- Pero Marcelo, es un niño, tiene 15 años. ¡Me lo van a romper! –sorprendido, Miguel no pudo contener su primera reacción–
- No, quedate tranquilo que va a ir a un entrenamiento. Lo van a empezar a foguear. A Rosario le hablaron muy bien de Manuel. Vos y yo sabemos las condiciones que tiene.
- Pero esto me abruma. ¿Y qué pasa con la Sexta?
- Manuel no va a jugar más en Sexta –concluyó Marcelo–
Aquel adolescente, quien había descubierto el fútbol a través de una invitación que le hicieron en un cumpleaños de un amigo, daba el primer salto de una carrera que lo llevaría a la elite.
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Manuel Ugarte selección uruguaya Copa América 2024
La vida de Manuel Ugarte, titular en la selección de Marcelo Bielsa en la Copa América 2024, se desarrolló en el seno de una familia tradicional, de madre maestra y padre empleado, que sufrió los vaivenes económicos, que perdió su casa y que volvió a iniciar el camino.
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Miguel Ugarte, padre de Manuel
Foto: Inés Guimaraens
La de a quien, desde pequeño, le gustó desafiar los límites hasta conseguir sus objetivos. Un dedo lastimado a los tres años por arreglar una bicicleta, luego de ser advertido por su padre que podía ocurrir ello.
Del Manu que siempre vivió en el fútbol un año adelantado, en su etapa de niño, y de dos y tres años en juveniles, por su madurez y desarrollo físico.
Del Manu de City Parque, de la selección de la Liga Interbalnearia. Del chiquilín que se formó con los mejores maestros, que descubrió Marcelo Sasso, que moldearon los más variados estilos de entrenadores, Marcelo Broli, Fabián Coito, Rosario Martínez y Juan Ramón Carrasco.
Y del niño lleno de sueños, que un día con 15 años demostró de lo que sería capaz, y que su padre resume en una anécdota, que permite entender que todo lo que ocurrió en su vida deportiva es obra de un plan que en silencio fue procesando con singular orden.
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Manuel Ugarte en su debut en Fénix
Ugarte estaba en la sub 20, en 2016, dando cuatro años de ventaja. Miguel, su padre, lo había llevado como siempre hasta el Complejo de la AUF, y lo esperaba para regresar a su casa. Tenía que aguardar que finalizara un amistoso con Juventud de Las Piedras. De pronto. Manu se acerca hacia él con cara de preocupado.
- ¿Qué pasó Manuel? ¿Por qué estás así?
- No toqué la pelota –fue la lacónica respuesta del joven futbolista–
- Pero, ¿qué pasó? –volvió a preguntar el padre–
- Papá, yo no me puedo quedar solo con el entrenamiento de Fénix, porque si no, no llego –respondió con una madurez impropia el joven futbolista–
- Pero, Manuel, ¿cuál es tu idea?
- Rodrigo Abascal (actualmente en Portugal) tiene un preparador físico con el que trabaja en la pista de atletismo, al lado del Estadio Centenario. Quiero ir a Capurro a las 8 de la mañana a entrenar, salgo a las 12, me llevás algo para comer, como ahí y a la 1 empiezo en la pista.
- ¿Hasta qué hora, Manuel? –preguntó con asombro el padre–
- Hasta las 5.
- ¿Cuántos días?
- ¡Todos!
Ese día, Miguel no solo terminó de entender que Manu había madurado. “Recuerdo que en ese momento pensé: este chiquilín está mirando mucho más lejos de lo que podía ver como padre”.
Por tanto, Miguel y Manu, que tienen una historia de cercanía propia de tantas experiencias de sacrificio, más allá de la natural de padre e hijo, siguieron moldeando al crack de estos días.
“Así estuvimos un año y medio que fue extenuante, porque llegaba a las 6 de la tarde a estudiar y a rendir parciales. Allí tenía que estar más que nunca para facilitarle los canales de traslados”, recordó el padre.
En ese momento, Miguel trabajaba en una empresa en la que estaba todo el día en la calle, entonces lo llevaba y traía, pero también estaba su hermano, quien también desarrollaba su carrera como futbolista.
“Ese fue uno de los mojones que quería para su carrera. Como cuando tenía tres años, se enfocaba y hasta que no lo lograba no paraba”, explica Miguel a Referí.
¿De qué habla el padre de Ugarte? De la historia de la bicicleta, que con el tiempo se transformó en un recuerdo cómico, pero en el momento estuvo lleno de drama y preocupación.
¿Qué ocurrió? Un día, intentando arreglar su bicicleta, puso uno de los dedos en el piñón de la bicicleta y el padre y su hijo tuvieron que salir de apuro al sanatorio.
Él nunca se rendía, y aquella anécdota lo representa cabalmente: Manu empezó a desarmar la bici cuando, viendo los peligros, el padre se acercó y le dijo que no iba a poder, que lo dejara así. Sin embargo, el niño de tres años siguió para adelante e insistió en que podría arreglarla. En un momento, Miguel sintió un grito. Uno de los dedos de Manu había quedado trabado en el piñón de la bici. Encontraron la solución cortando la bici y el niño estuvo un mes con un dedo entablillado por una fractura.
Desde entonces, cada vez que le ocurre algo similar, la imagen de la bici resume una experiencia familiar que jamás olvidarán, y que su padre recuerda para graficar la forma en que Manu se enfoca a fondo.
¿Quién es Manuel Ugarte?
El actual jugador de PSG francés y titular indiscutido en la selección uruguaya que juega la Copa América 2024 es el segundo hijo de Miguel Ugarte, empleado, y Mabel Ribeiro, maestra.
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Nació el 11 de abril de 2001. Un año antes, en febrero de 2000, había llegado Hernán, el mayor de los hermanos.
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Miguel, futbolero como pocos, transmitió a sus hijos su pasión, pero no estaba en sus planes que comenzaran a jugar en baby fútbol.
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Manuel y Hernán Ugarte y su madre Mabel Ribeiro
Miguel y Mabel se mudaron a El Pinar en 1999. Rápidamente llegaron los pequeños y la vida como matrimonio se transformó en intensos años con dos niños.
Mabel era maestra en el colegio Santa Elena y Miguel trabajaba con una camioneta en un jardín de infantes. A raíz de esas circunstancias, a los tres meses los dos niños empezaron en el jardín.
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Manuel y Hernán Ugarte y su padre Miguel
Así lo recuerda Miguel para Referí: “Fueron años difíciles en Uruguay. Tuvimos que vender la casa. Nos tuvimos que ir de El Pinar, porque la situación económica era complicada. En ese momento, la hermana de mi señora nos prestó una casa para estar un tiempo en Paso Carrasco. Nos dio una mano muy grande para reunir dinero para recomenzar. Con Mabel teníamos el objetivo de vivir en la costa, porque era un lugar ideal para criar niños y el sueño nuestro como familia era volver a construir. En todo eso, la familia nos dio una mano muy grande”.
Finalmente, en 2009 construyeron la casa en la que siguen viviendo en San José de Carrasco. “Así como El Pinar fue una gran pérdida, volver a la costa fue como un triunfo familiar”, resumió.
El día que nació Manu futbolista
La pasión por el fútbol de papá Ugarte aún no había contagiado a los pequeños a jugar al baby fútbol, cuando, sorpresivamente, un llamado encendió las luces del camino.
Así lo recuerda Miguel: “Un día estábamos en un cumpleaños. Hernán tenía siete años y Manuel seis. No tenía contacto con el baby. Un amigo y familiar de un técnico de City Park me dijo: ‘Me gusta mucho ver jugar al fútbol a tus hijos’. Mi respuesta fue que si a ellos les gustaba, yo los acompañaría. Toda esa etapa representó un momento muy lindo a nivel familiar, porque el baby, además de las competencias, generó relaciones nuevas, amigos nuevos. Conocimos padres. Se armó un grupo muy lindo”.
City Park es un club de fútbol infantil cuya sede se encuentra en Shangrilá, en el límite del departamento de Canelones con Montevideo, a 20 kilómetros de la capital, muy cerca de donde vivían los Ugarte Ribeiro.
El escenario era perfecto, pero se había presentado un problema.
City Park, tenía equipo para la categoría de Hernán, pero no para la de Manuel. No había generado la 2001.
Entonces, en aquel año 2008, Miguel se enfrentó a un problema, ¿cómo le iba a decir a Manu que no podría jugar?
Antes de encarar a los niños, a través de una gestión de Víctor Pellejero, secretario del club, surgió una solución. Le permitieron a Manu jugar en una categoría más grande. En su primera experiencia de baby dio un año de ventaja.
Su físico grande, superior a la media de los de su edad, le permitió disimular el año de diferencia.
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Manuel Ugarte en City Park
“Ese año fue una bendición, porque compartimos con los dos las experiencias de comprar canilleras, zapatos y vivir todo ese año hermoso”, recordó Miguel.
Sin embargo, al terminar la temporada el presidente del club le informó que debía bajar de categoría.
Así ocurrió y cada uno siguió su camino, cuando otra vez en el salto al fútbol juvenil una sorpresa les volvió a marcar.
City Park tenía un convenio con Wanderes y en el último año de baby fútbol, los jugadores más destacados, iban a una preséptima de Wanderers. Así ocurrió con Hernán.
Al año siguiente, cuando Manuel también ingresaría en el fútbol juvenil de los bohemios, Miguel se encontró con un problema: un conflicto entre el club y Wanderers interrumpió el vínculo. ¿Y entonces? Surgió una persona muy importante en la vida de Manuel: Marcelo Sasso.
El aporte fundamental de Marcelo Sasso a la carrera de Ugarte
Sasso es otro apasionado del fútbol, que volcó a la enseñanza desde hace 18 años en Fénix. Trabajó en baby fútbol de Lagomar, en las selecciones de Liga Interbalnearia, en Danubio con Lito Silva, Bentancur y Machaín, y cuando el profe Novelli armó un proyecto en captación de Fénix, lo acercó al club.
Actualmente la selección de Bielsa tiene tres futbolistas que formó Sasso: Ugarte, Agustín Canobbio y Santiago Mele, todos con el sello de Fénix.
Así como la vida de Ugarte tiene una historia de sacrificio y amor por el fútbol, la de Sasso está integrada por componentes que hacen su labor aún más heróica.
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Marcelo Sasso, histórico captador de Fénix
Foto: Inés Guimaraens
Marcelo trabaja en una panadería, entra a las 23 hasta las 7.30. A las 8 llega a su casa, duerme hasta las 14 y luego va a trabajar a Fénix, para retomar a la noche la rutina en el negocio de su hermano, en el que se encarga de hacer los bizcochos y cocina toda la noche.
Este panadero de noche y formador de personas y de cracks en el fútbol de día fue quien llevó a Ugarte al fútbol juvenil, el primer paso en la escalera del profesionalismo.
En aquel año 2013, Manu tenía invitaciones de varios clubes, pero Miguel escuchaba a sus hijos antes de decidir.
Un día, Sasso fue a ver a Cristian Barreto en City Park y terminó deslumbrado por Ugarte. Luego, en un campeonato de liga, en la cancha de Niágara, frente al Hipódromo, se presentó con Miguel.
- Soy Marcelo, captador de Fénix, me gustaría que se acercara para ver cómo es el ambiente –le dijo el entrenador que tiene un ojo increíble para descubrir talentos–
- Si Manuel me dice que va a Fénix, lo voy a llevar y a acompañar
La tarea no era sencilla, porque también lo pretendían Nacional y Peñarol.
Finalizó el torneo y salieron campeones. Se terminaba el baby fútbol. Había que tomar una decisión.
Aquel día, Manu le dijo a su padre que había decidido ir a Fénix con mis amigos.
Marcelo, con la incertidumbre que generaba la definición, esperaba, hasta que un día, en la captación en Cooper, atrás del British, bajaron del auto Miguel y Manu.
Tenía 13 años y medía 1,70 metros cuando llegó a Fénix.
Así lo recuerda Miguel a Referí: “La primera charla con Marcelo fue muy agradable, me gustó mucho el trato, la forma en que se dirigía a los juveniles, el cariño que le pone a su trabajo. Así me ganó. Voy a ser muy honesto, Fénix no era una opción de primera línea, porque estaban Nacional, Defensor y Peñarol, que tienen sus luces. Y me preguntaba, ¿mi hijo, con 13 años, estará decidiendo bien? En ese momento prioricé lo que podía llegar después. Quería que estuviera contento, feliz con sus amigos, aunque para mi implicara un esfuerzo más grande porque su hermano jugaba en Wanderers. En ese momento me apoyé mucho con mi padre, que fue mi socio en todo esto. Fuimos a hacer unas pruebas, y enseguida Marcelo comentó con el técnico de séptima, Julio de Armas, de Fénix y así arrancó”.
¿Cómo se descubre un talento en el fútbol? “Para descubrir un futbolista no existe la bola de cristal. Me acuerdo cuando vino Manu. Técnicamente era del montón, pero tenía un físico muy bueno. Tenía potencial porque como jugador lo veías con muchas ganas, tenía carácter. Era muy serio. Esto que ves en Primera, ya lo mostraba a los 13 años. Sabía lo que quería hacer”, resumió Sasso.
¿Qué tenía aquel niño? “Nunca lo rezongué. Era un jugador muy correcto. No hacía diablura como otros chicos. Era una persona mayor adentro del cuerpo de un niño de 13 años”, agregó el entrenador que lo llevó a Fénix.
El cambio de delantero y goleador a volante
En fútbol infantil, Manu siempre jugó como delantero o 9. Fue goleador y campeón en los dos últimos años.
Con los años, empezó a retrasarse en el campo.
El ahora jugador de PSG solía decir que le gustaba tanto hacer goles como marcar.
A Fénix llegó como media punta.
En Séptima, Julio de Armas lo utilizó como volante por derecha o enganche.
En Sexta lo dirigió Marcelo Broli, el primer entrenador que lo marcó. En aquella dupla técnica con Marcelo Méndez, en unos meses le brindaron herramientas que guardó para toda la vida.
Broli le vio algunos detalles que le gustaron con el manejo de la pelota, y lo empezó a retrasar un poco para arrancar la jugada más prolija y con un fútbol más atildado, como le gusta a quien luego se consagrara campeón del mundo con la selección sub 20 de Uruguay.
Aquella primera transformación como futbolista, salió bien y empezó a sentirse cómodo, pero aún vivía el conflicto que quería ser 9.
Entonces llegó el llamado de Rosario Martínez para entrenar con el plantel de Primera.
Y la convocatoria a la sub 20 de Fabián Coito.
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Foto: Inés Guimaraens
Así lo recuerda Coito: “Manu daba dos años de ventaja en la sub 20. Pudo repetir, pero no ocurrió por la pandemia de covid-19. Tiene una historia muy linda: familia constituida, estudiante, se ve que es un chico feliz. Fue muy inteligente para aprovechar esos momentos. Llegó después de la generación de Corea 2017”.
Entonces, se terminó de concretar la transformación de aquel delantero en un volante defensivo.
“Lo había percibido en años anteriores, algo que era parte de mi aprendizaje como entrenador, el perfil de los mediocampistas, cuando íbamos a los mundiales o jugar en Europa, en donde los mediocampistas centrales tenían otra características. En generaciones anteriores, aunque nos había ido bien y éramos campeones sub 17, con la generación anterior a Manu había llevado mediocampistas de enganche al doble cinco, receptores del primer pase y conectores con el atacante. En la generación anterior nos salió bien con Fede Valverde, Facu Waller y Rodri Bentancur, a quienes, con su capacidad en Uruguay, los hubiéramos puesto más adelante. Lo adaptamos a esa posición. Por esto que hablamos, Manu se sintió cómodo, le hicimos ver dónde iba a recibir. El fútbol es un juego de tiempo y espacio y para su juego iba a tener más tiempo y espacio. Lo íbamos a requerir mucho más. Se sintió muy cómodo se adaptó a esa posición. Yo no dudé. Con nosotros siempre jugó ahí”.
Y una anécdota que recuerda Coito refleja el espíritu de Manu.
“Primer viaje a Chile para jugar dos amistosos. Era la generación 1999, 2000 y 2001. Me había inclinado por llevar los 1999 en primera instancia. Nombramos al grupo, y suelo fijarme mucho cómo reciben la designación. Manu lo recibió muy bien. En su cabeza dijo, cuando vuelvan voy a ver si mejoro para estar. ¿Qué ocurrió? Agustín Dávila se va a Real Sociedad B y había que nombrar a uno más. El elegido fue Manu. Le comunicamos contrarreloj, porque debíamos viajar al otro día. Cuando llego al Complejo muy temprano, unas dos horas antes, el día que nos íbamos, ya estaba ahí. Entonces, vas sumando cosas a esa imagen que es muy importante. Porque se juega como se vive. Y aquello reforzaba todo lo que habíamos hablado, porque lejos de expresar cierta molestia por haber quedado afuera, su gesto fue: yo estoy primero que todo, llegué, acá estoy. Recuerdo que al verlo tan temprano le pregunté, ‘¿te equivocaste de hora?’, y me respondió, ‘No, no, ya estoy acá’”.
El salto de Ugarte a Primera división
Manu siempre estaba enfocado en lo que quería. Cuando se proponía algo, lo conseguía.
Cuando salió de la Sexta se había convencido que su vida iba a transcurrir como jugador de fútbol y empezó a compartir un vestuario con hombres. Estaba en tercero de liceo y se cambiaba con jugadores de 35 años y más, que tenían otra experiencia de vida.
“Fue toda una revolución. También cambió el colegio al que fue toda su vida, porque Fénix entrenaba de mañana. A los 15 su vida dio un giro enorme”, explica Miguel.
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Carlos Pazos
La decisión estaba tomada. “Papá, esto viene por este lado”, le dijo el hijo al padre. Ese lado era el fútbol profesional.
Eso sí, sus padres no negociaban con algo: debía seguir estudiando. Así llegó hasta completar bachillerato.
Con 15 años debutó en Primera división de Fénix, dirigido por Rosario Martínez, en un partido en el que ingresó por Martín Ligüera.
Al final la temporada llegó Gustavo Ferrín como entrenador y se iban de pretemporada, 20 días a una estancia en San José. Era la primera vez de aquel adolescente de 16 años. Y Mabel, su madre, preguntaba con insistencia, a dónde y con quién iría, con esos miedos naturales que surgen en los padres.
Las llamadas tres o cuatro veces al día se encontraron con una respuesta. “Mamá, no me llames, no te puedo atender”.
La vida de Manu hombre empezaba a tener otro contexto.
Rosario Martínez, Broli, Coito y… ¡Juan Ramón Carrasco!
JR le dejó mucho y apostó por ese jugador de 17 años, a quien lo tiró a la cancha. “Nene, es ahora”. Ese año jugó 37 partidos. Fue titular indiscutido y se consagró. Todavía seguía siendo menor de edad.
“Había un papá muy amigo del colegio, que decía: ‘Manuel ya no es el mismo Manuel, comparte a los 16 con gente adulta. Está enfocado en lo que quiere y vos estás ahí, la madre y el hermano lo apoyan, eso le da seguridad y confianza’.
Cuando firmó su primer contrato en Fénix vivió otro clic. "Cuando debía estar yendo a cumpleaños o aun baile, y era un jugador profesional. Jamás fue a un cumpleaños de 15", apuntó Miguel.
Luego llegaron los primeros viajes, y el primer interés del exterior.
“Fue impactante lo que le ocurría. Fue todo muy rápido, muy lindo”.
La primera citación de Tabárez a la selección mayor, su sueño, que estuvo por encima de llegar a Europa.
Debutó en las Eliminatorias para el Mundial 2022 contra Bolivia y Manu salió llorando, llorando de emoción. Estaba compartiendo equipo con sus ídolos. Y la primera vez que fue citado compartió habitación con Cavani. “Me llamaba y se le quebraba la voz porque los elegía en la Play, y en ese momento los tenía al lado”.
El viaje a Portugal
Finalmente llegó la hora de viajar al exterior y Manuel le hizo un pedido especial a Miguel: “Papá, me encantaría que vengas vos conmigo”.
El tema pasó a la órbita familiar. Miguel lo conversó con Mabel y allá fue el padre a encarar a su hijo con un tema que era sumamente importante.
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Manuel Ugarte en Sporting
Sporting Lisboa
“Manuel, yo te acompaño, pero esto es una apuesta importante, tengo 49 años y no puedo estar diciendo en mi trabajo de 15 años, que tengo que renunciar, que me voy a ir con mi hijo a acompañarlo a Europa en el comienzo de no sabemos qué. ¿Qué hacía si dos años después tenía que volver atrás? Entonces, Manuel me dijo con una convicción que lo marca: ‘Quedate tranquilo, papá”.
Debutó en 2020 en la selección mayor, en 2022 jugó el Mundial de Qatar. Actualmente es titular indiscutido en la la selección de Bielsa, que disputa la Copa América 2024.
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Manuel Ugarte a PSG
PSG
En 2021, en su primer año en Portugal, la vivió en medio de la pandemia de covid-19 solos a Miguel y Manuel. “Nos contagiamos de covid y estábamos solos".
En enero 2021 pasó de Fénix a Famalicao en un pase millonario, al final de la temporada de allí a Sporting Lisboa y el año pasado a PSG por 60 millones de euros. El resto es historia conocida por su fama mundial.