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26 de abril 2025 - 5:00hs

Pocos estrenos de Netflix tienen tanta presión encima como El Eternauta. La serie, cuya primera temporada llega este miércoles a la plataforma de streaming y que tiene a Ricardo Darín como protagonista, llega precedida de fracasos, y con la responsabilidad de estar a la altura del lugar que tiene en la cultura argentina la historieta en la que se basa.

El Eternauta, firmada por el guionista Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López, es uno de los tótems de la historieta argentina, y una de sus historias más famosas a nivel internacional junto con Mafalda.

Publicada de forma semanal entre 1957 y 1959 y luego compilada en mil ediciones de todo pelo y formato como novela gráfica, esta historia de ciencia ficción es uno de los títulos más ilustres de ese género de los que se hicieron en esta zona del mundo.

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La historia de Juan Salvo, un porteño de clase media que pasa de estar jugando al truco con sus amigos en su casa a quedar en el medio de una invasión extraterrestre a Buenos Aires, que es precedida por una nevada fosforescente que mata a todo el que la toca, proyectó una sombra larguísima en la ficción y en la cultura del país, además de convertirse con el tiempo en motivo de disputas políticas, y también en una saga con fama de “maldita” cada vez que se la intentó adaptar a un formato audiovisual.

De Cartoon Netwok a Lucrecia Martel: las versiones fallidas de El Eternauta

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El camino de El Eternauta a la pantalla fue tan largo y accidentado como el de Juan Salvo y sus aliados para escapar de la Buenos Aires nevada e invadida. Hubo una colección de nombres ilustres que intentaron pero quedaron por el camino en el proceso de llevar el trabajo de Oesterheld y Solano al cine o la televisión.

Ya a fines de la década de 1960 hubo intentos por traducir la historieta a dibujos animados. Luego del impacto de la serie gráfica, que tenía como público objetivo a los niños y adolescentes de la época (el tiempo y los cambios culturales la reenfocarían como un contenido adulto), la agencia productora Gil & Bertolini encargó una serie de cortos animados con la técnica llamada rotoscopía, que consiste en dibujar por encima de imágenes reales, calcando los fotogramas.

De ese proyecto llegaron a animarse algunos minutos de material, pero la plata no alcanzó para llevarlo a término. El dato era preocupante para las aspiraciones de llevar al Eternauta a otros medios, ya que en 1976 el propio Oesterheld reconocía que se había intentado adaptarla con dibujos animados “para salvar los costos”.

Embed - El Eternauta | Tráiler oficial | Netflix

Mucho más acá en el tiempo, ya en los 2000, el canal de cable Cartoon Network intentó adaptar la novela gráfica, también con una serie de cortos animados, pero el proyecto no pasó de un avance de 15 segundos, según recuerda una nota del canal argentino TN.

En distintas etapas del proceso quedaron truncas las versiones con actores de carne y hueso que trataron de hacer personalidades del cine argentino como Pino Solanas, Adolfo Aristarain y Damián Szifrón.

La que llegó a generar algo más de ruido fue la directora Lucrecia Martel, que durante años estuvo asociada a una adaptación cinematográfica que sin embargo, tampoco prosperó.

El Eternauta incluso pasó por manos extranjeras. El español Álex de la Iglesia fue otro de los directores que en algún momento de su carrera manejaron la posibilidad de adaptar la historia, y su proyecto de hecho compartía con la serie que ahora se estrena el protagonismo de Ricardo Darín.

Pero al final fue la billetera gorda de Netflix la que lo logró. En su afán de conquista global, la plataforma apostó fuerte por las producciones argentinas y en estos tiempos donde las empresas de entretenimiento buscan todo el tiempo generar nuevas franquicias exitosas capitalizando propiedades intelectuales ya conocidas, fue por Mafalda y El Eternauta.

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La saga de Juan Salvo fue encomendada a Bruno Stagnaro, responsable de la serie Okupas. Sin embargo, luego de que el proyecto se anunciara oficialmente en 2020, le quedaban por delante todavía algunos tropiezos, vinculados a la escala y la ambición de la serie, al impacto de la pandemia sobre los rodajes, y a la semiconstante crisis económica en la que vive Argentina.

Todos esos puntos atrasaron su filmación y estreno, en parte también porque en Argentina se han hecho pocas producciones de este tamaño y tal cantidad de efectos especiales, más propios de una superproducción de Hollywood.

“Esto será un reto inusual para nuestra industria y eso es algo que personalmente me motiva mucho porque siento que puede establecer un precedente para que luego ya no sea tan difícil encarar este tipo de proyectos en nuestro país”, advertía Stagnaro antes de comenzar el trabajo en la serie, en una frase que ilustra también otro tipo de presión y responsabilidad que trae consigo la serie.

El héroe colectivo

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Como todo proceso de adaptación, la versión de El Eternauta que este miércoles emergerá en el catálogo de Netflix tendrá cambios con respecto al original. Es un proceso lógico y responde tanto a cuestiones narrativas como prácticas.

En una historia donde la ciudad de Buenos Aires juega un rol central, y donde se da aquello que estamos más acostumbrados a ver en obras que se hacen en otros lugares en las que edificios o sitios icónicos son parte del relato, con el estadio Monumental, la Plaza del Congreso o la avenida General Paz como escenarios claves, había una necesidad de trasplantar el relato de la década de los 60 en la que se ambienta al presente.

Stagnaro explicó que la decisión fue para evitarse la recreación de época (algo que habría hecho todo todavía más caro), además de que se hizo para que la ciudad sea más familiar para los espectadores que la conocen, por los lógicos cambios que experimentó en estas décadas.

El cambio de época también significó adaptar los roles de los personajes y sus perfiles a la sociedad moderna. Eso va desde detalles como que la hija de Juan Salvo ya no se llama Martita sino Clara, hasta darle roles a mujeres que en la época del original solo le eran dados a un hombre.

Embed - El Eternauta | Adaptando La Novela Gráfica | Netflix

Pero la base narrativa y temática será la misma. Más allá de que en esta época las plataformas buscan llevar sus historias a ambientaciones y temáticas lo más lavadas y universales para llegar a la mayor cantidad de espectadores posibles, El Eternauta hizo de una de sus banderas la argentinidad.

“Esas fueron las dos condiciones innegociables que puso Martín Oesterheld, el nieto y heredero de Héctor, cuando comenzaron las negociaciones con Netflix: que fuera filmada en Buenos Aires y en idioma español”, explicó Stagnaro al medio argentino Página 12.

Sin embargo, la historia tiene un componente universal en el subtexto que pasa por detrás de los extraterrestres y las nevadas letales: el valor del trabajo colectivo y de la colaboración para superar los obstáculos.

Como pasa en otras historias postapocalípticas o de catástrofe, desde The Walking Dead hasta The Last of Us, está también la idea de que más allá de la amenaza externa y sobrenatural, los humanos pueden ser tan o más peligrosos, no solo por su codicia o por una postura de sálvese quién pueda, sino también por terminar obstaculizando la posibilidad de hacer frente común al enemigo.

La intención de Oesterheld era la de plantear un mensaje humanista, más allá de que hay algunas cuestiones más explícitas y menciones a las potencias del hemisferio norte en términos no del todo amigables. Pero Argentina siendo Argentina, las lecturas políticas estuvieron casi desde el principio a la orden del día, lo que hace que El Eternauta tenga también por encima un elemento de polémica.

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Ya la dictadura argentina censuró y le adjudicó ciertas lecturas partidarias a la obra, y también es cierto que la segunda parte de la saga ya refleja el giro político de su guionista, que formaba parte de la organización Montoneros y expuso manifiestamente su visión de izquierda y antiimperialista en sus historietas.

El vínculo de Oesterheld con la organización lo terminó convirtiendo en 1977 en uno de los detenidos desaparecidos de la dictadura, junto a sus cuatro hijas y sus yernos, lo que cargó todavía más de significado a la historia.

En los 2000, el kirchnerismo tomó la imagen de Juan Salvo con su traje aislante contra la nieve radioactiva y lo convirtió en “el Nestornauta”, una referencia al por entonces recientemente fallecido Néstor Kirchner, y reavivó las disputas políticas por la obra entre ese movimiento y sus opositores.

Pero más allá de las lecturas que se le hayan dado a posteriori, para Stagnaro está claro que el mensaje importante era el de “nadie se salva solo”, aquella bandera que Oesterheld había sostenido hace 70 años, y que en 1975 resumió así: “Quizás por esta falta de héroe central, El Eternauta es una de mis historias que recuerdo con más placer. El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe en grupo, nunca el héroe individual, el héroe solo”.

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