21 de abril 2025 - 19:45hs

Guillermo Moreno trabaja a destajo en el comienzo del año electoral. Hace un esfuerzo por estar en todas partes: canales de streaming, radios y canales de televisión. No hay medio que no visite. “Yo voy a dónde me invitan”, sentencia. La violencia verbal y el ninguneo a periodistas es parte del combo que acompaña al ex secretario de Comercio en cada presentación.

Los gritos e interrupciones son moneda corriente. Vienen con el personaje. La decisión de mirarse en el espejo que llevó a Javier Milei a lo más alto de la política parece obvia. La tolerancia de los medios, periodistas y autoridades de los medios llama la atención. Los que levantan la voz cuando algunos acusan a los periodistas de “ensobrados” guardan silencio cuando el ex funcionario condenado por abuso de autoridad y destrucción de documentos públicos desata una catarata de insultos contra cualquiera que cuestione su paso por la Secretaría de Comercio o le señale que su candidatura en las próximas elecciones es funcional al oficialismo.

Los episodios, a esta altura, se cuentan por cientos. Una búsqueda en YouTube basta para asomarse a la furia que ya es la marca registrada de un dirigente que trata de reinventarse en tiempos de redes sociales. La violencia se viraliza. No hay sanción, ni reparo.

Más noticias
moreno-manguel.mp4

La violencia en pantalla y la complicidad mediática

El último episodio ocurrió el domingo en Canal 9, durante Opinión Pública, el programa que conduce Romina Manguel. En ese marco, Moreno desplegó su repertorio habitual, pero fue un poco más allá. Tras un cruce con la conductora, se levantó intempestivamente de su silla y avanzó, de espaldas a la cámara, con tono amenazante hacia donde estaba Manguel. El tema no pasó a mayores, pero la violencia traspasó la pantalla. Gritos, ademanes y una salida del aire violenta y desprolija fueron parte del final de la entrevista.

El episodio quedará en las redes sociales, tendrá miles de reproducciones y servirá como insumo de WhatsApp para la militancia digital del espacio de Guillermo Moreno, que también se espeja en las huestes libertarias.

Al margen de su propia tropa, Moreno parece contar con una extraña tolerancia de los medios en general. No hay condena para la violencia ni para el maltrato. El economista, que parado sobre el 2% de los votos, se erige como el único intérprete de la doctrina Juan Perón, parece haber encontrado en la violencia el único camino para mantenerse en las pantallas.

En ese contexto, periodistas y medios tienen un rol preponderante. No hay condena ni cuestionamiento para Moreno. Los ataques y las acusaciones contra comunicadores, economistas o dirigentes políticos por el simple hecho de pensar distinto son tolerados.

Las víctimas de Moreno se suceden casi sin solución de continuidad, en simultáneo a la voracidad mediática del dirigente que acumula horas de pantalla. Los enemigos de turno pueden ser la periodista Mariana Brey en C5N, el economista y dirigente del peronismo bonaerense Hernán Letcher en un canal de streaming o Romina Manguel en Canal 9. Solo por poner ejemplos de la última semana.

La violencia como argumento y la viralización como objetivo. El diálogo y el consenso no son parte de las artes que elige Moreno para avanzar en su carrera política. La tolerancia de un periodismo que, por ser crítico al Gobierno, le tolera al exsecretario de Comercio lo que sanciona en otros dirigentes es parte del problema. La doble vara goza de buena salud en una campaña que recién comienza.

Temas:

Guillermo Moreno violencia

Seguí leyendo

Más noticias

Te puede interesar

Más noticias de Uruguay

Más noticias de España

Más noticias de Estados Unidos