18 de octubre 2024 - 17:17hs

La política argentina parece tener una fascinación interminable con el pasado. Desde Axel Kicillof hasta Victoria Villarruel, el debate se encuentra atrapado en figuras y épocas que, lejos de contribuir a resolver los desafíos del presente, parecen más preocupadas por revivir conflictos y reivindicaciones del pasado.

Kicillof y su entorno no ocultan su devoción por la figura de Cristina Fernández de Kirchner, a quien ven como la arquitecta de los días más felices de sus vidas. Esa narrativa, que omite las profundas divisiones sociales, económicas y políticas que también marcaron su gobierno, refleja la incapacidad de estos dirigentes para ofrecer una visión de futuro. Y mientras tanto, Villarroel, en un giro inesperado, ensalza a María Estela Martínez de Perón, "Isabelita".

La reivindicación de Isabelita, quien llegó a la presidencia no por mérito propio sino por un capricho de Juan Domingo Perón, que la eligió a dedo, parece una interpretación errónea de nuestra historia. Fue el mismo Perón quien, tras su regreso al poder, eligió a Isabelita para completar la fórmula "Perón-Perón" que resultó elegida con el 60% de los votos en un contexto de gran crisis. Pero ¿qué legado dejó Isabelita? La respuesta es simple: uno desastroso. Su presidencia no solo fue incapaz de contener la creciente violencia interna, sino que terminó abonando el terreno para la dictadura más sangrienta de la historia argentina.

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Lo que Villarroel y otros parecen olvidar es que durante el gobierno de Isabelita no solo se consolidó la tristemente célebre "Triple A", sino que se firmaron decretos que, lejos de buscar justicia, aniquilaron a una generación entera. Reivindicar esa época es incomprensible, incluso dentro de la propia Casa Rosada, donde algunos la critican por tener una agenda propia que parece desentonar con la realidad política actual.

Es curioso cómo la política argentina insiste en aferrarse a figuras del pasado, como si careciera de una brújula hacia el futuro. La viuda de José López Rega, Isabel Cisneros, lo decía de una forma algo irónica desde su exilio en Paraguay: "Los argentinos tienen una obsesión por bailar sobre el pasado". Es que, quizás, la política argentina recurre al pasado porque no tiene nada que proponer para el futuro.

Este fenómeno no es exclusivo de un lado del espectro político. Tanto los que reivindican a Cristina Kirchner como aquellos que idealizan la era de Perón e Isabelita están atrapados en una narrativa que los aleja de las verdaderas preocupaciones de la ciudadanía. Lo que debería estar en el centro del debate son los problemas actuales: inflación, pobreza, inseguridad. Sin embargo, el discurso se desvía una y otra vez hacia un pasado que, por más que lo analicemos, no ofrece soluciones para el presente ni para el futuro.

Es hora de que la política argentina deje de mirar por el espejo retrovisor y empiece a concentrarse en lo que realmente importa: construir un país mejor para las próximas generaciones. Dejemos de bailar sobre el pasado y enfoquémonos en lo que está por venir.

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Axel Kicillof Victoria Villarruel

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