La reforma clave
El presidente electo, Yamandú Orsi, dijo que precisamos crecer más. ¡Tiene toda la razón! Pone así el foco en un asunto crucial para el país. Pero para crecer más cuando crecemos muy poco algo hay que cambiar, porque no se crece hablando.
Básicamente, porque tenemos un Estado gordo y fofo, que gasta como un marinero borracho, pero de músculos débiles que no permiten lograr buenos resultados en temas decisivos como educación y seguridad.
Y tenemos una economía cerrada, algo letal para un país de mercado interno chico.
Ambas condiciones unidas nos regalan atraso cambiario y un país caro en todo y poco competitivo, salvo en lo que produce la naturaleza solita… cuando se trata de agregarle algo de valor a lo que cruza la portera de la estancia ya empezamos a hacer agua.
Todos quieren más valor agregado sobre nuestras exportaciones, más puestos de trabajo y más salario real… ¡pero al menos Danilo Astori decía fuerte y claro que nos sobran 70.000 empleados públicos!
¿Oyeron a Oddone o a Labat?
¿Oyeron a Gabriel Oddone o a Diego Labat decir algo así?
¿Es que ya no nos sobran más?
A mí me parece que nos siguen sobrando los que decía Astori y algunos más.
¿Pero los candidatos hablaron de la “Madre de todas las reformas”, como decía Tabaré, o la “Reforma a la neozelandesa”, como decía Mujica?
¡Nada!
Pero… ¡tenemos que crecer más! Sí, cómo no, ja, ja, ja…
A estas fallas graves en planteos que deben ser serios se suman relatos truchos para engañar a la gente: cuánto creció el país durante el FA comparado con el crecimiento sin el FA, pero presentando números que, o casualidad, no toman en cuenta circunstancias externas decisivas como, por ejemplo, nada menos que la devastadora crisis importada desde Argentina en 2002, el superciclo de las commodities del 2005 a 2014 con la tasa de interés internacional en el suelo lo que atrajo inversiones y abarató el servicio de nuestra deuda o la pandemia, la peor sequía del siglo, la suba de la inflación mundial y la tasa de interés mundiales que se llevaron los capitales del mundo hacia Estados Unidos y dos guerras significativas junto al abandono de la globalización.
Pero… nada de eso importa, ¿verdad?
Se trata solo de comparar numeritos promedio como si todo lo demás no contara… ¿actuar así es ignorancia o mala fe?
Actuando así es seguro que no creceremos más, por mucho que hablen y hablen de lo importante que es crecer.
La campaña pareció un campeonato de acercarse todos a una propuesta de centro izquierda, más Estado para enfrentar los problemas ofreciendo esto o aquello; con razón perdió la Coalición... con ese discurso no se le puede ganar al FA que tiene en su ADN más Estado, más socialismo, más regulaciones, controles, empleados públicos y suma y sigue.
De achicar el Estado… ¡nada!
De defender la libertad de personas y empresas… ¡nada!
De abrir la economía… ¡nada!
De ayudar al sector agropecuario… ¡nada!
De abaratar el costo uruguayo… ¡nada!
De bajar impuestos… ¡nada!
De eliminar permisos, regulaciones, reservas de mercados y tantas otras trabas al crecimiento… ¡nada!
¿Cuando aparecerá en este país un líder que confronte con la izquierda sin medias tintas, sin tratar de travestirse en socialista buenito, diciendo fuerte y claro lo que hay que hacer para que el país vuelva a crecer fuerte como lo supo hacer cuando era liberal, igual que Argentina y Chile en aquellas épocas, doradas para todos, entendiendo y creyendo de verdad en la libertad como herramienta para mejorar a las sociedades?
El FA ahora es la versión original de la idea de hacer crecer el Estado (lo que está probado comparando hacia atrás en el tiempo o hacia el mundo ahora que sólo arruina a las sociedades) y se precisa un bloque político opuesto que rechace tajantemente eso y defienda la libertad, el achicamiento del Estado y la apertura de la economía.
Javier Milei lo hizo
Javier Milei lo hizo solito y se llevó el 56% de los votos, ¿acá nadie se anima?
Las recetas propuestas en esta campaña nos llevan, como a la rana que le calientan de a poco el agua, a un crecimiento ruin producto de un bajo nivel de inversiones, un sentimiento de frustración generalizado y creciente en la población y, lo que es peor, a la partida de nuestros mejores jóvenes en busca de destinos donde esforzarse haga la diferencia, no como aquí, donde vemos a la gente levantarse y trabajar durante 35 años para terminar con menos de lo que tenían sus padres o sus abuelos.
Sí presidente electo Orsi, tiene razón, tenemos que crecer mucho más, pero para eso… ¡viva la libertad!
Por Luis Romero Álvarez (fms.com.uy).