Fue en un contexto tan cotidiano como jugar al básquet con amigos en un club de barrio y de disfrutar el post partido en un mal restaurante, que surgió la necesidad de encontrar lugares que ofrecieran comida abundante, rica y sin pretensiones.
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De izquierda a derecha: Matías Pierrad, Facundo Vozzi, Martín Pait, Román Battiato y Nicolás Beaumont.
“En 2014, jugábamos todos los miércoles al básquet en el Club Palermo y después nos quedábamos en el buffet como cualquier grupo de amigos. Se dio la casualidad de que el lugar era muy malo y la comida era pésima. Eso nos obligó a buscar lugares para comer en los alrededores. Y los alrededores era territorio gourmet”, señaló Pierrad.
Esas primeras frustraciones gastronómicas entre “finas hierbas, colchón de verdes, gravlax de no sé qué, menú de pasos y polémicas empanadas en frascos”, fueron el disparador para concebir una guía personal de lugares que los representara mejor y que con el tiempo se transformó en el blog de Antigourmet, la piedra fundacional del proyecto. Y sin saberlo, ese espacio virtual fue el germen de lo que luego se convirtió en una comunidad que, al poco tiempo, alcanzaba los primeros 5.000 seguidores.
“Una vez nos clavamos, dos veces nos calentamos, tres veces fue un montón. Decidimos empezar nuestra propia guía de lugares. Al principio el Anti era un mapa solo para nosotros. El blog contiene las reseñas de los bodegones que nos gustaban. Al poco tiempo, ya teníamos los primeros 5.000 seguidores y se armó la Comunidad de Amantes del Bodegón. Por eso siempre decimos que el Anti, era una joda y se quedó”, precisó Pierrad.
La autenticidad como factor diferenciador
Antigourmet se destacó rápidamente en un mercado saturado de propuestas gastronómicas por su enfoque auténtico, algo que Pierrad atribuye a su forma de saborear el proceso. "Disfrutamos mucho del camino", afirmó. Y reveló que no tenían un plan de negocios ni metas predeterminadas.
El paso siguiente fue abrir “La Esquina del Antigourmet”, un bar en Palermo, que surgió de una simple idea: "Facu, que es maestro cervecero, un día dijo ‘me gustaría poner un bar’. Bueno, pongamos el bar del Anti".
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Matías Pierrad recordó cómo, a pesar de las dificultades económicas, lograron mantenerse a flote con creatividad, energía y arduo trabajo.
La propuesta se desarrolló sin grandes conocimientos previos de gastronomía, pero con una profunda convicción de lo que iban a ofrecer. "Como no queríamos competirle a los bodegones, sino que fuera un lugar de difusión de la cultura gastronómica, nos pusimos muchos límites", explicó Pierrad. Por eso, no podían tener parrilla, pastas, pescados, provoletas, y “un montón de cosas más” porque esos platos estaban en las fondas y ellos querían recomendar a los comensales que fueran a visitarlas.
Entonces, la carta fue deliberadamente simple y contundente con solo cinco platos: la picada de un kilo, el sándwich "La Insoslayable" (con doble milanesa, dos huevos fritos, jamón, queso, tomate, lechuga y abundante provenzal), la tortillas gigantes “OBNI” (Objeto Babé No Identificado), los buñuelos de acelga (que se convirtieron en emblemas de este espacio), y un sándwich de carne al horno.
Superar la pandemia y aprender de los errores
El desafío de los primeros años, como en muchos emprendimientos, fue la falta de recursos. Pierrad recordó cómo, a pesar de las dificultades económicas, lograron mantenerse a flote con creatividad, energía y arduo trabajo.
“En la actualidad, el proyecto es sustentable. Pero nos costó unos siete años y superar una pandemia para que eso suceda. Cuando cerramos por el Covid, Facu nos dijo: ‘Tenemos tres meses de vida antes de fundirnos’. Y lanzamos el ‘Sanguche de Milanesa Futuro: comprá un sanguche, ayudanos a sobrevivir y lo venís a buscar cuando volvamos a abrir las puertas’”, rememoró. Y reveló el resultado: “Vendimos unos 700 sanguches. Logramos pagar sueldos y servicios, y superamos la pandemia. Otra vez, gracias a la comunidad”.
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El concepto de "honestidad gastronómica" es clave en la filosofía de Antigourmet.
A lo largo de los años, Pierrad y su equipo aprendieron valiosas lecciones de los errores cometidos, algo que el propio cofundador resumió de manera simple. "El que hace se equivoca. Desde el comienzo que venimos tropezando. Fui a dar un montón de charlas sobre el proyecto y me la paso hablando de los errores que cometimos. Hacemos. Sin miedo al fracaso. Nos equivocamos, aprendemos, iteramos y seguimos en camino", formuló.
La actitud de no temer al fracaso y aprender de cada tropiezo se reflejó en el proceso creativo continuo de Antigourmet, algo que en su visión, se asemeja al trabajo de los programadores. "De los cinco amigos, tres somos programadores. En la profesión, hay algo innato en equivocarse. Tenés que escribir un código y apretar play. El 99,9% de las veces no anda. Corregís, play, no anda. Hasta que en un momento, después de muchos intentos, el bicho toma vuelo y hace más o menos lo que uno espera", expresó Pierrad.
Y descubrió: “De hecho, en esta respuesta me acabo de dar cuenta cómo funciona el Antigourmet. Nunca lo había pensado de esta manera".
La honestidad gastronómica: el pilar fundamental de Antigourmet
Para Pierrad, el éxito de Antigourmet no se mide por las cifras en su cuenta bancaria o la expansión en forma de franquicias, sino por la durabilidad del proyecto y la amistad que lo sustenta. "Si por esto nos peleamos, lo cerramos. Que cinco amigos, sigan juntos después de 10 años, con miles problemas y desafíos, por algo es. Solo con eso, con nuestra amistad perdurando, es un caso de éxito”, afirmó.
El concepto de "honestidad gastronómica" también fue clave en la filosofía de Antigourmet. "Los bodegones que tanto amamos tienen 100 años. Claramente si se hubiesen subido a una tendencia no estarían vivos. Así que creemos en eso. En lo genuino, que también puede ser visto como simpleza. Y en lo auténtico, que es mostrarte tal cuál sos", indicó.
Y explicó que la honestidad está presente en el día a día de los bodegones, desde un mozo que te recomienda no pedir pescado ese día hasta un dueño que se sienta a escuchar a sus clientes. "Nosotros hicimos un par de cosas muy bien y sin saberlo", añadió.
Antigourmet: un proyecto transmedia
En la actualidad, el proyecto se expandió a otros formatos, como series y contenido en medios, y un documental próximo a realizarse. "El Antigourmet es un proyecto transmedia. Somos un medio de comunicación online y offline que se cruza de carril permanentemente", dijo Pierrad.
Su capacidad de adaptarse a los cambios de los medios y seguir contando historias sobre los bodegones es el combustible de Antigourmet. “Amamos los bodegones. Amamos contar historias. Amamos crear Comunidad. No importa a través de qué canal lo contemos, la idea es siempre la misma”, sostuvo.
Además de “La Esquina del Antigourmet”, en Soler y Ravignani, los cinco amigos están al frente del bufet del Club Círculo Urquiza y tienen su primera franquicia en Junín en una estación de servicio sobre la Ruta 7. También poseen una agencia digital de comunicación 360° y una productora audiovisual integral. Administran sus propias redes sociales con presencia en Youtube y un podcast en Spotify, mientras continúan con las historias de bodegones en el blog. Y desarrollaron “Bodegoles”, donde unieron futbol y comida para TNT Sports y Olé, y “Estación con Bodegón” para el SubTV.
Una advertencia para futuros emprendedores
Para finalizar, Pierrad ofreció un consejo para aquellos que piensan en comenzar con un emprendimiento y enfatizó la importancia de ser fiel a lo que realmente les apasiona. "Dedicate el tiempo necesario para saber lo que te gusta de verdad. En mi caso, yo sé que el Antigourmet me va a acompañar hasta que me muera. No importa si es exitoso, si gano plata o si se vuelve referente mundial. Me va a acompañar porque me encanta", garantizó.
Además, advirtió que el verdadero objetivo no es buscar el éxito a toda costa. "Una vez me preguntaron: ¿Cuál es el objetivo del Antigourmet? Y respondí: ver hasta dónde llega". Y recalcó que lo más importante es llenar el proyecto de valores fundacionales que no se puedan cambiar. "En nuestro caso: honestidad, familiaridad, solidaridad, paciencia", enumeró.
La filosofía que define la esencia de Antigourmet está centrada en la autenticidad y en la comunidad. En ese sentido, Pierrad destacó que el verdadero motor de cualquier emprendimiento está en la construcción de una congregación fiel. "Para que el Anti funcione, necesito que entren por la puerta 80 personas por día y que tengan ganas de volver. Con 2.500 personas que conozcan y amen al Anti, el proyecto camina solito", explicó.
Mirando hacia el futuro, destacó tres grandes desafíos para los próximos años de Antigourmet. El primero, abrir una Embajada del Anti en cada provincia, con el objetivo de llevar la cultura bodegonera al interior del país. El segundo, crear nuevos formatos artísticos como teatro, stand-up, música y arte callejero.
Y, por último, la importancia estar cerca de los dueños de bodegones para acercarles soluciones y mejoras tecnológicas sin que tengan que poner plata. “Para que no se queden atrás. Porque ahora, que están revalorizados, es el momento de defender el lugar. Y porque los gourmets están agazapados, siempre listos para volver a vender sus temibles colchones de verdes”, concluyó Pierrad.
Lo que comenzó como una pequeña frustración entre amigos, se transformó en un proyecto que desafió las expectativas y demostró que, cuando uno cree en algo con pasión y perseverancia, no hay obstáculo que no se pueda superar. Antigourmet no solo nació de una idea, sino del coraje de cinco personas dispuestas a transitar un camino incierto, sin miedo a los errores, sin temor al fracaso.
A lo largo de los años, enfrentaron dificultades, tropiezos y desafíos, pero siempre mantuvieron su mirada fija en lo que realmente importaba: ser fieles a sus valores y a su esencia. En la actualidad, Antigourmet es más que un emprendimiento, es una lección de vida. Es una demostración de que, cuando el corazón está en el lugar correcto, los sueños no solo son posibles, sino que también pueden perdurar.