19 de marzo 2025 - 16:27hs

En una entrevista en el programa La Mañana de El Observador, el joven ingeniero en telecomunicaciones Rodrigo De Iuliis compartió su increíble historia de perseverancia y logro, al convertirse en el primer argentino en obtener su título universitario en la Antártida. A sus 27 años, De Iuliis defendió su tesis desde la base San Martín, cumpliendo un desafío único que combina la vida en uno de los lugares más inhóspitos del planeta con la tecnología y la educación a distancia.

Rodrigo De Iuliis relató cómo su vida cotidiana en la Antártida está marcada por la adversidad climática y las dificultades que surgen por las condiciones extremas. Actualmente, el clima en la base se mantiene en temperaturas cercanas a los 2 grados, con ráfagas de viento que pueden superar los 60 km/h, lo que incrementa la sensación térmica negativa. Sin embargo, la vida no es solo una batalla contra el frío: estudiar en un lugar tan remoto también implica resolver problemas relacionados con la tecnología.

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De Iuliis explicó que durante su último año de carrera, pudo realizar su tesis a distancia gracias a la conexión satelital. No obstante, las limitaciones de la comunicación en la región generaron algunos obstáculos. "Las velocidades de comunicación y la calidad del enlace no son las mejores. Tiene muchos microcortes", señaló, lo que lo motivó a desarrollar una solución innovadora. Como parte de su tesis, creó un sistema de mensajería similar a WhatsApp, pero exclusivo para la base San Martín, permitiendo la transmisión de mensajes y archivos de manera local sin la necesidad de utilizar el costoso enlace satelital.

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Un proyecto que beneficia a la vida en la Antártida

El proyecto de De Iuliis no solo le permitió graduarse, sino que también contribuyó a mejorar las condiciones de comunicación en la base antártica. "Mi tesis fue un aporte para la vida aquí, ya que facilitó la comunicación interna sin depender tanto del satélite", explicó el ingeniero. Este tipo de iniciativas tiene un gran impacto en la eficiencia y el bienestar de los científicos y el personal de la base, quienes dependen de las tecnologías para realizar sus tareas diarias.

La vida en la Antártida no es fácil. Los habitantes de la base San Martín, donde Rodrigo realiza su trabajo, enfrentan jornadas largas y arduas, sumidas en una rutina marcada por tareas como el mantenimiento del laboratorio y la obtención de agua potable, que se consigue mediante el derretimiento de hielo. A pesar de las condiciones extremas, De Iuliis remarcó la importancia de la rutina para mantener el orden y la disciplina, algo esencial cuando el aislamiento y las duras condiciones meteorológicas convierten al entorno en un desafío constante.

El reto de estudiar en condiciones extremas

Aunque Rodrigo había terminado la cursada de su carrera antes de viajar a la Antártida, la mayor dificultad fue realizar la tesis desde un lugar tan alejado y poco conectado con el resto del mundo. La historia de su graduación se hizo viral por su carácter único. Sin embargo, como él mismo aclaró, no fue el primer argentino en graduarse en el continente blanco. "Ya han habido otros antes que yo y merecen su reconocimiento", afirmó. No obstante, su caso particular radica en haber defendido la tesis desde allí, lo que lo convierte en el primer argentino en lograrlo de manera remota.

Rodrigo también compartió cómo fue la experiencia de celebrar su graduación en un ambiente tan inhóspito. Cuando recibió la noticia de que había aprobado su tesis, decidió celebrarlo de una manera muy particular: "Me tiré al agua helada", contó, aunque aclaró que fue un acto poco sensato. Sin embargo, la experiencia demuestra hasta qué punto se adapta el cuerpo a las extremas condiciones de la Antártida, un lugar donde el clima puede llegar a alcanzar temperaturas de hasta -3 grados en invierno.

La vida diaria en la base San Martín

La base San Martín, donde Rodrigo vive y trabaja, alberga actualmente a 24 personas, incluyendo científicos y personal de las fuerzas armadas. La rutina diaria está marcada por la necesidad de adaptación a un entorno donde las estaciones del año parecen casi inexistentes, especialmente en el verano, donde el sol nunca se oculta. "En invierno teníamos solo dos o tres horas de penumbra al día, y en verano era el sol de medianoche", explicó De Iuliis, quien describió cómo la falta de oscuridad puede alterar el ritmo circadiano de los residentes.

Los días en la base se estructuran con actividades compartidas, como el desayuno conjunto, y tareas esenciales para el funcionamiento de la estación, como la recolección de hielo para producir agua potable. De Iuliis detalló que estos trabajos no solo son fundamentales para su propia supervivencia, sino también para mantener la base operativa, en especial durante las largas jornadas de aislamiento en la que las condiciones climáticas extremas pueden hacer que se vuelva complicado hasta realizar las tareas más simples.

Innovación y logros en el fin del mundo

Con una mirada positiva, Rodrigo de Iuliis destacó que, a pesar de las dificultades, la experiencia de estudiar y trabajar en la Antártida ha sido una oportunidad única para hacer contribuciones significativas. "El trabajo que hicimos y los avances que logramos con la red de comunicación local serán de gran utilidad para todos los compañeros y la gente que vive aquí", concluyó.

Al final de la entrevista, De Iuliis, quien se siente orgulloso de haber sido parte de este proyecto, agradeció el reconocimiento recibido por parte de la sociedad, pero enfatizó que su historia es también un homenaje a aquellos que contribuyen con su trabajo en el continente blanco, a pesar de los desafíos. "Todo esto ha sido posible gracias a un esfuerzo colectivo. Sin todos los compañeros, no podría haber logrado este resultado", agregó.

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