7 de marzo 2025 - 16:42hs

A pocos metros del penal de Devoto, en el club atlético General La Madrid, un grupo de entusiastas practica un deporte poco convencional: la esgrima de cuchillo, también llamada "esgrima tumbera" o "esgrima villera". Esta disciplina recrea, bajo reglas estrictas y con implementos seguros, los combates que ocurrían en las cárceles con facas improvisadas. Lo que para muchos puede parecer un vestigio de la violencia carcelaria, para otros es una actividad con potencial deportivo y de reinserción social.

La esgrima de cuchillo ha crecido en Argentina y ya cuenta con al menos ocho o nueve escuelas registradas, según sus practicantes. En mayo se llevará a cabo el tercer torneo nacional, y en septiembre el Campeonato Sudamericano en Buenos Aires. A nivel internacional, Francia, Rusia y Ucrania lideran esta práctica con campeonatos anuales y equipos competitivos. En Argentina, el número de interesados en este deporte ha aumentado significativamente, con nuevas academias abriendo en distintas provincias.

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De las cárceles a la competencia reglada

Si bien la esgrima de cuchillo se inspira en los enfrentamientos carcelarios, sus organizadores insisten en que no es una promoción de la violencia. "Nosotros enseñamos un sistema deportivo, con reglas y protecciones, como cualquier arte marcial", explica Federico Escamez, instructor y promotor de la disciplina. En las competencias, los luchadores utilizan cuchillos de goma o plástico duro, cascos de esgrima, guantes y protecciones corporales. "En Europa usan cuchillos de teflón, pero acá optamos por materiales más accesibles", detalla.

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Las reglas son precisas: los golpes a la cabeza otorgan tres puntos, los toques en pecho y abdomen suman dos, y los impactos en brazos o piernas valen uno. Como en la esgrima tradicional, gana quien acumula más puntos dentro de un tiempo determinado.

Uno de los elementos más llamativos es el uso del poncho, inspirado en las peleas de los gauchos, quienes lo utilizaban para envolver sus brazos y amortiguar golpes. "Los gauchos resolvían sus disputas en duelos de poncho y facón, al igual que los malevos de principios del siglo XX", comenta Escamez. Aunque esta variante no se incluye en torneos, se practica como parte del entrenamiento. "Hay un fuerte componente cultural en la esgrima de cuchillo. No solo tomamos técnicas de los penales, sino también del pasado criollo argentino", agrega.

Un camino hacia la reinserción social

El deporte no solo ha crecido en el circuito competitivo, sino que también se presenta como una alternativa de reinserción social. Escamez, quien pasó varios años en la cárcel, encontró en la esgrima tumbera una forma de canalizar su interés por las artes marciales filipinas. "Recuperé la libertad un miércoles y el sábado ya estaba entrenando", relata. Su historia es una de muchas: la comunidad que practica este deporte incluye exdetenidos, trabajadores y jóvenes en búsqueda de una actividad distinta.

"El deporte te aleja de todo lo malo", afirma Escamez. Su escuela recibe hombres y mujeres mayores de 18 años, sin distinción de peso o altura. "Acá no importa si medís 1,60 o 1,90, la técnica y la velocidad son clave", enfatiza. En las clases, se hace especial énfasis en la movilidad de piernas y la capacidad de esquivar golpes, un factor clave para dominar este tipo de combate.

La práctica de la esgrima tumbera ha despertado curiosidad y controversia. Algunos críticos argumentan que legitima una tradición violenta, mientras que sus defensores destacan su valor como disciplina deportiva. "En los penales existen códigos de pelea, como los 'picaditos', donde solo se hieren brazos y piernas. Acá tomamos lo técnico, no la violencia", asegura Escamez. También destaca que algunos exreclusos han logrado insertarse en la sociedad a través de este deporte, alejándose de la reincidencia.

Otro de los aspectos que se han desarrollado en la práctica de la esgrima tumbera es el entrenamiento mental y estratégico. "No es solo cuestión de moverse rápido o saber atacar. Hay que pensar cada movimiento, anticipar al rival y saber cuándo es el momento oportuno para lanzar un golpe", explica Escamez. Este tipo de pensamiento táctico es lo que diferencia a los mejores competidores en los torneos.

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