Hasta el comienzo de la guerra de aranceles, la colza era de los cultivos preferidos por los agricultores para sembrar en este otoño. Ahora todo es incertidumbre.
En trigo y cebada los precios no resultan atrayentes. El año pasado en esta fecha la cotización del trigo –que determina el precio local de la cebada– era de US$ 240 por tonelada en la posición diciembre de la Bolsa de Chicago, y comenzaba una rápida escalada que para mayo llegó a superar los US$ 275.
Ahora se ubica por debajo de los US$ 230 y con un escenario que muestra algunos datos agrícolas alcistas como el recorte de la próxima cosecha y las exportaciones de Rusia, así como las extendidas condiciones de sequía sobre los trigos estadounidenses. Pero es difícil medir la influencia de los impactos de la imposición de aranceles y la eventual migración de corrientes comerciales.
¿Cuánto crecerá el área de colza?
En Uruguay los productores se preparaban para incrementar el área de colza en la próxima siembra de cultivos de invierno. “Estamos pensando que perfectamente puede haber 200 mil a 250 mil hectáreas sumando colza y carinata”, afirmó Agustín Uteda, director de Nuseed.
Es un aumento respetable respecto a las 103 mil hectáreas de la zafra anterior, según la estimación oficial, o a las 125 mil de acuerdo al relevamiento satelital de la asociación Urupov.
“El año pasado estaba planteado un muy buen año de siembra pero después pasó que no se pudo sembrar en mayo por el atraso en la cosecha de soja y se redujo el área”, recordó Uteda en Tiempo de Cambio de Radio Rural.
Las colzas que pudieron ser implantadas fueron de menos a más “y para muchos productores fue lo que salvó el invierno en cuanto a rentabilidad”. El rendimiento promedio fue de 1.657 kilos por hectárea, según la Dirección de Estadísticas Agropecuarias (DIEA), un 7,5% por encima de la media para los últimos 10 años.
En 2024 se exportaron más de 120 mil toneladas a un promedio de unos US$ 500 por tonelada.
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Cambio de tendencia: más colza, menos cebada
“Colza y carinata crecen, ahora hay que ver qué pasa con el precio en Matif: si se sigue desbarrancando puede cambiar esta apreciación. La carinata sola va a subir hasta 30 mil hectáreas y la colza hasta 50 mil hectáreas más”, afirmó el productor Gabriel Carballal. “Esa es área que se la van a cobrar a las gramíneas, en una impresión inicial la cebada tendría que ceder más”, añadió.
“Los mercados terminan incidiendo mucho en las intenciones de siembra”, reconoció Diego Guigou, responsable de producción agrícola de ADP. De todos modos, a pesar de la caída reciente en el caso de la colza “los aceites están con un número interesante, en valores que permiten una rentabilidad aceptable con rendimientos normales, sobre todo viniendo de un área de muy poca colza”, afirmó. “Con valores de US$ 450 por tonelada la colza sigue dando un número interesante”, complementó.
El gran entusiasmo centrado en la colza es el principal cambio de tendencia respecto a la zafra pasada, coinciden los productores, si bien es el trigo el cultivo “que va a seguir cinchando el carro” en cuanto a área mayoritaria de invierno, indicó Carlos Ramírez de la Sociedad de Fomento Valdense (Sofoval).
En 2024-2025 fueron sembradas 355.734 hectáreas de trigo –el 47% del área de invierno–, 271.887 de cebada (35%), 103 mil de colza y carinata (13%) y el resto avena y otros de acuerdo a la DIEA del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP).
El rendimiento del trigo fue de 4.116 kilos por hectárea, por debajo del récord de 5.037 la zafra anterior pero marcó el tercer año consecutivo por encima de 4 mil kilos, algo que no había ocurrido. De hecho en cuatro de las últimas cinco zafras se superaron los 4 mil kilos por hectárea y la restante fue de 3.895 kg/ha.
Esto confirma los buenos desempeños del trigo, que sube un escalón de rendimiento. La producción 2024/25 fue estimada por la DIEA en 1.464.302 toneladas, un 9% más que en la zafra anterior, y la más elevada desde la campaña 2013/14 que superó los 1,5 millones de toneladas.
Fernando Villamil, director de Hajnal y Compañía, destacó la estabilidad del cultivo en Uruguay “con buenos desempeños de rendimiento, precios bastante razonables y colocación fluida en la región superando complejidades de calidad, con una sucesión de años buenos en calidad panadera y alto contenido de proteína”.
“El trigo y la cebada tienen rindes de equilibro muy altos”, advirtió Guigou, de ADP, si bien la estabilidad en el rendimiento en el caso del trigo puntualmente lo hace un cultivo confiable y al que “el productor le tiene mucho cariño”. El área del cereal podría bajar un poco respecto al año pasado, consideró, después de alcanzar la mayor superficie en 10 años con 356 mil hectáreas según la DIEA.
“Hay dos Uruguay”, afirma Carballal, “del Río Negro para arriba se va a seguir haciendo cebada siempre por un tema de que la entrega es en la planta más cercana y del Río Negro para abajo es trigo”.
Lo que está incierto para la definición de áreas, dijo, “es que como no se sabe qué es lo que va a pasar con el precio de esos granos la semana que viene, lo vamos a tener más claro en 20 o 30 días”.
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Alivio en costos de siembra
La principal inquietud está centrada en despejar la incógnita de si Canadá va a inundar los mercados con la producción que no pueda colocar en Estados Unidos y China. O si esos mercados buscan otros proveedores, como podría ser Uruguay que el año pasado colocó el 85% de sus exportaciones en países europeos y el resto en Chile y Estados Unidos.
“Los biocombustibles están con viento de cola, la carinata y la camelina, con demanda abundante”, indicó Ramírez, lo que configura un panorama favorable para las oleaginosas de invierno.
La primera proyección de la intención de siembra es que el trigo se mantendría estable, la colza crecería y la cebada cedería terreno por la frecuencia de los “sinsabores de calidad” que han experimentado los agricultores y por los altos stocks que las malterías tienen de zafras pasadas.
Al 1º de febrero las existencias de cebada eran de 760 mil toneladas, según el MGAP, luego de cerrado un año 2024 récord de exportaciones con 360 mil toneladas embarcadas.
“Se ve que en cebada mucha necesidad no hay, porque no han salido aún los planes de las malterías, donde la referencia habitual es 100% de la cotización del trigo diciembre en Chicago”, apuntó Guigou.
Un dato positivo es que los costos de los fertilizantes para la próxima campaña se encuentran por debajo de un año atrás y “no van a dar sorpresas”. La urea aumentó en febrero pero volverá a corregir con la llegada de las nuevas importaciones, afirmó Ramírez. Los fertilizantes representan el 50% del costo de los insumos para los cultivos de invierno.
Recorte del área en Canadá
Para los agricultores canadienses que están a pocas semanas de la siembra de colza ahora se impone la incertidumbre.
China le había abierto una investigación por dumping a la colza de Canadá que está abierta y “si suspende las importaciones va a generar un movimiento fuerte en el mercado”, consideró Villamil.
“Falta mucha información, las cosas que están incidiendo son ajenas al mercado y es muy difícil hacer proyecciones, son especulaciones difíciles de conciliar”, sostuvo Villamil.
Desde que cerró a US$ 448 por tonelada en Winnipeg el 7 de marzo, el contrato de canola de mayo cayó US$ 50 en tan solo tres días de negociación, una baja de 11%. Esto lleva los precios a los más bajos desde 2020, con el impacto de los aranceles estadounidenses y chinos oscureciendo las perspectivas de la demanda.
David Derwin, asesor de inversiones de Ventum Financial Corp. con sede en Winnipeg, afirmó que el mercado se muestra totalmente reacio al riesgo.
“No hay licitaciones y existe incertidumbre sobre las tarifas. No hay ningún comprador comercial que quiera o pueda hacer algo ahora mismo”, añadió Derwin. “Si usted es un comprador comercial, un exportador o un triturador que no tiene a dónde enviar canola y no conoce su costo ni su precio, ¿qué puede hacer?”, preguntó.
En su informe sobre la estimación de áreas de siembra en la campaña 2025/2026, Statistics Canada proyectó el 12 de marzo una baja de 8,91 a 8,76 millones de hectáreas. Fuentes del mercado advirtieron que esa leve caída en la intención de siembra de canola podría acentuarse por la crisis arancelaria.
Un eventual recorte mayor del área podría ser un elemento alcista que favorezca la recuperación de los contratos de futuros para febrero 2026, que es la referencia para la próxima cosecha en Uruguay.
Por ahora para los agricultores todo es esperar: nunca la programación de la siembra de invierno fue más incierta.