Este viernes 22 de noviembre, Argentina despidió a uno de sus personajes emblemáticos: Roberto Giordano. El célebre peluquero y estilista falleció a los 75 años, luego de someterse a una cirugía coronaria que su cuerpo no resistió. La noticia, confirmada por su círculo cercano, deja un vacío en el mundo de la moda y el espectáculo.
Figura clave en los años 80 y 90, Giordano no solo se destacó por su talento como estilista, sino también por su capacidad para transformar la peluquería en un espectáculo cultural. Su icónica frase “¡No me peguen, soy Giordano!” trascendió generaciones y reflejó el impacto mediático de su figura.
El velatorio se realizará este sábado en el Cementerio de La Chacarita, donde familiares, amigos y admiradores podrán despedirse de quien dejó una huella indeleble en la cultura popular argentina.
De la cúspide del glamour a los problemas judiciales: la vida de Roberto Giordano
Roberto Giordano se convirtió en un ícono en la década del 90, cuando sus desfiles de moda eran el centro de atención de los veranos en Punta del Este, Mar del Plata y Pinamar. Esos eventos, presentados junto a la modelo y conductora Teté Coustarot, combinaban música, celebridades y diseños de alta costura, consolidándose como un espectáculo imperdible en la televisión argentina.
Figuras como Valeria Mazza, Pampita, Nicole Neumann y Andrea Frigerio confiaban en sus manos para lucir impecables. Ser parte de su pasarela era sinónimo de éxito, una puerta de entrada al estrellato. Su emblemática frase “¡Qué noche, Teté!” quedó grabada en la memoria colectiva, reflejando el brillo y la sofisticación de esos encuentros.
Giordano también expandió su influencia a través de una red de franquicias con peluquerías en Argentina y el exterior. Su local central, ubicado en el barrio porteño de Palermo, era un punto de referencia para la alta sociedad.
Los primeros tropiezos: polémicas y acusaciones
La vida pública de Giordano no estuvo exenta de controversias. En 1995, un incidente en el estadio Monumental, donde fue agredido por hinchas rivales, dio lugar a su célebre frase “¡No me peguen, soy Giordano!”. Este episodio marcó el inicio de una etapa de altibajos en su carrera.
En 1998, fue acusado de intimidar a un equipo periodístico, episodio que sumó tensión a su relación con los medios. En 2002, su imperio comenzó a tambalear cuando la Justicia inició una investigación por evasión impositiva y facturación en negro, lo que derivó en allanamientos a 16 de sus peluquerías.
La caída: de la quiebra al exilio
El declive definitivo llegó en 2010, cuando la Justicia Comercial decretó su quiebra debido a una deuda de 2,5 millones de dólares. La situación se agravó con acusaciones de insolvencia fiscal fraudulenta, evasión de aportes patronales y el ocultamiento de bienes a través de sociedades ficticias.
En 2016, recibió una condena de dos años y cuatro meses de prisión en suspenso por evasión impositiva. Aunque fue sobreseído en algunas causas, las deudas y los litigios laborales lo llevaron a perder gran parte de su patrimonio.
Con una imagen deteriorada y enfrentando prohibiciones de salida del país, Giordano se trasladó a Uruguay, donde buscó llevar un perfil más bajo. Allí residió durante sus últimos años, alejándose de los reflectores pero no del todo de las polémicas.
Un legado ambivalente: genio, showman y personaje controvertido
Roberto Giordano dejó una huella imborrable en la cultura argentina. Sus desfiles no solo fueron vitrinas de moda, sino verdaderos espectáculos que marcaron un antes y un después en la industria.
Sin embargo, su vida personal y profesional estuvo llena de contrastes. Desde su apogeo como estilista de las estrellas hasta sus enfrentamientos con la justicia y su lucha por mantener un lugar en la industria, su historia refleja los altibajos de una figura mediática.
La última etapa y el fin de una era: entre la fragilidad y los recuerdos
En los últimos años, Giordano enfrentó problemas de salud que lo alejaron aún más de la vida pública. En 2023, fue intervenido quirúrgicamente por una afección cardíaca, lo que marcó un deterioro físico evidente. Según allegados, pasaba días en los que perdía la lucidez y dependía del cuidado de su exesposa, Mirta Servanda Almirón.
A pesar de todo, nunca perdió el amor por su oficio. Durante la pandemia, ofreció clases de peluquería por Zoom y colaboró en comedores vecinales en Uruguay, demostrando que su pasión por el arte del estilismo permanecía intacta.
La muerte de Roberto Giordano no solo marca el final de una vida, sino también el cierre de una era en la moda argentina. Desde sus años de esplendor hasta sus días más oscuros, su historia es un reflejo de los contrastes de una figura que dejó su impronta en cada ámbito que tocó.