Humberto De Vargas.
Foto: Leonardo Carreño
En febrero contaste en Algo Contigo, de Canal 4, que estás oficialmente jubilado, ¿cómo te lleva la vida de jubilado?
Muy atareada (risas). Primero que nada, por la tremenda decepción de darme cuenta de que hasta el resto de mis días, o hasta que tenga energía, voy a tener que trabajar para sobrevivir. Ya he bajado un escalón de lo que era mi estándar de vida. La realidad fue en su momento muy dura, la decisión de jubilarme fue por la necesidad de tener por lo menos un ingreso fijo, un colchón, pero que sinceramente la imaginé en el entorno de los 70 u 80 mil pesos, sabiendo que en Uruguay las jubilaciones están topeadas, pero descubrí que por el sistema jubilatorio en el que yo estaba, en el que nos vimos obligados a tomar una AFAP, mi jubilación es de $ 16.000 por AFAP y $ 40.000 por BPS. No me quejo, hay gente que sobrevive con jubilaciones de $ 15.000 después de trabajar toda la vida, pero no era lo que yo esperaba. Y entonces ahí dije “vamos a agarrar la guitarrita”, a empezar con los shows nuevamente, vuelvo al teatro y seguimos en camino con el proyecto de Firma Media, con proyectos televisivos.
¿Y cómo llegás al streaming?
No tenía un gran entusiasmo con el tema, veía las cifras y no me llamaba nada. Pero noté que Undertake tenía números que ya eran otra cosa, conversamos con Richard Galeano, y con Diego Porcile y Pablo Brum, que son los que están conmigo en Firma, definimos empezar con un producto, para no seguir trancados, mientras seguimos desarrollando una programación de ocho horas para nuestro proyecto, que son tres programas. Salimos con Último momento y empezamos bien, tengo la esperanza de que podamos ir a golpear alguna puerta y que aparezca algún avisador, porque hasta ahora el ingreso es cero pesos.
Humberto De Vargas.
Foto: Leonardo Carreño
¿Tuviste que adaptarte a un lenguaje distinto o los medios son los medios y estar delante de un micrófono es igual dónde sea?
Yo voy a continuar en mi estilo. ¿Qué te puede permitir el streaming? Una interacción con los espectadores que por ejemplo en televisión abierta no es tan cercana. En la época de La revista estelar, un gerente de Canal 10, Heber Villar, me pegó un tirón de orejas bárbaro, un sermón de una hora, porque le había dedicado tres minutos de televisión a responder una carta, una sola, de un espectador del interior. Ahora los tiempos cambiaron y ese tiempo hay que dedicarlo, porque tenés un contacto más inmediato, pero en el streaming eso tenés que hacerlo todavía más, el espectador en este caso siente la necesidad de incidir de alguna manera en la opinión que estás dando, sea porque está de acuerdo o porque quiere que la cambies.
¿Qué te llevó a querer hacer un informativo?
Mantenerme en el mundo de las noticias y el empezar a dar una cuota de opinión y de contextualización y hasta de cierto hilado en las noticias, siguiendo un poco aquella vieja máxima del “guionista de dios”, esas cosas que decís, “che, esto parece que fuera en broma”. Agregando opinión para encender a la gente, sé que hay gente que no le va a gustar lo que diga, pero yo digo claramente que el que esté libre de pecado tire la primera piedra. Yo soy el primero en decir que cometí un montón de errores en mi vida, pero yo soy un comunicador, no soy ministro, presidente de la república, vicepresidente, senador. Tal vez si un día me tiro a ser político, revisaré mi vida, tendré que pedir disculpas por todo, veré que no le deba un mango a nadie y diré “bueno, al final de cuentas yo no hice nada ilegal, entonces me voy a presentar”.
Me entusiasma hacer ese tipo de comunicación, yo no pretendo que se tome como periodismo lo que hago, informo sobre lo que me parecen las cuatro o cinco noticias más importantes del día, creo que no hay más que eso normalmente; juego un poco a mostrar lo estirados que están los espacios noticiosos en nuestro país, pero porque rinden económicamente y a nivel de la audiencia; y juego también a que los montevideanos veamos que lo que para nosotros es la principal noticia del día, para Artigas no la es.
Humberto De Vargas.
Foto: Leonardo Carreño
¿Y cómo fue ponerte en el rol de editorialista? Porque no es lo habitual en tu carrera.
Es un personaje. Todo lo que hago en mi vida está vinculado al teatro. Es un personaje que estudia, que mide las cosas que dice, que las dice desde el mayor respeto y sabiendo que todo puede ser refutado. Porque yo no tengo ninguna autoridad de ningún tipo. Tengo la misma autoridad que cualquier uruguayo o uruguaya que se pone a opinar sobre un determinado tema. Lo que sí trato es que se note que tengo conocimiento del tema y que por lo menos me tomé el trabajo de escuchar todas las declaraciones, y hasta de analizar gestos, el nerviosismo en la voz, son cosas de las que puedo hablar porque es mi trabajo, yo sé cuando estoy mirando a alguien en cámara si está leyendo un teleprompter. Trato de hacer lo del mago enmascarado, contar el secreto, descubrir el truco.
Embed - Editorial sobre las declaraciones de Cosse en pleno escándalo de la ministra Cairo
Vuelvo a algo que me dijiste hace un momento. ¿Se te pasó alguna vez por la cabeza meterte en política?
No y sí. Fue un no durante toda mi vida. Y es un sí, a partir de que se empezó a dar en Uruguay algo que le criticábamos a los argentinos y ahora, como siempre, lo que hacen ellos y nosotros les criticamos nos llega 20 o 30 años después. Allá los personajes artísticos y mediáticos hacen política hace añares, acá no se daba y ahora es una avalancha. Me rechina un poco cuando es gente vinculada al periodismo, como pasó con Blanca Rodríguez o mi queridísimo Martín Lees. Quienes ejercemos una profesión de comunicadores debemos apartarnos de que pueda quedar en tela de juicio la honestidad con la que sobrellevaste tu labor. Es exponerse mucho, porque te pueden decir, “yo veía a esta persona hacerles notas a presidentes, candidatos, lo que fuera, y resulta que era de tal partido”. Está mal pensar que uno pudo haber actuado deshonestamente, pero ¿lo podés evitar? No. Sabiendo cómo somos los uruguayos, no.
Entonces, en el último tiempo vi que tanta gente se acercaba a eso, que de repente quién te dice que con esto de que yo empiece a dar opiniones, en algún momento alguien se pueda acercar para decirme de hacer algo de política, pero tendría que ser algo que me interesara a nivel cultural, hablando de lo que yo adoro, que es el teatro, que es la música, meterme para calentar una banca en diputados no, porque además no tengo la más pálida idea de lo que son leyes o simplemente iría por una cuestión de votar por disciplina partidaria, entonces sería para robar, para cobrar el sueldo. La realidad es que creo que no y creo que por eso nunca se dio. Me costaría mucho el cara a cara con la gente sabiendo que te estás llevando mucha plata por mes.
El proyecto de Firma incluye el regreso de uno de tus programas más conocidos, La revista estelar.
Sí, creo que va a demorar un poco, pero estamos trabajando en eso. Llevándolo al fútbol, hago eso y me retiro, con eso me despido, no molesto más y le doy lugar a los jóvenes. Les pido perdón a los jóvenes, les quise dar el lugar antes pero el sistema previsional del país me hizo ver otra realidad (risas).
Humberto De Vargas.
Foto: Leonardo Carreño
Hablando de tu trayectoria, estás haciendo también De Vargas al confesionario, un espectáculo que involucra a tu propio pasado. ¿Cómo fue ese proceso de revisitar tu historia y tus episodios más polémicos?
Empecé a anotar un día todas las macanas que me había mandado, que son las que más le interesan a la gente. No quieren que les cuentes las ganadas, piden las perdidas. Entonces empecé ese proceso y me di cuenta a medida que las iba escribiendo y describiendo, que se me ocurrían cosas humorísticas. Y después jugando un poco con el llamado de Gran Hermano "al confesionario", se me ocurrió el título. En el show me confieso, cuento detalles y permito que me hagan preguntas sobre todo lo que quieran saber, que ya sabemos a qué lugares van a ir esas preguntas (risas). Es un espectáculo humorístico y musical, casi totalmente improvisado.
¿Y te sorprendió encontrarte con ese humor al ir repasando esos episodios?
Esperaba que volviera. Hasta hace relativamente poco tiempo, muchas de las cosas que me sucedieron en mi vida me seguían causando vergüenza, dolor, frustración. Recordar determinadas cosas me seguía haciendo llorar. Entonces supongo que si lloraba era porque de alguna manera estaba arrepentido de que hubiera pasado lo que pasó. Pero había pasado. Y quería recuperar el humor. Hasta los momentos más trágicos de nuestra vida, cuando pasa el tiempo, los podemos recordar no te digo con humor, pero con nostalgia, con ternura. La muerte de mis padres me sigue conmoviendo, no la voy a tomar con humor, pero sí puedo recordar con humor algunas de sus tantas anécdotas. Y estaba esperando que volviera el humor y no volvía y me tenía preocupado. Eso también tenía que ver con mi enfermedad por la que fui tratado, que fue una profunda depresión, que entre otras cosas generó una adicción, un altísimo consumo de alcohol. Evidentemente todavía había alguna piecita del rompecabezas que no estaba donde tenía que estar. Hasta que pasó. He llegado a recrear hasta la caída que tengo en el escritorio del subcomisario de la seccional 14, simulo esa caída y le explico a la gente las técnicas teatrales que hay para hacerlas creíbles. Eso me generaba una profunda vergüenza, ¿qué se me pasó por la cabeza? ¿por qué hice esta barbaridad? Mientras siguiera pensando así, no solo no iba a superar el tema, sino que no lo iba a poder tocar con humor. Ahora puedo.
Obviamente soy consciente de las cosas que hice, de las que tengo que estar arrepentido, pero también soy consciente de la magnitud. Cada cosa en su lugar. Tampoco ponerme frente al espejo y empezar a darme latigazos porque me agarré una tremenda borrachera mezclada con pastillas y se me dio por hacer las estupideces que hice. O sea, las cosas en su justa medida y con los debidos términos. Entonces por eso pude recuperar el humor porque creo que de a poquito empecé a sanar.
Humberto De Vargas.
Foto: Leonardo Carreño
¿Este espectáculo fue una catarsis?
No lo hice con esa intención. Yo soy de escribir a mano. Tengo mis momentos en que me pongo a cantar karaoke en casa, tomando algo, me pongo melancólico, lloro con canciones, me acuerdo de cosas y escribo. A veces escribo canciones, a veces me salen medio como poemas y a veces son relatos. Entonces como que surgió de casualidad, la sorpresa fue que apareciera el tono humorístico. Lo debe estar siendo por lo que pasa en el escenario, porque me doy cuenta con qué facilidad paso del llanto a la risa, hay momentos que estoy cantando una canción y tengo que parar porque me vino en ese momento un recuerdo. Entonces no está buscada la catarsis, pero probablemente se esté haciendo.
Y algo de redención, si se quiere.
Sí. Hay un profundo pedido de disculpas, de perdón, no tengo ningún prurito ni problema en utilizar la palabra. Me ha dicho muchísima gente amiga, “no tenés que pedir perdón por nada, vos no dañaste a nadie”. Sí, pero siento la necesidad de hacerlo. Decirle a mucha gente que me tenía con una determinada imagen, que si esa imagen durante un tiempo cambió, o la explicación que yo di para que eso pasara no le sirvió, que me perdone porque creyó que yo era una cosa que después vio que podía ser otra. Me hace bien el decir que como figura pública uno tiene que disculparse y arrepentirse y pedir perdón por cosas que considera que estuvieron mal, o que la sociedad señala que estuvieron mal.
Humberto De Vargas.
Foto: Leonardo Carreño
¿Qué pasó con el reclamo judicial que hizo su hija Sofía a la Vieja Farmacia Solís reclamando un porcentaje de las entradas vendidas para tu espectáculo como parte de la pensión alimenticia?
Va a ser algo permanente cada vez que vean que tengo un trabajo público. Es decir, no esperan a que yo haga la respectiva liquidación. Hubo una publicación en Facebook que hizo su mamá hace pocos días. Ahí decía que se había cansado y que no iban a seguir porque habían recibido muchas críticas por lo que habían hecho. Yo no sé si da para recibir críticas o no. ¿Están en su derecho de hacerlo? Están en su derecho. Cuando tú haces eso es porque no confías en la otra persona, deben suponer que estoy ganando más plata de la que estoy pasando. Yo el otro día saqué la cuenta de cuánto he aportado desde el momento que se fueron de casa, el 20 de septiembre del 2020. En aquel momento acordamos, y durante un año sin que hubiera juicios de por medio, $ 40.000 en efectivo todos los meses, cosa que cumplí sin ninguna necesidad de pasar por un juzgado, y otros $ 40.000 de su colegio. Entre las pensiones alimenticias pasadas, salarios vacacionales, aguinaldos, el despido de Canal 10, anduve en este tiempo entre $ 1.8 o $ 2 millones más o menos. Ahora entre lo que corresponde para mi hija y lo que corresponde para mi exesposa, que tiene una pensión cóngrua del 15%, de cada 100 pesos que gano, 40 van para ellas, 25 y 15. Para tener una idea, mi despido de Canal 10 anduvo en unos US$ 45.000. Si sacás la cuenta del dinero que fue para cada lado, es clarísimo.
Ahora, si te parece que esa cantidad de dinero no es cumplir con la pensión alimenticia de una hija menor que tiene 20 años... Repito, están en todo su derecho de hacerlo, me pueden correr hasta abajo de la cama si quieren. Espero que simplemente confíen y me dejen trabajar, porque en la medida que yo siga trabajando algo van a rescatar. Claro, cambiaron los valores. Si mi ingreso es cero, el 40% de eso es cero. Cuando haya un peso, tendrán sus 40 centésimos. Pero bueno, ¿qué voy a hacer? Cuando lo que importa es la plata y no saber de la vida de papá, de la salud de papá… Hay mucha gente que debería ir al confesionario, me parece.