Sandra Díaz, docente e investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), fue galardonada con el Premio Tyler al “Logro Ambiental”, uno de los más prestigiosos en el ámbito, considerado el Nobel del Medio Ambiente. Díaz recibió este reconocimiento junto al antropólogo brasileño-estadounidense Eduardo Brondízio, convirtiéndose ambos en los primeros sudamericanos en recibir dicho premio. El comité los describió como dos "poderosas voces del sur global" en el campo de la ecología.
El comité destacó la labor de ambos por su contribución al abordaje de la pérdida de biodiversidad y sus impactos en las sociedades humanas. Según Julia Marton-Lefèvre, presidenta del comité, “el trabajo de Sandra Díaz ha sido esencial para redefinir cómo se conceptualiza y valora la biodiversidad en el mundo”.
Díaz y Brondízio, quienes recibieron una recompensa de 250.000 dólares, se enfocaron en resaltar la conexión intrínseca entre la humanidad y la naturaleza, instando a reconocer las responsabilidades compartidas en la red de vida en la Tierra. En un comunicado conjunto, ambos afirmaron que "la justicia socioambiental y el respeto por nuestras conexiones con otras formas de vida en la Tierra deben dejar de ser conceptos abstractos".
Ambos investigadores colaboraron en el informe de Evaluación Global de la Plataforma Intergubernamental Científico-Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) de 2019, así como en la Convención de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad.
En 2019, Díaz fue designada miembro de la Royal Society, una de las sociedades científicas más antiguas y prestigiosas del mundo. También recibió el premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2019 y la medalla de la Sociedad Linneana de Londres. En 2018, la revista Nature la incluyó en su lista de los cinco científicos “to watch” (para seguir) ese año.
Tres crisis, una raíz común
Nacida en Bell Ville, a 210 kilómetros al sureste de Córdoba, Díaz es egresada de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, donde sigue impartiendo clases. Además, es investigadora superior del Conicet en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal. Forma parte de las academias de ciencias de Estados Unidos y Francia, y ha sido reconocida por su labor en el ámbito científico internacional.
En una conferencia de prensa tras recibir su premio, Díaz destacó que los seres humanos están “profundamente entrelazados con el tejido de la vida en la Tierra”, desafiando la visión tradicional que separa a la humanidad de la naturaleza. Subrayó que la biodiversidad no solo debe evaluarse por la cantidad de especies, sino también por su funcionalidad dentro de los ecosistemas.
La investigadora también se refirió al negacionismo climático y la falta de acción de algunos líderes políticos globales frente a la importancia de proteger la naturaleza. “La creciente narrativa de que el beneficio privado debe tener prioridad sobre el bien común es extremadamente peligrosa para nuestro futuro compartido. Si estas ideas se consolidan, corremos el riesgo de perder la oportunidad de asegurar un futuro mejor”, advirtió.
Díaz planteó que la crisis de la naturaleza, la crisis climática y las crecientes desigualdades sociales tienen una raíz común: "La simple y antigua codicia a gran escala. Este modelo de relación con el planeta ve a otras formas de vida e incluso a otros seres humanos como meros objetos a explotar para obtener el máximo beneficio", concluyó.
El Premio Tyler es administrado por la Universidad del Sur de California y fue establecido en 1973 por John y Alice Tyler.