30 de diciembre 2024 - 15:51hs

Jorge Lanata no fue simplemente un periodista influyente, fue un testimonio viviente de las contradicciones que atraviesan el periodismo argentino. Desde sus primeros pasos en el periodismo gráfico hasta su salto a la televisión, Lanata se consolidó como una figura clave en el debate público, combinando el rigor de la investigación con un estilo provocador y frontal que lo convirtió en una figura polémica, pero difícil de ignorar. Fundador de Página/12 y creador de programas como Día D y Periodismo Para Todos (PPT), su carrera estuvo marcada tanto por el éxito como por la controversia, en gran parte por su postura crítica frente al poder en todas sus formas, incluidas las estructuras políticas y mediáticas.

Nacido en Mar del Plata el 12 de septiembre de 1960, Jorge Lanata mostró un temprano interés por el periodismo. A los 14 años, ya colaboraba en medios menores, lo que indicaba su precoz vocación por una profesión que lo definiría para siempre. Fue en Buenos Aires, sin embargo, donde su carrera realmente cobró forma. Tras sus inicios en medios locales, su participación en revistas como El Porteño lo catapultó a una escena periodística que emergía en plena transición democrática en Argentina, un contexto que le permitiría desarrollar su estilo combativo e irreverente.

A lo largo de su vida, Lanata enfrentó desafíos personales que no estuvieron exentos de visibilidad pública. Su adicción a las drogas, un problema que él mismo abordó en varias oportunidades, fue uno de los obstáculos más duros que debió enfrentar. Sin embargo, fue su búsqueda incesante de la verdad y su capacidad para poner en jaque a los poderosos lo que lo consolidó en la arena pública. Su figura fue asociada tanto con su valentía para investigar y denunciar como con los conflictos y debates que sus métodos generaban.

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En los últimos años, Lanata lidió con serios problemas de salud que lo alejaron, en parte, del protagonismo mediático. Diversas afecciones, incluyendo una enfermedad renal que lo llevó a un trasplante, marcaron esta última etapa de su vida, en la que las hospitalizaciones se volvieron recurrentes. Sin embargo, aún retirado parcialmente de la actividad diaria, su figura continuó siendo un referente en el periodismo argentino. Su legado, repleto de logros pero también de controversias, seguirá siendo objeto de análisis y debate durante muchos años.

Los comienzos: el joven Lanata en el periodismo gráfico

Jorge Lanata inició su carrera periodística de manera precoz, a los 14 años, cuando colaboraba en medios menores. Su primera gran oportunidad llegó de la mano de El Porteño, una revista que marcaba el pulso contracultural de una Argentina que se encontraba en plena transición de la dictadura militar a la democracia. El Porteño, surgida en un contexto de efervescencia política y social, ofrecía un espacio alternativo donde las voces críticas y los debates sobre derechos humanos, política y cultura emergían con fuerza.

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Lanata, a los 20 años, encontró en la revista el lugar perfecto para afianzar su vocación periodística y para forjar un estilo que se basaba en la confrontación directa y la denuncia. Su tiempo en El Porteño lo consolidó como una de las voces jóvenes más interesantes de la época, ya que sus investigaciones, a menudo sobre temas que otros medios evitaban, le dieron una visibilidad particular en el panorama periodístico. Este periodo, sin duda, fue clave en su formación como periodista de investigación, una especialización que dominaría con el tiempo y que llevaría más tarde al gran público a través de su incursión en la televisión.

El Porteño también fue el semillero de muchas otras figuras del periodismo que, como Lanata, utilizaron ese espacio para exponer las tensiones que atravesaban a una sociedad en proceso de redefinición. Los años que pasó en la revista fueron fundamentales para que Lanata adquiriera las herramientas de investigación y análisis que lo acompañarían durante toda su carrera.

Después de su paso por El Porteño, Lanata ya había hecho un nombre dentro del periodismo gráfico. Sin embargo, su verdadero salto se produciría en 1987, con la fundación de Página/12. Este diario no solo cambiaría su carrera, sino que también marcaría un punto de inflexión en el periodismo gráfico argentino.

La fundación de Página/12 y la revolución del periodismo gráfico

En 1987, Jorge Lanata, con solo 26 años, fundó Página/12, un diario que transformaría el periodismo en Argentina. El medio se destacó desde sus primeros números por su estilo incisivo y combativo, ofreciendo un enfoque crítico que rompía con las normas establecidas por los grandes diarios tradicionales. En un contexto de recuperación democrática, Página/12 se alineaba con los intereses sociales y políticos emergentes, lo que lo convertía en un refugio para aquellos que buscaban una visión alternativa de los acontecimientos del país.

Lanata lideró un equipo de periodistas que compartían su pasión por la investigación y la denuncia, y juntos desarrollaron un enfoque que combinaba el rigor periodístico con una postura clara frente a los temas que cubrían. El diario se caracterizaba por ir más allá de los titulares, profundizando en las raíces de la corrupción, así como en las secuelas que la dictadura había dejado en la sociedad. Este enfoque comprometido e incómodo para muchos sectores del poder político y económico rápidamente ganó adeptos, y Página/12 se convirtió en el diario de referencia para aquellos que buscaban un periodismo más audaz.

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Uno de los aspectos más discutidos en la historia de Página/12 fue su financiamiento inicial. El apoyo económico recibido de Enrique Gorriarán Merlo, exmiembro del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), generó especulaciones sobre la independencia del medio. A pesar de las críticas, Lanata siempre defendió la autonomía editorial del diario, rechazando que el origen de los fondos hubiera comprometido la línea crítica del periódico. Sin embargo, la relación con Gorriarán Merlo, que luego participaría en el ataque al Regimiento de La Tablada en 1989, es uno de los capítulos más polémicos en la historia de la publicación.

A lo largo de los años, Página/12 se consolidó como un bastión del periodismo crítico y de investigación. Su estilo rompedor incluía desde el humor ácido en las tapas hasta secciones que ofrecían un análisis profundo de derechos humanos, política internacional y cultura, acompañado por las ilustraciones de artistas como Rep (Miguel Repiso). Bajo la dirección de Lanata, el diario se convirtió en un símbolo de la resistencia crítica frente al poder establecido, y fue una plataforma en la que muchos jóvenes periodistas encontraron un espacio para desarrollar sus voces.

Aunque Página/12 sigue siendo un referente en el periodismo argentino, su periodo más influyente fue durante los años 90, cuando se convirtió en un espacio de resistencia y análisis en una Argentina que atravesaba profundas transformaciones políticas y económicas. El estilo que Lanata imprimió al diario marcó una nueva era para el periodismo gráfico, y su impacto sigue resonando hasta hoy.

Lanata en la televisión: el salto a la masividad

En 1996, Jorge Lanata hizo su incursión definitiva en la televisión con el programa Día D, emitido por América TV. Este fue un punto de inflexión en su carrera, ya que logró trasladar el periodismo de investigación a un formato masivo, alcanzando una audiencia que hasta ese momento no tenía acceso a este tipo de contenidos en horario central. Día D no solo cubría casos de corrupción, sino que también introducía un enfoque novedoso para la televisión argentina, combinando el análisis profundo con elementos de humor y debate, algo poco común en los programas periodísticos de la época.

El programa fue un éxito inmediato, en parte gracias a la habilidad de Lanata para exponer con claridad los problemas estructurales del país, y en parte por su estilo desenfadado y directo, que no temía incomodar a las figuras más poderosas del escenario político y económico. Día D ofrecía investigaciones que destapaban corrupción en la administración pública, vínculos oscuros entre empresarios y políticos, y abordaba crímenes cometidos durante la dictadura, algunos de los cuales aún no habían sido plenamente esclarecidos en esos años.

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Este formato innovador y audaz fue una fuente de inspiración para otros programas que surgieron después, y consolidó a Lanata como una referencia indiscutible del periodismo televisivo. La presencia de Lanata en la televisión influyó en una nueva generación de periodistas que vieron en su estilo una manera efectiva de llevar el periodismo de investigación a una audiencia más amplia. En muchos sentidos, Día D fue el precursor de programas que luego combinarían el periodismo serio con el entretenimiento, demostrando que era posible capturar a un público masivo sin sacrificar la profundidad de las investigaciones.

Sin embargo, con el éxito de Día D también vinieron tensiones. Lanata se ganó poderosos enemigos en los ámbitos político, económico y mediático debido a su crítica abierta y frontal. Aunque el programa consolidó su figura en la televisión argentina, también lo posicionó como una de las voces más polarizantes de la época. Para muchos, Día D representó un antes y un después en la televisión argentina, ya que demostró que el medio podía ser una herramienta eficaz para la denuncia de abusos y la investigación periodística de calidad.

El éxito de Día D ayudó a Lanata a afianzar su estilo característico, una combinación de rigor, provocación y humor que lo convirtió en una figura difícil de encasillar. Si bien su presencia en la televisión lo catapultó a una nueva dimensión de popularidad, también intensificó las controversias y las críticas hacia su trabajo.

El fracaso de Crítica de la Argentina

Uno de los episodios más dolorosos en la carrera de Jorge Lanata fue el fracaso de su proyecto Crítica de la Argentina, un diario que fundó en 2008 con la intención de replicar el éxito de Página/12, pero en un contexto muy diferente. Crítica surgió como una respuesta de Lanata a lo que él consideraba la creciente alineación de los medios gráficos con intereses políticos y económicos. El objetivo era crear un espacio de periodismo independiente y de investigación, que funcionara como una alternativa crítica en un momento donde las tensiones entre medios y gobierno eran cada vez más evidentes.

En sus primeros meses, Crítica logró capturar el interés de un público que buscaba un enfoque más independiente y crítico del gobierno kirchnerista. Sin embargo, el proyecto enfrentó enormes dificultades económicas desde el comienzo. A diferencia de los grandes medios como Clarín o La Nación, Crítica no contaba con el respaldo financiero necesario para sostenerse en un contexto económico adverso. La falta de publicidad y la caída en las ventas provocaron problemas que se fueron agudizando con el tiempo.

En 2010, el diario cerró definitivamente, dejando a más de 170 trabajadores en la calle. Este episodio desató protestas y reclamos, y muchos excolaboradores criticaron a Lanata por no haber defendido el proyecto hasta el final. Si bien él había abandonado la dirección del diario un año antes de su cierre, este fracaso fue un golpe tanto personal como profesional. Crítica representó un recordatorio de que el periodismo gráfico, por más comprometido que fuera, estaba a merced de factores económicos que muchas veces escapaban al control de los propios periodistas.

PPT y la vuelta al centro de la escena

A lo largo de su carrera, Jorge Lanata nunca estuvo lejos de la controversia, una constante que parece haber definido su trayectoria. Uno de los episodios más discutidos fue su decisión de unirse al Grupo Clarín en 2012 para lanzar Periodismo Para Todos (PPT), un programa que se convertiría en un espacio central de la televisión argentina. Esta alianza resultó particularmente sorprendente para muchos, ya que durante años Lanata había sido un crítico feroz de la concentración mediática en manos de Clarín. Este cambio de rumbo generó una ola de críticas, en especial entre aquellos que lo habían considerado un símbolo de la independencia periodística.

Lanata, sin embargo, defendió su decisión, argumentando que, aunque trabajaba para un conglomerado que él mismo había criticado, su independencia editorial permanecía intacta. Para muchos de sus seguidores, su trabajo en PPT representó una continuación de su compromiso con la denuncia del poder, esta vez centrado en la administración kirchnerista, cuyas políticas fueron el principal blanco de las investigaciones del programa. PPT reveló casos de corrupción como el escándalo de la "ruta del dinero K", utilizando un formato que combinaba recursos teatrales y humorísticos para captar la atención de una audiencia masiva.

Embed - "La bóveda K" (Jorge Lanata en PPT)

El programa, sin embargo, no estuvo exento de críticas. Si bien algunos celebraban la valentía de Lanata al exponer la corrupción, otros consideraban que la mezcla de periodismo serio con entretenimiento trivializaba la gravedad de los temas que se abordaban. En ese sentido, Lanata se convirtió en el símbolo más visible de la oposición mediática al kirchnerismo, lo que lo posicionó en el centro de un intenso debate sobre la función del periodismo en tiempos de polarización política.

A pesar de las críticas y los cuestionamientos sobre su vinculación con Clarín, Lanata mantuvo su postura de que su misión como periodista era siempre estar en contra del poder, sin importar quién lo ejerciera. Esta filosofía guio gran parte de su trabajo en PPT, pero también acentuó las divisiones en el periodismo argentino, haciendo de Lanata una figura clave en una batalla mediática que, como él mismo decía, reflejaba la creciente polarización del país.

Su vida personal: dificultades y problemas de salud

La vida personal de Jorge Lanata estuvo marcada por dificultades que trascendieron lo meramente profesional. A lo largo de su carrera, Lanata fue abierto respecto a su lucha contra la adicción a las drogas, un problema que reveló en varias entrevistas y que formó parte central de su vida privada. Su adicción, en particular a la cocaína, lo llevó a un punto crítico en su vida, del cual logró salir después de someterse a tratamientos de desintoxicación. En varias ocasiones, Lanata habló de estas experiencias como batallas personales tan difíciles como las que enfrentaba en el ámbito profesional.

Además de las luchas con las adicciones, su salud física fue deteriorándose con los años. En 2015, Lanata fue diagnosticado con una afección renal que lo llevó a someterse a un trasplante de riñón, lo que marcó el inicio de una serie de complicaciones médicas que se fueron agravando con el tiempo. A esto se sumaron problemas derivados de su diabetes, enfermedad que lo afectó profundamente en sus últimos años y que lo llevó a ser hospitalizado en varias ocasiones.

A nivel familiar, Lanata siempre subrayó la importancia de sus hijas en su vida, aunque reconocía que su intensa carrera profesional y su carácter a veces dificultaban las relaciones. Estuvo casado en dos ocasiones, y aunque su vida familiar nunca fue el foco de atención pública, él mismo admitía que sus problemas personales influyeron en sus vínculos más cercanos.

En la última etapa de su vida, Lanata se fue alejando de los medios, aunque su figura seguía presente en el debate público. Las hospitalizaciones recurrentes lo mantuvieron alejado de la televisión y la radio, pero incluso en esos momentos, Lanata continuaba siendo una referencia ineludible para el periodismo argentino. Su lucha contra la enfermedad y su capacidad para reinventarse una y otra vez formaron parte de la narrativa que lo acompañó hasta sus últimos días.

El legado de Lanata en el periodismo argentino

Jorge Lanata dejó un legado que trasciende los medios que fundó o los programas que condujo. Su capacidad para combinar la denuncia con el entretenimiento, su insistencia en desafiar al poder en todas sus formas y su habilidad para adaptar el periodismo a distintos formatos hicieron de él una figura emblemática del periodismo en Argentina. Tanto en la gráfica como en la radio y la televisión, Lanata supo entender las demandas del público, sin perder su sentido crítico ni su disposición a incomodar a quien fuera.

El impacto de Página/12 y Día D sigue resonando hoy en día. Página/12 continúa siendo un referente del periodismo de investigación, mientras que Día D y Periodismo Para Todos marcaron un antes y un después en la televisión argentina, al demostrar que el periodismo de denuncia podía atraer audiencias masivas sin sacrificar profundidad. Su estilo, a menudo polémico, inspiró a toda una generación de periodistas que vieron en él un modelo a seguir, pero también generó divisiones que lo convirtieron en una figura polarizante.

Uno de los aspectos más importantes del legado de Lanata fue su capacidad para movilizar al público y lograr que las investigaciones periodísticas y las denuncias contra la corrupción tuvieran un impacto real en la sociedad. A lo largo de su carrera, dejó claro que el periodismo no solo informa, sino que también denuncia, toma posición y expone las tensiones que atraviesan a una sociedad.

Amado y criticado en igual medida, Lanata fue una figura que no dejó a nadie indiferente. Su capacidad para generar debate, tanto en el ámbito periodístico como en la política, es parte de su legado, uno que seguirá siendo analizado y discutido por años. En sus propias palabras, Lanata solía decir que el periodismo es un oficio donde “la independencia cuesta cara”. Él pagó ese precio a lo largo de su carrera, pero también demostró que la denuncia y la investigación son herramientas fundamentales para que las sociedades cuenten con más y mejor información para una mejor cultura cívica y política. Con su partida, Argentina pierde a una figura que definió una era del periodismo en el país.

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