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19 de febrero 2025 - 5:00hs

El ómnibus cruza la avenida Agraciada camino al último tablado de la noche. Es un bólido azul que a su paso suena como una plena cadenciosa. Desde afuera puede parecerse a uno de esos ómnibus que contratan para despedidas, cumpleaños o divorcios. Adentro, sin embargo, viaja un animado conjunto de humoristas. Bienvenidos al bondi más fiestero del carnaval, dijo una de las componentes de Los Chobys apenas empezó el recorrido con una canción de la colombiana Karol G. Es fácil creer que puede ser verdad.

La jornada había comenzado varias horas antes en el Club Millán y Raffo. Un hombre fumaba en la barra del bar y el humo del cigarrillo se desparramaba bajo la luz blanca mientras un ventilador intentaba disipar el calor. Afuera, Los Chobys se iban agrupando a medida que el sol bajaba entre los árboles y los trajes de lentejuelas colgaban de las rejas. Una pechera con cinco anillos de colores y el número de uno de los olímpicos anuncia la tónica del espectáculo.

El espectáculo 2025 de Los Chobys lleva por título Juegos Olímpicos Uruguay 2025 e imagina un concurso delirante de disciplinas deportivas organizado en este territorio. Desde un esgrimista que entrena con un salamín largo a unas nadadoras cuyas extremidades vuelan por los aires y van a parar fuera del escenario, cerca de una niña que la mira con la risa en los labios.

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Componentes | Leonardo Pacella, Julio Yuane, Marcel Puente, Federico Mincho Dunghey, Erceo Curto, Julieta Rocha, Stefanie Álvarez, Camila Dell’Onte, Martina Badano, Juan Pablo Santana, Jessica Bardanca, Florencia Franco, Jeremy Medina, César Traverso, Mathías Fariña, Pablo Camacho y Walter Miranda.

El espectáculo empezó a tomar forma a mediados de 2024 de una forma algo inusual. No por la inspiración ni por el método, sino porque año a año la primera idea que surge en alguna reunión invernal nunca llega al Carnaval. “Esta fue la primera vez que lo que elegimos se mantuvo, nunca apareció nada mejor”, dice risueño Leonardo Pacella en una de las paradas de la noche. “Nos parecía que tenía bastante humor visual. Hoy es como más cortita la cosa, antes había una obra de teatro de cuatro horas con entre actos y todo se fue agilizando. Ahora con las redes, con TikTok, con cosas que a veces son 10 segundos, es todo muy corto. Pensábamos que capaz que cuanto más cortitas las escenas, más podían rendir”, agrega.

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Ahora Pacella hace una breve charla técnica, repasa cosas a probar y pequeñas modificaciones a ensayar en los escenarios. “No tenemos un método y ninguno de los dos es dramaturgo. No sabemos escribir, nosotros lo que hacemos hace 20 años es juntarnos y ver qué pasa. Charlamos, nos reímos, después lo pasamos a la compu; pero no tenemos el oficio de escribir. Con el tiempo seguramente aprendimos cosas y tendremos algunas conclusiones, pero el humor juega en la sorpresa y de hecho, a veces le intentamos escapar al método”, dice a El Observador.

Las luces azules lo bañan todo en el interior del ómnibus, se interrumpen solamente cuando frena y unas bombitas rojas se encienden; como cuando estaciona en la esquina de Enrique Granados y Francisco de Quevedo, en un escenario de Carnaval de a Pie en Las Torres, y apenas bajan del ómnibus algunos vecinos le piden selfies al comediante de La Culpa es de Colón. "¡Qué grande el Pache!".

Los deportistas que aprontan en una cancha de básquetbol, ponen jarras de cerveza de polifón sobre el camión, cuelgan piernas y cuerpos ficticios de las barandas y se preparan para subir al escenario. “¿Quién quiere pasar una hermosa noche de carnaval?”, dice la presentadora del tablado antes de darle paso a la alcaldesa de la zona que aprovecha para decir algunas palabras sobre la participación del barrio.

El escenario es un ómnibus adaptado con 8 micrófonos en la parte trasera, a la que le han quitado el techo, lo que le da un aspecto más parecido a un camión con chata. Los vecinos traen las sillas de plástico y las reposeras, que se ubican en el pasto de la plaza entre vendedores de caretas y algodón de azúcar, detrás de una primera línea de niños y niñas miran atentamente a Pacella oficiar de director de una versión coral de Carros de fuego.

¡Bienvenidos a los Juegos Olímpicos Uruguay 2025!

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Julio “El Bicho” Yuane regresa esta noche después de tres días de reposo, causado por un esguince de tobillo en la madrugada posterior a la primera presentación en el Teatro de Verano. “En este estado tenemos medio componente”, dirá Pacella para descontracturar en la presentación. Su co-director explica el proceso creativo de esta manera: “A veces nos enganchamos de algo muy chico y eso chiquito empieza a desparramarse”.

Las escenas comienzan con una presentación de la competencia y terminan con un particular acto de clausura. En el medio se suceden una serie de competencias y situaciones de humor. “Yo siento como que es una búsqueda continua. Si vos le preguntás a los chiquilines los ensayos pasan un poco por ahí. Llevamos ideas, dos, tres chistes o situaciones que nos parecen graciosas, y es como un trabajo de taller, vemos a ver qué más hay, qué más puede haber”, explica Pacella.

Una vez terminada la actuación se mezclan entre la gente, con los brillos de las lentejuelas rojas y plateadas al ritmo del merengue clásico de Los Chobys. ¡Bravísimo!, grita una señora rubia y aplaude eufórica sentada en el pasto.

Un niño con la remera de Uruguay saluda al ómnibus que pasa por la puerta de su casa al ritmo de La 424. La noche tiene un bache en el medio, un tiempo muerto entre tablado y tablado. Sobre las 21:00 llegan al club Venus de La Teja para cenar y dejar pasar el tiempo hasta el próximo escenario. Algunos se dispersan y juegan al pool, a las maquinitas o se arman en rondas de guitarreada en la vereda donde una canción se sucede de otra hasta regresar al ómnibus que los llevará a la sede del Liverpool justo a tiempo para el cumpleaños de Alicia, la madre de uno de sus componentes que recibirá todo el despliegue de los humoristas desde el escenario con una canción de cumpleaños.

El viento empieza a levantar y las banderas del tablado ondean con más fuerza. El presentador del Liverpool, ataviado en un elegante traje de lentejuelas azules, los nombra uno a uno antes de subir al escenario. “Reconocemos con un aplauso a tus parodistas…”, dice y hace un breve silencio. “Yo iba a presentar a Tus Etor's, no a Los Chobys”. La gente ríe de un chiste que sólo un carnavalero entendería.

Carnaval y humor meta-chobys

Tus Etor's Salados, los irreverentes parodistas que ya son parte de la marca de los Chobys, así como otros pasajes que incluyeron este año en el espectáculo como la aparición del “hombre invisible” llevando la antorcha olímpica, son pequeños guiños entre la gente y los artistas. Rescoldos de otros años, trazos de actuaciones que los hicieron reír y lo vuelven a hacer.

Momentos “meta carnavaleros, meta chobys”, dice Pacella. El conjunto de humoristas está cumpliendo 20 carnavales esta temporada, en los que ha generado un vínculo especial con el público que los sigue hace décadas y comulga con su humor visual y sin pretensiones.

Nos sentimos totalmente tocados por una varita mágica cada vez que nos enfrentamos al público. Hay como una comunión muy grande, que calculo que capaz que alguien que lo vea de afuera puede decir ¿con esto se ríen? Y bueno. Hay como un código que tenemos con la gente, que nos tiene un cariño gigantesco y obviamente nosotros tratamos de devolverlo de la mejor manera que es haciéndolo divertir, reírse más, reírse menos, pero lo que hacemos es muy sincero y con muchísimo amor. Le podemos errar a la letra, podemos fallar, pero todo lo que tenemos por afuera es con muchísimo amor y con mucha sinceridad. Eso la gente lo ve, lo sabe y ahí se da ese código”, sostiene Yuane.

Pacella está de acuerdo, pero señala también la necesidad de no sobrexigir el recurso humorístico. “En un momento lo tenés que matar y seguir viendo qué más hay. Es como buscamos el humor, es una búsqueda y no tenemos nada claro. Eso es también lo divertido”.

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Rodrigo, el chofer, estira la mano izquierda a la radio y aprieta los botones para que vuelva a sonar la voz que canta ¿qué hubiera sido si antes te hubiera conocido?. Apaga la luz. La progresión de la música durante la noche va de la plena al pop de los 2000 y un anclaje local con girl-bands argentinas. “Una para el Bicho”, grita antes de que empiece a sonar la de Los Fatales sobre la empleada del zoológico y el obsesionado que se quiere convertir en bicho.

La alegría se desparrama y la energía de los componentes no para hasta el último escenario. Esa comunión, la sensación del equipo detrás del objetivo carnavalero, es uno de los motivos por los que Pacella continúa haciendo este ejercicio cada Febrero.

“Hay algo que me pasa, que le debe pasar a todos los conjuntos: somos una familia. Es algo lindo que tiene el Carnaval, que es que son muchos meses y mucho trabajo. Somos muchas personas con un objetivo, que es que el espectáculo salga lo mejor que se pueda, entonces a medida que va llegando el carnaval hay temas personales, cada componente tiene un mundo, una vida. Nos relacionamos mucho muy intensamente todo el tiempo. Hoy lo hablaba con mi psicóloga y no podía contarlo sin llorar, porque me emociona esa sensación de que estamos todos yendo para el mismo lado todos juntos. Nos vamos arrastrando, a veces cae uno y se levanta o lo levantamos. Pasan muchas situaciones, cosas malas y cosas muy lindas, a cada uno con su familia. Entonces llega un momento que vos estás cantando la despedida en un tablado y mirás para los costados y es imposible no emocionarte”, dice Pacella.

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“Me parece que lo más lindo que tiene Carnaval es que hay un montón de personas –pero un montón, serán 50 o 60 por conjunto– que están yendo hacia un objetivo y solamente hacerlo ya es un placer grupal, que es incomparable con el individual. A vos te dan ganas de abrazar a cada uno de tus compañeros y a todos los que están ahí”, agrega.

El tablado del Club Malvín será la última parada de la noche. Ya pasa la medianoche y llegan como el conjunto que cierra la programación. La gente se ríe, pero tiene los ojos cerrados. Pacella hace una especie de mantra de tele transportación a una cancha de voleibol y el público entra en un trance cómico con las manos sobre los ojos.

Es como un hijo, es parte de nuestra vida. Para nosotros el humor es un modo de vida, no es que hacemos los graciosos o que queremos hacer humor en carnaval un par de meses. Nosotros vivimos así, nos conocemos hace veintipico de años y no vemos otra cosa, para nosotros es todo sketch en la vida, nos pasamos riendo, disfrutamos, tratamos de disfrutar mucho todo. Entonces el humor es un modo de vida más que una profesión”, dice Yuane.

Al final de la noche el conjunto vuelve a subir al ómnibus entre un puñado de gente que reclama amablemente fotos y les deja palabras de aliento. Al día siguiente volverán a empezar.

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