“Primero empezó a expandirse a otros barrios de Montevideo de forma lenta, cuando desalojaron a la gente que vivía en Cuareim, en Ansina y en otros lugares donde había familias negras. Después, ya en diferentes barrios que también de una forma u otra tenían acceso al candombe pero no salían a la calle, se empezaron a armar pequeñas llamadas. Estamos hablando de los 80’, en ese momento fuera del país la gente que se había ido al exilio también encuentra en el candombe la respuesta de unidad que precisaban. Muchos lo conocen fuera del país y se dan cuenta que unifica, porque incluso cuando se hacían las Llamadas en época de dictadura, el candombe era una forma de resistir”, dice.
La referente explica que actualmente está “muy masificado” y señaló que existe “mucho desconocimiento con respecto a sus raíces”.
“Desde creer que el candombe no es lo que realmente es, porque el candombe nace de forma ritual. Eso hay que saberlo y aceptarlo. Nació en la época de la colonia con las personas esclavizadas y las diferentes naciones africanas, que si bien estaban catolizadas o cristianizadas tenían su propia cultura y en ella invirtieron todo lo que tenían para mantenerse”, expresa.
Ramírez hace énfasis en el porqué de ese crecimiento y apela a recuerdos de sus décadas de candombera, de las veces que vio gente acercarse tímida o reticente a la comparsa pero al rato los observaba "arrastrando los pies" junto a los tambores. “El candombe tiene algo que tiene que ver con el inconsciente, que te lleva a acercarte desde el punto de vista rítmico. Una sensación de plenitud”, sostiene.
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Fernando “Lobo” Núñez –luthier, tocador y referente del candombe– coincide en la mirada sobre el crecimiento del género.
“Que hoy la gente que no tiene descendencia afro esté participando y se haya agrandado la cantidad de intérpretes del candombe para mí tiene el único significado es el reconocimiento indirecto que nuestra sociedad le da a nuestro folclore”.
Núñez señala que, si bien durante muchos años fue una tradición que se desarrolló principalmente en los barrios Sur y Palermo, hoy es interpretado por toda la sociedad y es “un ejemplo de convivencia”.
“El candombe es algo que no ha necesitado de reglas ni de decretos, aceptó a todos naturalmente”, dice.
“Es tan grande el movimiento que se formó, que hoy todo el mundo lo siente como propio y para mí es un orgullo haber sido parte de este proceso de tantos años."
El orgullo es un sentimiento que también identifica Ramírez: “Antes nadie se sentía orgulloso del candombe, solamente nosotros, los afrodescendientes. Decían que era una música de gente rea, música de gente pobre, de “la negrada", pero al ganar la calle eso empieza a cambiar. ¿Y por qué ganó la calle el candombe? Porque no tiene un lugar físico donde ser representado”, sostiene.
¿Y cuál fue la constante en ese proceso de transformación? “Resistimos mucho, trabajamos mucho y muchos de nosotros apostamos a lo que estábamos convencidos que estaba bien, que era nuestra música autóctona. Emprendimos un camino largo, pero que dio su fruto”, responde Núñez.
“Hoy canciones de nuestros autores giran en el mundo, son apreciadas y muchos de nuestros artistas han sido premiados y reconocidos a nivel internacional. Eso llevó mucho trabajo, inclusive acá. Hoy en día todavía tenemos lugares donde nos dan problemas para tocar en vivo. Yo voy por la calle y todo el mundo me saluda, me quiere, me acepta y eso para mí era impensado. Nunca pensé vivir esta situación que vivimos ahora los músicos de candombe”, expresa el Lobo.
La comparsa es realidad y la vida es fantasía
El calor del fuego entra en la panza del tambor en un ritual que dará inicio al toque de la comparsa que se repite, de igual manera, en Montevideo o Estocolmo. “Cada vez hay más personas interesadas en informarse, en pertenecer y en incorporar conocimiento de lo que es la cultura afro-uruguaya”, asegura Gabriela García, presidenta de la Asociación Uruguaya de Candombe (Audeca).
Según datos proporcionados por Audeca, solo en Montevideo hay 33 comparsas registradas en la organización. Además, de otras 16 que son parte de Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay (Daecpu). “En Montevideo hoy creo que no hay ni un solo barrio que no tenga alguna comparsa”, expresa García, quien además es la directora responsable de la comparsa La Rodó.
Florencia Gularte, directora responsable de la comparsa Integración e integrante de la Comisión Fiscal de Daecpu, explica que los números reflejan el interés de la gente por la competencia y, –en el caso de Daecpu– la participación en el Concurso Oficial de Carnaval. Además coincide en que hay más conjuntos, pero señala que en muchos casos es producto de la división de otras agrupaciones anteriores.
Desfile de llamadas 2025/ cenceribó
Foto: Leonardo Carreño
Unas 18 comparsas se distribuyen en el resto del territorio nacional, en departamentos como Paysandú, San José, Maldonado, Durazno, Lavalleja, Río Negro y Canelones. “Antes esto no sucedía, el interior del país no estaba dentro de las comparsas que pertenecían a la asociación. Esto habla de esta expansión, no solo a nivel de Montevideo sino a nivel país”, señala.
Además, García especula que también el trabajo social que hacen algunas agrupaciones podría tener una relación con el arraigo de la gente a estos colectivos en sus barrios. “Las comparsas no sólo se preparan para el concurso de Llamadas o concursos en el interior del país, sino que están realizando mucho trabajo social, cultural, educativo y solidario”, indicó.
De todas maneras, las cifras no son representativas de las agrupaciones de candombe a nivel nacional sino únicamente de aquellas que pretenden participar de la competencia. Por cada comparsa registrada hay otras tantas que salen a las calles sin intención de competir.
También a nivel internacional se ha registrado un crecimiento. El candombe ha alcanzado la diáspora en países como Argentina, Estados Unidos, Australia, España, Canadá, Berlín o Suiza.
Desfile de llamadas 2025/Más que lonja
Foto: Leonardo Carreño
“Hay mucho desconocimiento a nivel de la sociedad de la actividad que realizamos. Lamentablemente en los días que vivimos hay mucho racismo, hay mucha discriminación, y las comparsas a veces somos víctimas de denuncias por ruidos molestos o somos agredidos en la calle por vecinos. De esto se habla poco pero sucede y es por desconocimiento de que nuestra actividad está permitida, no estamos cometiendo ningún delito, es una actividad que se realiza en la calle y tenemos leyes que nos amparan”, advierte al mismo tiempo García.
La presidenta de la asociación pide “apoyo y tolerancia” para el desarrollo de la actividad candombera en las calles. “Entiendo que no a todo el mundo le puede gustar, es respetable, pero sí necesitamos que se nos respete un poco más a nosotros el trabajo que realizamos”.
"¿Cool el candombe?", pregunta Gularte y su respuesta es rápida: No.
"No se suman al Teatro de Verano, que incluye todas las disciplinas del arte. Se suman sólo para la calle. Está de moda hasta ahí, cobrá entrada a ver si sos tan cool", expresa.
Soy el eco de un candombe en flor
Paralelamente a lo que sucedía en las calles, Ramírez identifica un crecimiento relacionado al candombe canción. “Eso también tuvo un proceso lento, pero se fue dando otro tipo de conocimiento con respecto al género”.
En este sentido, Chabela diferencia en su creación el “candombe negro” y el “candombe blanco”. “El candombe negro tiene todas las características que necesita para ser ejecutado, pero cuando empezó el candombe blanco cualquier canción se le ponía el ritmo y ya quedaba como que era un candombe y no es así. El candombe tiene una forma de ser cantado por ejemplo, que no todo lo sabe o le importa. Lo mismo que la danza”.
El cantautor Darío Píriz cree que el crecimiento de la actividad de bandas de candombe fue “exponencial” en los últimos años. “Antes la gente salía más a acompañar una comparsa, a bailar un rato y nada más. Ahora se está animando más a tratar de ver diferentes exposiciones de género musical”, considera y agrega: “La gente se está atreviendo y se están dejando los prejuicios de lado".
Píriz también entiende que “la gente se ha acercado porque el candombe 'está de moda'” pero deja clara su posición: “Lo que tiene que entender la gente es que en realidad nuestra cultura no se transa por nada. Nosotros vivimos, nos levantamos y nos acostamos pensando en esto. Es una forma de vida”.
A pesar del interés que identifican los intérpretes en el candombe canción, su difusión en los medios nacionales es escasa. La ley que regula la actividad de los servicios de difusión establece que las radios de Montevideo y la zona metropolitana deben emitir al menos 30% de música nacional. Pero la pregunta que se repite entre los entrevistados es la misma: “¿Cuántas veces prendés la radio y escuchás un candombe?”.
“El candombe es complejo. Es difícil de llegar hasta para los propios uruguayos porque no es la música más escuchada. Acá suena más la plena, suena más el rock y el candombe no tanto. No sé por qué, si es de un lugar más racista de que es la música de los negros entonces la desplazamos o porque es un género que no es tan simple”, dijo a El Observador en una reciente entrevista Julieta Rada, en el marco del lanzamiento de su último disco, Candombe.
Vengan todos a bailar, que el candombe se formó
Caleb Amado y Rolo Fernández hicieron un viaje a Río de Janeiro y encontraron un mundo desconocido. Más allá de lo estrictamente musical en la expresión de las ruedas de samba, lo que les llamó la atención fue cómo la gente se apropiaba de su cultura en las calles cariocas. Así, al calor del samba imaginaron una Rueda de Candombe, un espacio que inició con un fin musical y ahora tiene, además, un propósito social.
“No teníamos ni idea de que iba a pasar, ni si iba a ser viable como evento musical”, dice Fernández desde una mesa del bar Santa Catalina, donde comenzaron a probar antes de que la esquina se desbordara y la rueda debiera trasladarse a Plaza España para contener a la gente.
“Nos sentimos convidados del candombe. El candombe es mío por padrón y no por herencia, es porque nací en Uruguay pero no vengo de una familia candombera, ni soy afro, ni mi padre es afro, ni mi abuelo tampoco”, expresa Amado y la palabra que se repite en la charla es “respeto”.
La banda incluye a Diego Paredes en el piano, Claudio Martínez en el repique, Darío Teran en el chico, Alejandro Luzardo en la guitarra, Fernández en el guitarrón y Hernán Peyrou en el acordeón. Y después sintieron la “bendición” de algunos referentes, como el Lobo Núñez o Chabela Ramírez. Incluso participaron reconocidos músicos como Jorge Drexler, Nicolás Ibarbourou, Facundo Balta o Edú “Pitufo” Lombardo.
Uno de sus últimos invitados fue justamente Darío Píriz, quien se encontró en un lugar sumamente familiar. “Los cumpleaños míos y de toda mi familia, que somos más de 20, desde que tengo uso de razón eran así. La mesa y los patriarcas en el medio cantando y tocando los tambores, y toda la familia cantando. Yo ahí viví lo que vivía de chico. La expectativa de que tenía que entrar a escena, y que había mucha gente de mi familia que me estaba viendo. Fue como estar en casa”, expresó Píriz.
Esa impronta de ocupar el espacio público convirtió al evento en un lugar de encuentro en la ciudad. Los impulsores creen que el proyecto ”acercó a cierto público al repertorio del candombe”.
“Hay una frase de Jorginho que dice que entre la gente de guita es muy underground decir que le gusta el candombe porque es popular. Puede ser también, pasa. Creo que hay un acercamiento general, así como también en su momento hubo a la murga, se transformó un género que siempre fue barrial y popular a algo mucho más masivo”, sostiene Amado.
En uno de los encuentros Fernando “Lobo” Núñez se paró de su silla y se hizo silencio. Agarró un micrófono y le habló a la gente: “Históricamente –muchas veces con Jorginho, con Repique, con Rada, con Jaime– tuvimos que levantar shows porque no teníamos público. Hoy, miren esto. Muchas gracias. Esto es candombe”.
“Está bueno que hoy pase lo que está pasando porque a nosotros nos pasaba todo lo contrario. Teníamos que levantar los shows porque no había asistido público”, dice Núñez a El Observador. “Para mí, ver esa cantidad de pibes jóvenes, todos coreando esas canciones, de autores que muchas veces fueron resistidos en aquel momento, como Eduardo Mateo o el propio Jaime, son sentimientos encontrados. Es una felicidad, pero me acuerdo de aquellos momentos con muchos artistas que terminaron sus últimos días en la pobreza. Es como algo raro, ¿no?”.
Fernández se dio cuenta de que hay un público que “curte el evento” pero que no era de escuchar candombe.
“Es un fenómeno llamativo”, señala. “Tengo plena conciencia de que mucha gente viene por el jolgorio que se arma. Más allá de la música. Pero si de costado se llevó algo, es tarea cumplida”, dice Amado.
¿De dónde surge esa inquietud por el candombe que llegó a reunir a cientos de personas de diferentes edades y contextos cada lunes? Fernández elabora una teoría: "Estamos en un momento donde vale cada vez más la autenticidad de las cosas. El acceso a la información hace que todo se parezca a todo y todo sea más o menos lo mismo. Entonces se busca ir a lo más auténtico para diferenciarse y acá en Montevideo es eso: candombe”.
Este ritmo es raíz profunda
Hay un acuerdo general: el candombe tiene buena salud. Pero ese crecimiento, advierten los entrevistados, se apareja a una preocupación por la preservación de su origen, su historia y su carácter. “No hay que perder la esencia”, dijo Eduardo Da Luz. “El candombe tiene su ritmo, tiene su forma de ser. Eso es lo que a mí me da lástima, que se está perdiendo y quién sabe dentro de unos años lo que pueda ser".
Chabela Ramírez advierte que cada vez hay más talleres de candombe, pero “no son lo suficientemente profundos como para que las personas hagan un cambio a nivel interno”. “No se dan los aspectos históricos y eso me parece que es un grave error”, sostiene.
Ramírez, quien fue parte durante casi diez años del Grupo Asesor de Candombe en la órbita del Ministerio de Educación y Cultura, considera que el rol del gobierno en la preservación del candombe es “totalmente ausente”.
“Después que el candombe fue Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, un reconocimiento que vino desde el exterior, no se reglamentó a nivel nacional y desapareció rápidamente”, sostiene y considera que hay materias curriculares en las cuales el candombe tiene que existir. “Dentro del programa de historia nacional tiene que existir porque es la historia de los afro uruguayos y es la historia antirracista. Tenemos que tener una sociedad antirracista y no la tenemos”.
“¿Una persona que es racista puede bailar candombe? Sí, por supuesto que puede y que lo hace. Porque la expresión artística está muy separada de la cuestión social y el tema ideológico", advierte.
Píriz señala que está en la gente joven la conservación de la tradición. “Se trata de empezar a sembrar para que esto no se muera”, dice, mientras dedica su tiempo libre a redactar un proyecto educativo en torno al candombe.
En la educación también hace énfasis Núñez: “La responsabilidad de nosotros de enseñar la cultura nuestra lo más honestamente posible. Yo veo con buenos ojos que hoy se toque todo el año, en todos lados, de todas las ciudades, cuando fue netamente censurado”.
“Para adelante lo que hay es algo auspicioso, sólo que tenemos que andar con cuidado en la región. Ya se está interpretando el candombe con una vehemencia increíble en el sur de Brasil, en toda la Argentina, y hay como una apropiación indebida de nuestro folclore. Eso pasa. Solo le pido a las generaciones venideras que lo cuiden, lo respeten y lo mantengan sano, sin contaminarlo. Hoy por hoy ya no es lo mismo, las comparsas agregan arreglos, cortes, esto y lo otro. Me gusta que vayan hacia adelante, pero que también tengan un punto de reflexión donde puedan mirar hacia atrás, a la raíz de cómo se tocaba, de cómo eran las tradiciones. Todo eso hay que saberlo relatar, mantenerlo, porque si no corremos riesgo de que se entreguen y se vaya perdiendo en la distancia. Que cruce la frontera y cuando te quieras acordar deje de tener una raíz, un origen y pase a ser de todo el mundo”, concluye.