Y, si aquello ya lo planteaba una de las grandes poetas uruguayas a mediados del 1900, ¿por qué siguen habiendo editoriales que apuestan a publicar poesía? Porque, a pesar del descenso en las solicitudes de títulos, todavía hay unos buenos 200 títulos que se publican anualmente. A esto apunta Martín Fernández, director de la Casa Editorial Hum y Estuario. Él considera que "los poetas tienen una amplificación que los dramaturgos o los narradores no" porque hay ciclos y rondas de lectura y puestas de escena.
Si bien señala en diálogo con El Observador que su editorial no publica poetas emergentes, sí lo hace con contemporáneos, como Tatiana Oroño de San José y Melisa Machado de Durazno, y con figuras canónicas como Cristina Peri Rossi e Ida Vitale.
¿Por qué seguir publicando poesía hoy en día, entonces? "Para que circule, para estimular o contagiar un estado de ánimo, un mensaje o un ambiente", responde. A su criterio, "se escribe y publica mucha poesía".
Gonzalo Baz, de Pez en el hielo, destaca que su editorial nació "con un pie en la narrativa y otro en la poesía" y que, más allá de que, las fronteras "se fueron disolviendo", la poesía sigue siendo un género que "ocupa gran parte del catálogo".
"Vemos potencia, riesgo y experimentación en ella, algo que cuesta ver en la narrativa", destaca como motivo para seguir publicando poemarios.
Su ritmo de publicación de poesía no ha bajado en los últimos años, dice Baz. En 2024, publicaron cuatro libros de poesía: Nadie muere en Montevideo de Santiago Pereira, Paisajes que insisten de Alejandra Gregorio, Para decir de Eloísa Avoletta y El cuaderno de Clotilde Rospide de Roberto Echavarren.
Ante el planteo de cómo afecta lo rentable que puede ser o no una obra de poesía, Baz dice que nunca piensan en publicar un libro "por su rentabilidad".
"Por supuesto que queremos que los libros se vendan y hacemos todo lo posible para que eso pase, pero dejar de publicar algo porque se vende menos que otra cosa no es una opción. Lo respetamos, pero nuestro proyecto va por otro lado", sostiene.
En La Coqueta Editora, que debutó en 2017 con la publicación de De divina proporción –una antología de poesía contemporánea– tampoco buscan generar dinero. El colectivo de poetas que lleva adelante el proyecto entiende que la editorial es parte de su obra.
"En cuanto a la pregunta de por qué lo seguimos haciendo... Hemos discutido sobre este tema y en muchos momentos hemos flaqueado también, ya que es un trabajo que nos implica bastante energía y tiempo y no es redituable", dice a El Observador una de las fundadoras del proyecto, Lucía Delbene.
"Hemos llegado a la conclusión que el proyecto La Coqueta también es parte de nuestra obra. Somos todos poetas y editar y publicar libros de poesía conforma también parte de nuestro trabajo creador ya desde un lugar más de producción de poesía, no individual. Tratamos de quebrar ese individualismo, abriendo el campo, tratándolo de hacerlo más amigable posible también desde el punto de vista económico para los y las autores", continúa.
La Coqueta publica libros cofinanciados con los autores y también financiados totalmente por la propia editorial, como la colección Pelagatos para "autores jóvenes emergentes".
Para el periodista, novelista y poeta Alejandro Ferreiro, que cofundó la Editorial Secreta, "la poesía cumple una función que no puede cumplir ninguna otra disciplina", dice a El Observador.
Llevar adelante una editorial independiente conlleva la certeza de que va a ser "trabajoso y arriesgado" pero también la motivación de "mantener funcionando una parte del mundo" que es "vital". "Es ver lo que nos rodea, incluso también lo que tenemos dentro, desde una perspectiva que la da la poesía", añade.
El objetivo de La Editorial Secreta no es darle "beneficios económicos notorios" a sus fundadores, sino "mantener una canilla abierta de la que pueda seguir manando algo".
En este caso, según Ferreiro, "ser rentable sería empatar". De todas formas, dice que es muy temprano para saber si ese es el caso de su editorial, que debutó a fines de 2023 –con la publicación de Libro de migas de Magela Ferrero y de Intervalos de confianza de Juan Andrés Acosta.
Los grandes poetas uruguayos
Idea Vilariño
Uruguaya. Nacida en 1920. Muerta en 2009. Poeta. Generación del 45. Soledad, amor, desamor. Él se fue, ella se quedó escribiendo. Poemas de amor y de despedida. Letra seca, directa, como un golpe. Existencialismo en estado puro. Montevideo gris, noches largas, un jazmín en el aire. Onetti la amó. Dolor sin adornos, sin metáforas innecesarias. Muerte, amor, adiós.
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Colección Idea Vilariño, en Archivo Literario, Biblioteca Nacional
Cristina Peri Rossi
Uruguaya. Nacida en 1941. Viva. Poeta, narradora, exiliada. Barcelona como segundo hogar, pero Montevideo nunca se va del todo. Censura, dictadura, palabras como refugio. Erotismo, deseo, cuerpos que se buscan, que se pierden. Literatura y política en la misma hoja. Ficción y memoria. Amor entre mujeres, amor sin etiquetas. Lenguaje afilado, sin concesiones. Premio Cervantes. Exilio en la carne, en la escritura. Una radio sonando en la madrugada, el mar siempre presente.
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Cristina Peri Rossi
Julio Herrera y Reissig
Uruguayo. Nacido en 1875. Muerto en 1910. Poeta, modernista, visionario. Montevideo bohemio, torre de los panoramas, noches de tertulia. Verso exuberante, metáfora en llamas, decadencia dorada. Simbolismo, barroquismo, rebeldía. Enfermedad temprana, vida breve, obra inmensa. Los parques abandonados, las estatuas cubiertas de musgo. Palabras como catedrales góticas, belleza y exceso. Romanticismo tardío, modernismo extremo. Vivió rápido, escribió como un relámpago, murió joven.
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Foto: Caras y Caretas, Argentina (1906)
Marosa Di Giorgio
Uruguaya. Nacida en 1932. Muerta en 2004. Poeta, narradora, visionaria. Mundo propio, infancia eterna, naturaleza encantada. Insectos, flores, erotismo y muerte. Fantasía y deseo en una misma frase. Frutillas, musgo, cuerpos desnudos en el jardín. Escritura hipnótica, surrealismo, memoria delirante. Sensualidad de los vegetales, bestias mitológicas, el lenguaje como hechizo. Exceso, magia, voces que susurran entre las hojas. El campo como un universo infinito, lo doméstico como un misterio. Poemas como fábulas perversas, inocencia y perversión en la misma línea. Un universo de palabras solo suyo.
Circe Maia
Uruguaya. Nacida en 1932. Viva. Poeta, traductora, filósofa. Voz serena, mirada clara, palabras como agua. Cotidiano y eterno en un mismo verso. Poesía sin adornos, sin estridencias, con la precisión de lo simple. Vida en Tacuarembó, lejos del ruido, cerca de ella misma. Exilio interno, dictadura, silencios impuestos. Escritura como resistencia, como refugio. Lo mínimo, lo inmenso. Un árbol, un río, la luz que cambia en la ventana. La poesía como un acto de claridad.
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Circe Maia
Academia Nacional de Letras
Amanda Berenguer
Uruguaya. Nacida en 1921. Muerta en 2010. Poeta. Generación del 45, aunque la voz propia, distinta. Experimentación, imágenes que estallan, el lenguaje como arquitectura. Clásica y vanguardista. El universo, los astros, la materia y el vacío. El tiempo y la memoria convertidos en versos. Un cuaderno, un telescopio, el silencio de la noche. Escritura que se expande, que juega, que rompe estructuras. Poesía visual, poesía sonora, poesía cósmica. La palabra en órbita, flotando en el espacio.
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Biblioteca Nacional, Archivo Díaz Berenguer
Ida Vitale
Uruguaya. Nacida en 1923. Poeta, traductora, crítica literaria. Generación del 45. Precisión, claridad, inteligencia. El lenguaje pulido hasta la perfección. Exilio en México, regreso a Montevideo. Palabras medidas, esenciales, sin una sílaba de más. Filosofía, naturaleza, arte, todo cabe en un poema. Lectura infinita, diálogo con los clásicos, modernidad sin estridencias. Premio Cervantes, reconocimiento tardío, humildad intacta. La poesía como búsqueda, como forma de entender el mundo.
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Ida Vitale recibió el Gran Premio Nacional a la Labor Intelectual
Ministerio de Educación y Cultura
Mario Benedetti
Uruguayo. Nacido en 1920. Muerto en 2009. Poeta, narrador, ensayista. La voz del pueblo, la voz de los enamorados, la voz de los exiliados. Poesía sin artificios, directa, cotidiana. Oficinas grises, amores tímidos, derrotas dignas. Exilio, Montevideo ausente, regreso con cicatrices. La esperanza como acto de resistencia. Palabras simples, emociones enormes. Amor, política, memoria. Poemas en servilletas, en cafés, en aeropuertos. Benedetti suena en radios, en recitales, en calle. Poeta de los que nunca leen poesía. Saludos de Escanlar.
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Mario Benedetti ahora es homenajeado en el espacio.
PABLO BIELLI / AFP
Líber Falco
Uruguayo. Nacido en 1906. Muerto en 1955. Poeta del pueblo, del barrio, de lo simple. Humilde, silencioso, obrero de la palabra. Versos breves, hondos, sin adornos. Montevideo gris, calles gastadas, mate y bancos de plaza. Poesía sin estridencias, sin gritos, con la melancolía justa. Vida corta, poesía eterna. Murió joven, dejó poco, dejó mucho. El susurro de la ciudad en sus versos.
Juana de Ibarbourou
Uruguaya. Nacida en 1892. Muerta en 1979. Poeta. Juana de América, Juana del mundo. Naturaleza desbordada, erotismo sutil, celebración del cuerpo. Árboles, lunas, ríos, el sol en la piel. Vida en verso, alegría en las palabras. Juventud eterna, belleza en cada imagen. Luego, la sombra, la vejez, la muerte. Del esplendor al silencio. Poética o una flor que no marchita.
Delmira Agustini
Uruguaya. Nacida en 1886. Muerta en 1914. Poeta. Sensualidad, deseo, modernismo en llamas. Versos encendidos, amor y muerte en un mismo aliento. Cuerpos que arden, espíritus que flotan. Noches blancas, cisnes oscuros, dioses y abismos. Vida breve, destino trágico. Amó, escribió, murió a manos del hombre que decía amarla. Un disparo, un silencio, latiendo aún.
Washington Benavides
Uruguayo. Nacido en 1930. Muerto en 2017. Poeta, profesor, trovador de las palabras. Milongas, guitarras, viento en el campo. La poesía como canto, como tierra, como memoria. Generación del 45, pero con un pie en la tradición oral. Versos sencillos, hondos, de fogón y madrugada. La música lo sigue, lo respira. Inspiró a Zitarrosa, a Cabrera, a tantos más. Maestro de poetas.
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Foto: Universidad de la República
El Conde de Lautréamont
Uruguayo. Nacido en 1846. Muerto en 1870. Isidore Ducasse. Conde, pero sin coronas. Revolucionario de las palabras, enemigo de la moral. Los cantos de Maldoror, su grito salvaje. Literatura como desafío, como caos. Viento de tormenta. La poesía, un campo de batalla. Imágenes violentas, surrealistas, de belleza macabra. No tuvo tiempo, pero sí un legado eterno. Precursor del surrealismo, poeta maldito. Influencia oscura, profunda. Incomprendido, admirado, temido. Sombra.
Jules Supervielle
Uruguayo. Nacido en 1884. Muerto en 1960. Francés, también. Verso de sombra y luz. La poesía, un puente entre mundos. El mar lo acompaña. Y el río. Nostalgia de su tierra natal, de un país lejano. Susurros, ecos de un tiempo y un espacio que se diluye. Poeta de lo invisible, de lo que se esconde. Su influencia, más allá de las fronteras, tocó a poetas de toda habla. La melancolía, su amiga. El silencio, su otro lenguaje. Un poeta de la interioridad, de lo profundo, de lo que no se ve. Un legado de belleza tenue.
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Bartolomé Hidalgo
Uruguayo. Nacido en 1788. Muerto en 1827. Trovador de la independencia. La pluma y el verso como lucha. La poesía, un canto rebelde. Voces de patria, de libertad, de lucha. Versos de amor y revolución, de vivencias en un tiempo agitado. Las letras como bandera, como grito. En sus poemas, la historia y la pasión. Su obra resuena en el eco de las luchas nacionales. Poeta del pueblo, del río, del campo. Su voz inspiró a generaciones, forjando una identidad literaria en Uruguay. La nostalgia de la tierra y la guerra de la independencia. Poeta y patriota, una nación.
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