19 de noviembre 2024
19 de noviembre 2024 - 15:58hs

El primer año de Javier Milei como presidente ha dejado un impacto difícil de ignorar. Desde su llegada al poder, el mandatario ha sorprendido con una capacidad de gestión que muchos no anticipaban. La máquina de reformas que puso en marcha no solo ha sido consistente con sus promesas de campaña, sino que también ha desafiado el escepticismo inicial, particularmente en áreas clave como la economía, la política interna y su proyección internacional.

Desde el comienzo, el gobierno de Milei se autoimpuso una misión clara: desregular, desmontar estructuras ineficientes y reconfigurar el Estado. Y lo ha hecho con determinación. A nivel interno, las reformas económicas y administrativas han sido profundas y sistemáticas. Por ejemplo, la eliminación de "curros", como Milei mismo lo llamaba en campaña, se tradujo en un desmonte de programas y subsidios que consideraba improductivos.

Sin embargo, lo más destacable no es solo lo que ha hecho, sino cómo lo ha hecho. Milei demostró un pragmatismo notable al adaptarse a las circunstancias. Durante la campaña, su propuesta de dolarizar la economía y "poner una bomba" al Banco Central generó tanto expectativas como controversia. Pero una vez en el poder, supo analizar el escenario real. No todo se podía implementar de inmediato sin costos insostenibles. Así, su gobierno ajustó los tiempos y las estrategias, priorizando la estabilidad sobre las promesas más disruptivas.

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Éxitos económicos y estabilidad financiera

Los resultados económicos son contundentes y hablan por sí mismos. El riesgo país ha caído a 752 puntos, un nivel impensado hace un año. La inflación, uno de los mayores flagelos de la economía argentina, se mantiene por debajo del 3%, mientras que el dólar libre, que en su momento fue motivo de pánico, se estabilizó en 1.135 pesos. Estos logros no solo impactan en los mercados, sino también en la percepción de la gente.

El manejo del cepo cambiario es un ejemplo claro del pragmatismo de Milei. A pesar de la presión de sectores internos y externos para eliminarlo rápidamente, el gobierno optó por un enfoque más gradual. Este camino permitió mantener bajo control la brecha cambiaria, que hoy ronda el 6%, un contraste abismal con la gestión anterior, donde esta brecha se mantuvo en niveles siderales.

La estabilidad lograda no fue un accidente, sino el resultado de decisiones calibradas. Cuando la baja de tasas generó un movimiento inesperado en el dólar, el equipo económico supo ajustar el rumbo y recuperar el control. Este tipo de pragmatismo, que puede parecer contradictorio en un político que se presentaba como dogmático, ha sido uno de los mayores aciertos de su gestión.

La agenda internacional de Milei también ha mostrado una coherencia inusual en la política argentina. Su postura frente al G20, alineada con sus principios internos de desregulación económica y reducción del tamaño del Estado, marcó un contraste con gestiones anteriores. Las reuniones con líderes globales, incluyendo a Donald Trump, han reforzado la idea de un gobierno que entiende la importancia de jugar en el tablero global sin perder de vista sus objetivos domésticos.

Percepción pública y el respaldo del ciudadano común

La percepción pública ha acompañado este primer año de gestión. Según diversas encuestas, la imagen positiva de Milei supera ampliamente a la negativa, algo que no es común en la política argentina tras un año en el poder. Incluso se destaca un fenómeno curioso: la prolongación de su "luna de miel" política. A diferencia de Mauricio Macri y Alberto Fernández, cuya aprobación decayó rápidamente, Milei ha logrado mantener el respaldo ciudadano gracias a su manejo de la inflación y el dólar.

Es importante destacar que, para el ciudadano común, los números macroeconómicos son menos relevantes que la sensación de estabilidad. Y eso es exactamente lo que se percibe hoy. La Argentina respira. La combinación de un dólar estable y una inflación controlada ha generado un alivio tangible, especialmente después de años de incertidumbre económica.

El primer año de Milei no solo ha sido un ejercicio de implementación de políticas, sino también una lección de política pragmática. Supo escuchar las recomendaciones de su equipo, calibrar sus decisiones y adaptar sus promesas a las circunstancias. El manejo del cepo cambiario y la moderación de discursos disruptivos de campaña son pruebas de que Milei no está dispuesto a sacrificar estabilidad por el espectáculo.

La gestión de este año se ha caracterizado por evitar los errores históricos de la Argentina: mega devaluaciones, rupturas de contratos y parches económicos. En su lugar, el gobierno ha optado por negociaciones sensibles y un enfoque estructural que evita caer en la improvisación.

El desafío hacia adelante

A pesar de los logros, el camino que queda por delante no está exento de desafíos. El éxito inicial debe consolidarse en políticas sostenibles que trasciendan el corto plazo. La capacidad del gobierno de mantener esta estabilidad será clave para que los avances no se pierdan en el tiempo.

Sin embargo, es innegable que, a un año de su mandato, Javier Milei ha logrado cambiar la dinámica política y económica de la Argentina. El pragmatismo demostrado hasta ahora es su mayor fortaleza y, posiblemente, el pilar que sostenga el resto de su gestión.

Un año después, la Argentina no solo respira: empieza a soñar con un futuro diferente.

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