Esta mañana mantuve una larga conversación con el presidente. Parecía tranquilo y muy confiado. Javier Milei dice que está vez será distinto.
Distinto a la lógica de los últimos noventa años, desde 1935 hasta 2025, incluida la convertibilidad. Noventa años en los que imperó, en la Argentina, la idea de que la suba del tipo de cambio siempre terminaba impactando en la inflación.
Sostiene Milei que el nuevo esquema de flotación cambiaria no implicará una devaluación. Qué aún cuando el dólar se acerque a los 1.400 pesos, esa suba no se trasladará, de manera automática, a los demás precios. Y que no lo hará, sostiene el presidente, porque, por primera vez, no existe la emisión de moneda espuria, que siempre termina en un desastre.
No sucederá nada malo porque esta vez no habrá suficientes pesos como para producir un cimbronazo mayor en el precio del dólar. O sea: porque “M”, la base monetaria, no se moverá.
Milei también dice que será distinto porque, por primera vez, en 90 años, los tres aspectos básicos de la macroeconomía están ordenados.
- El fiscal.
- El monetario.
- El cambiario.
Además, el gobierno, sostiene Milei, tiene 44 mil millones de dólares para enfrentar a “los especuladores, los que perdieron millones de dólares y pretenden recuperarlos, y los econochantas que vienen pifiando fuerte, y necesitan tener razón, cueste lo que cueste”.
¿Cómo llega a 44 mil millones?
- 20 mil del FMI.
- 12 mil del Banco Mundial.
- 10 mil del BID.
- 2 mil del RIPO.
Dice Milei que le sobran recursos. Que con la base monetaria actual el tipo de cambio podría valer apenas 650 pesos. Y que con la base monetaria ampliada podría llegar hasta los 911 pesos. Es decir: muy por debajo de los 1.000 pesos.
Pero mañana será el día D
Asegura Milei que aún cuando durante el primer día los especuladores traten de llevar al dólar al techo de la banda, más allá de los 1.400 pesos, al Banco Central “le sobrarían” 15 mil millones de dólares para evitar una corrida.
Nadie puede negar que la de Milei y Luis Caputo es una jugada audaz, y sorprendente. Sin embargo, los campeones del diario del lunes dicen que la hicieron porque no tenían otra alternativa.
Los analistas un poco más serios reconocen que Milei y Caputo tomaron un alto riesgo, basado en las siguientes premisas:
- El equilibrio fiscal.
- El control de la calle.
- Y el sostenimiento de la imagen positiva del presidente.
Supongamos que todo les sale bien. Por lo menos, durante los primeros días. O las primeras semanas. Incluso los primeros meses.
Aún así, nadie puede descartar, ni siquiera el presidente, o Caputo, que la guerra comercial de Donald Trump contra China haga subir los precios de los insumos importados que se consumen en Argentina. O que la baja del precio del petróleo y de la soja, por poner a dos de los productos que más ingresos de divisas le generan al país, afecten el objetivo de acumular más dólares y así mejorar el nivel de reservas del Banco Central.
Sostiene Milei que el FMI no les impuso nada. Que la mayoría de las reformas que contiene el acuerdo ya habían sido propuestas por el gobierno, ni bien asumió. Y que las metas del equilibrio fiscal están sobrecumplidas.
Entonces, de nuevo, le pregunté:
¿Usted puede asegurar que no se va a producir un salto inflacionario? "Con una base monetaria inamovible, lo que puede haber es un reacomodamiento de precios relativos. Y el tipo de cambio, en este contexto, será un precio más. Es decir: podrá haber un movimiento del precio relativo del dólar versus el de los demás bienes", me respondió.
Le pregunté, entonces, si todo marcha de acuerdo al plan, como dicen él y el ministro.
¿Por qué el Banco Central tuvo que salir a vender más de 2.000 millones de dólares en marzo y casi 800 de millones de dólares en lo que va de abril? Me contestó: "Porque, ante la inminencia del acuerdo con el FMI, los rumores sobre la modificación del régimen cambiario hicieron que se apurara la liquidación de importaciones y se postergara la liquidación de exportaciones. Pero a partir de mañana, eso será exactamente al revés".
También le pregunté si está tan seguro de que el dólar no subirá, o el peso no se depreciará, y que un eventual incremento del tipo del cambio no se trasladará de inmediato a los precios.
¿Para qué impuso un esquema de flotación, desde 1.000 hasta 1.400 pesos? “Para acotar la volatilidad vinculada al factor de expectativas y a lo que pueda pasar con la economía del resto del mundo”, afirmó.
Será cuestión de creer o reventar
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