La COP 29, la Conferencia de las Naciones Unidas (ONU) sobre el Cambio Climático de 2024, concluyó en Bakú, capital de Azerbaiyán, con un acuerdo para el aporte de US$ 300.000 millones al año para los países en desarrollo, considerado insuficiente por parte de quienes demandan la asistencia.
Los países en desarrollo, que habían solicitado más de un billón de dólares de ayuda, señalan que ese monto no proporciona el apoyo fundamental que necesitan para afrontar con eficacia la crisis climática.
Las negociaciones de las Naciones Unidas sobre el clima, con diversas instancias, se desarrollaron del 11 al 22 de noviembre, informó la ONU en su medio informativo.
Los países en desarrollo, que habían solicitado más de un billón de dólares de ayuda, calificaron el acuerdo de “insulto” y afirmaron que no proporciona el apoyo fundamental que necesitan para afrontar con eficacia la crisis.
También acordaron las normas para un mercado mundial del carbono respaldado por la ONU.
Este mercado facilitará el comercio de créditos de carbono, incentivando a los países para que reduzcan sus emisiones e inviertan en proyectos respetuosos con el clima.
Año marcado por la financiación climática
Al cerrar el telón de la COP 29, celebrada en medio de un año marcado por temperaturas récord y catástrofes climáticas devastadoras, el Secretario General de la ONU señaló que esperaba un resultado más ambicioso, tanto en materia de financiación como de mitigación, para hacer frente “al gran reto al que nos enfrentamos”.
“Este año ha sido brutal; un año abrasado por temperaturas récord y marcado por el desastre climático, todo ello mientras las emisiones siguen aumentando”, dijo António Guterres.
Así, en el centro de la agenda de la COP 29 estuvo la financiación, ya que los países en desarrollo se encuentran “ahogados por la deuda, azotados por condiciones meteorológicas extremas y luchando por la transición a las energías renovables”.
“Un acuerdo en la COP 29 era absolutamente esencial para mantener vivo el límite de 1,5 grados. Y los países han cumplido”, consideró Guterres.
Según el titular de la ONU, el acuerdo alcanzado proporciona una “base sobre la que construir”.
Para muchas naciones vulnerables, representa un rayo de esperanza, pero sólo si los compromisos se traducen en acciones rápidas. “Los compromisos deben convertirse rápidamente en dinero en efectivo”, subrayó el Secretario General, instando a todos los países a trabajar juntos para alcanzar el límite superior del nuevo objetivo financiero.
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COP 29: activistas contra el cambio climático se expresan en la sede de la cumbre de la ONU.
Laurent THOMET / AFP
Acuerdo sobre los mercados de carbono
Más allá de la financiación, la COP 29 se basó en los logros anteriores en los objetivos de reducción de emisiones, la aceleración de la transición energética y un acuerdo largamente buscado sobre los mercados de carbono.
Estos logros se produjeron a pesar de un “panorama geopolítico incierto y dividido”, que amenazaba con echar por tierra las negociaciones.
Guterres elogió a los negociadores por encontrar un terreno común. “Ustedes han demostrado que el multilateralismo, centrado en el Acuerdo de París, puede encontrar un camino a través de las cuestiones más difíciles”.
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STRINGER / AFP
El trabajo por delante
A pesar de los avances, su discurso de clausura sirvió tanto de llamada a la acción como de advertencia: “Hago un llamamiento a los gobiernos para que vean este acuerdo como una base, y construyan sobre ella”.
Guterres reiteró que los países deben presentar nuevos planes nacionales de acción climática mucho antes de la COP 30 (se hará en noviembre del año que viene, en Belém, en el estado Pará, en la Amazonia de Brasil), tal y como prometieron.
“Los países del G20, los mayores emisores, deben tomar la iniciativa”, dijo a este respecto.
Los nuevos planes deben cubrir todas las emisiones y toda la economía, acelerar la eliminación de los combustibles fósiles y contribuir a los objetivos de transición energética justa.
Mientras el mundo reflexiona sobre los resultados de la COP 29, el trabajo está lejos de haber terminado. Los acuerdos alcanzados deben cumplirse “íntegramente y a tiempo” para que las promesas se conviertan en avances reales.
De lo contrario, no sólo se corre el riesgo de socavar los frágiles logros alcanzados en la Conferencia, sino también de poner en peligro el esfuerzo mundial por garantizar un futuro habitable.