricaturización de sus personajes y apela tanto a la diversión, como a la nostalgia agridulce, sentimiento que la convierte en una de las películas más conmovedoras del estudio.

Cuadro por cuadro



Pese a las diferencias, la psicología también es el arma de la brillante Anomalisa, de Charlie Kaufman (Sinécdoque: Nueva York). En esta historia, sin embargo, el protagonista es Michael, un hombre adulto cuyo estado principal no es la depresión sino un abotargamiento y aislamiento emocional que le da al filme la oportunidad de formular interrogantes existenciales que no pecan de forzosas ni de avasallantes.

La temática puede no ser novedosa, pero la particularidad de Anomalisa reside en sus destrezas narrativas y técnicas. Durante una visita a Ohio, Michael conoce a Lisa, una "anomalía" en su mundo que lo enamora y le permite al espectador notar poco a poco las rarezas de aquel universo, uno en el que la metáfora visual, en principio desapercibida, se convierte en lo neurálgico.

Gracias a la acertada técnica de stop-motion a partir de figuras cuasi-realistas de impresión 3D, esa extrañeza tiene una presencia sutil. En Anomalisa, la acción real o los artificios de computadora hubieran generado una imagen burda que, incapaz de sobrevivir a la suspicacia del espectador, hubiese dañado los giros de la trama.


Sin embargo, ello no es obstáculo para que uno de los estudios más tradicionales de stop-motion, Aardman Animations, también cuente con un representante entre los nominados: La oveja Shaun: la película, realizada con la técnica de claymation (modelado de arcilla) que caracteriza a la empresa británica.

Como derivado de la serie televisiva La oveja Shaun (2007-2014), también animación cuadro por cuadro, el filme sigue las aventuras de un rebaño de ovejas liderado por Shaun. Hastiados de la rutina de la granja, los animales intentan deshacerse momentáneamente del granjero, pero su plan pronto adquiere magnitudes catastróficas y las sume en la desesperación por recobrar a su dueño perdido.

Con esta película, el estudio responsable de Wallace & Gromit: la maldición de las verduras (ganadora del Oscar en 2005) logra una de sus mejores producciones, que divierte sin necesidad de diálogos.

Con murmullos incomprensibles, gags físicos y ritmos cómicos precisos, la película concentra gran parte de su poder en la expresividad maleable de los rostros de arcilla. A través de las ovejas y algunos de sus colegas de la granja, La oveja Shaun: la película captura un hechizo surreal similar a la de Toy Story, aquella que desborda los universos a los que los humanos no tienen acceso.

Lápiz en mano



Otro de los grandes estudios con representación en esta edición de los Oscar es el japonés Ghibli, que anunció una "breve pausa" para reestructurarse tras el retiro de una de sus figuras principales, Hayao Miyazaki.

Entre especulaciones temerosas sobre el futuro de la compañía, pieza fundamental en la historia del anime, su película más reciente, Cuando Marnie estuvo allí, podría ser la última nominación de Studio Ghibli, o, en un espíritu más esperanzador, un mojón que marca el camino hacia una nueva era.

Sin embargo, dirigida por el joven Hiromasa Yonebayashi (Arrietty), esta posible obra final no llega al nivel de algunas de las mejores producciones de Studio Ghibli, como Mi vecino Totoro (1988) El viaje de Chihiro (2002) o El castillo ambulante (2004), de Miyazaki.

Basada en una novela británica del mismo nombre, Cuando Marnie estuvo allí se centra en la relación entre Ana –una adolescente distante que pasa una temporada cerca del mar– y Marnie, una misteriosa muchacha que reside en una mansión.

En figuras y paisajes, la película despliega la delicadeza artesanal del 2D que caracteriza a Ghibli, e incluso reitera su afición por el drama supernatural. No obstante, en contraste, Cuando Marnie estuvo allí es más recatada que el resto de los filmes del estudio tanto en diseño de personajes como en trama, pese a la intensidad del vínculo entre Ana y Marnie. Un mero atisbo europeizado a la magia del estudio.


El niño y el mundo, la película que cierra la lista de nominados, también opta por los dibujos a mano, aunque propone un estilo de encanto desprolijo e infantil. Destacada como la única producción latinoamericana del repertorio, el filme del brasileño Alê Abreu logró una sorpresiva nominación gracias a la historia de Cuca, un niño campesino que decide perseguir a su padre luego de que éste se fuera a trabajar a la "gran ciudad".

En el recorrido de Cuca, Abreu mezcla fantasía con realismo social, criticando la industrialización, la opresión y el consumismo. Pese al espesor de sus temas, la perspectiva del niño marca la pauta estética del filme: el mundo de Cuca, sin palabras, se compone de trazos de crayolas, acuarelas coloridas y formas abstractas. No obstante, a medida que él se despega de su idealizado hogar y se sumerge en entornos más "civilizados", el estilo comienza a cambiar, incorporando recortes de revistas y diarios.

Más allá de la originalidad del planteo estético, la trama y el simbolismo se centran más en dejar un mensaje que en transmitir emotividad. En cambio, se hace presente casi exclusivamente al final de la película.

Pese a las grandes chances de ganar de Intensa-mente, que perpetuaría el reinado Pixar/Disney, sus cuatro compañeras de categoría dejan entrever un mundo de posibilidades casi tan colorido como los universos que dibujan.

Una fusión en pos de la calidad

Por Emanuel Bremermann

Con la compra de Pixar en 2006, Disney se aseguró más que solo tener bajo su ala a una empresa que ya competía cabeza a cabeza con sus producciones animadas. La vinculación con la empresa de Steve Jobs le brindó a Disney la posibilidad de recuperar un camino que, si bien no había perdido, sí había abandonado momentáneamente. Las últimas dos producciones bajo el sello de Disney antes de la anexión de Pixar (Vacas vaqueras y Chicken Little) no funcionaron en la taquilla y tampoco dieron la sensación de tener la esencia característica de la compañía. Mientras tanto, Pixar lograba la aclamación del público y la crítica con Buscando a Nemo y Los Increíbles.

Parecía que el modus operandi con el que se manejaban en Pixar, además de la inclusión de John Lasseter como director creativo, dio el impulso necesario que la compañía del ratón estaba necesitando.

Más allá de que las producciones que han surgido de su colaboración desde la compra han funcionado muy bien en taquilla y han elevado la calidad de animación al máximo, Disney, como estudio de animación independiente, se ha visto muy beneficiado.

Frozen y Grandes héroes son un ejemplo de ello. Ambas ganaron el Oscar a Mejor película animada en 2014 y 2015, respectivamente, además de ser sumamente entretenidas y con una animación de excelente calidad. Las dos películas fueron producidas fuera de la órbita de Pixar como filial de Disney. Grandes héroes, además, fue la primera incursión de Disney en la adaptación de cómics.

Mientras tanto Intensa-mente, producto de Disney-Pixar, es favorita a llevarse el Oscar a Mejor película animada en la edición de este año. Además, Disney estrenó este mes Zootopia, que llegó a las salas uruguayas el pasado jueves. Por las críticas que viene recibiendo tras su paso por todo el mundo, parece ser que estamos frente a otro éxito. El adelanto, por lo pronto, deja ver que la influencia de Pixar, luego de su anexión a Disney, seguirá pulsando fuerte y haciendo que el gigante del entretenimiento traiga consigo mejores películas.

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