Hoy, como si fuera un guion de comedia trágica, en el Congreso se cayó todo. Tres proyectos claves —Ficha Limpia, Juicio en Ausencia y Reiterancia— estaban en el tapete, pero el tiempo los dejó pasar como si nada. La noticia, que de por sí suena absurda, es aún más alarmante por lo que revela: el Congreso está discutiendo temas importantes en el último minuto, sin haberles dado el espacio de debate que merecen, y sin que haya consenso sobre su necesidad.
Los argentinos no somos ajenos al espectáculo de la política, pero ¿qué pasa cuando, más allá de las discusiones internas, lo que realmente está en juego es nuestra confianza en el sistema? Esta vez, la "calentura" de las redes sociales, de los colegas y de los oyentes que se indignan con lo que ven, no es sólo un reflejo del desconcierto, sino de un malestar profundo. La gente todavía se interesa, todavía se enoja, porque hay algo que no cierra. Algo huele raro, no únicamente en el Congreso, sino en toda la dirigencia política.
¿Por qué se trataron estos proyectos "a las corridas", cuando no fueron discutidos a lo largo del año? Es imposible no preguntarse por qué los diputados esperaron hasta el último día del año parlamentario para abordar temas tan trascendentales. Aquí hay una cuestión de fondo que vale la pena explorar: Ficha Limpia, el proyecto que pretende excluir a aquellos procesados por corrupción de ser candidatos, ¿realmente fue tan irrelevante durante todo el año? ¿Acaso la discusión se limitó a unos pocos proyectos aislados, sin que el Congreso mismo se hiciera eco de su importancia?
Si bien la idea de que un procesado por corrupción no pueda ser candidato puede sonar lógica para muchos, la implementación de este concepto está lejos de ser sencilla. La constitucionalidad del proyecto está en duda, y no son pocos los expertos que advierten sobre sus riesgos. La presunción de inocencia está en juego, y el tratamiento de un caso como éste podría dar pie a decisiones arbitrarias. En un país donde la Justicia está tan politizada, ¿realmente podemos confiar en que un proceso de este tipo no sea utilizado como una herramienta de venganza política?
La falta de debate serio sobre un tema de esta envergadura es un problema grave. Ficha Limpia es uno de los muchos proyectos que circulan desde hace años, pero que no llegan a concretarse, ¿por qué? Porque no da rating, no genera polémica, no moviliza a las masas, salvo que en su implementación haya implicados nombres de peso como Cristina Fernández de Kirchner. Y ahí cambia la historia: si es ella quien se ve afectada, entonces sí se activa el debate. Pero, en el fondo, ¿no es eso una señal de que el sistema político está más preocupado por los beneficios inmediatos que por generar un cambio real?
Además, el contexto de este fracaso legislativo también trae consigo una reflexión más amplia: la falta de transparencia en los acuerdos. ¿Qué intereses no se están discutiendo abiertamente? Detrás de cada caída de quórum, detrás de cada sesión que no se realiza, hay una serie de pactos no verbalizados que terminan afectando a la ciudadanía. En un momento en que la sociedad reclama mayor eficiencia en la política, el Congreso sigue actuando como un club de negociaciones, pero sin rendir cuentas.
Es cierto que la política tiene sus tiempos y sus acuerdos, pero no podemos seguir posponiendo debates que son esenciales para fortalecer nuestras instituciones. ¿Qué pasa con el Juicio en Ausencia o la Reiterancia? Temas que, en teoría, buscan simplificar la Justicia y garantizar que los delitos no queden impunes, pero que tampoco fueron abordados con la seriedad que merecen.
El saldo de este año es claro: las decisiones políticas siguen sin discutir las verdaderas reformas que necesita el país. Y la responsabilidad no solo recae sobre los políticos, sino también sobre los medios, que a veces preferimos mirar para otro lado en lugar de profundizar en los temas que realmente importan. Ficha Limpia, Juicio en Ausencia, Reiterancia: tres leyes cruciales que no se trataron como debieran, y el Congreso se pierde una vez más en la vorágine del “mamarracho” legislativo.
La pregunta final es si realmente vamos a seguir permitiendo que las decisiones clave se sigan tomando a última hora, sin debate, sin aclaraciones, y sin que la ciudadanía tenga acceso a una discusión seria y profunda sobre los temas que realmente nos afectan. Algo huele raro en la dirigencia política argentina, y la incógnita sigue sin resolverse.