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2 de marzo 2025 - 5:00hs

Candombe yo te oí llamando
Candombe te estuve llamando

De vos me enamoré

De vos me enamoré

Sos la música que amaré

Candombe es el nombre del más reciente trabajo discográfico de Julieta Rada, un disco que se hunde en las raíces afrouruguayas e incorpora influencias contemporáneas a algunas de las canciones más arraigadas del cancionero candombero. El disco, disponible desde el pasado 24 de setiembre, se construye como un homenaje a una tradición que heredó y siempre supo que estaba ahí. Hasta que sintió que era el momento de apropiarse de ella. Hasta que respondió a la llamada.

“Hace tiempo que quería hacer un disco de candombe pero no sabía cómo encararlo, si hacer algo súper tradicional o algo más fusión. Iba a ser mi tercer disco, pero después grabé primero Bosque. La vida me llevó por otro camino, ¿viste?”, dice a El Observador una tarde de febrero desde el living de la casa de la familia Rada.

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Llamando, la canción que Mariana Ingold lanzó en 1991, iba a ser parte de su segundo disco, Corazón Diamante, pero finalmente quedó por fuera de la selección. Lejos de quedar en un proyecto olvidado en algún disco duro, el tema fue el motor que encendió la necesidad de volcarse a un cancionero tradicional y aportar su versión intérprete.

En el entretiempo Julieta Rada se mudó a Nueva York, y entre las luces y la agitación de una ciudad multicultural comenzó a construir un nuevo proyecto al abrigo de una familia rioplatense en el circuito latino de Brooklyn. Su actual pareja, el baterista Juan Chiavassa, y el tecladista Leo Genovese, la acompañaron como arregladores e instrumentistas.

Grabaron las bases los teclados. la batería, el bajo de Noam Tanzer y una voz de referencia antes de volver a Uruguay para alimentar el chico, el piano y el repique. “La idea de base era hacerlo más fusión, porque obviamente somos todos de distintos lados del mundo y eso se da naturalmente. Mi música va más por un lado más popero o fusionero. Así iba a ser como más... mío. Pero lo dudé, mirá que casi hago uno así re tradicional pero no lo sentí”.

El disco contiene ocho canciones, desde Biricunyamba de Pedro Ferreira a Consejo de Eros de La Calenda Beat traza un arco intergeneracional, pasando por Se abre el portón de Hugo Fattoruso, Adiós a la rama de Ruben Rada, Llamando de Mariana Ingold, El Tambor de Jaime Roos y Baile del candombe, una canción de autor desconocido.

Un álbum que fue grabado entre Uruguay y Estados Unidos en un diálogo sonoro que intenta al mismo tiempo impulsar la difusión del candombe fuera de fronteras. “A veces nos quejamos de que la música de Uruguay no se conoce, pero no sé si hacemos mucho esfuerzo por mover esa música. Obviamente hay miles de personas que ya lo han hecho, como fue mi papá, los Fattoruso, Mateo, que ya hicieron ese camino, pero necesitamos más apoyo de nuevas generaciones y de organizaciones que apoyen la cultura”, dice.

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Todas las canciones de Candombe tienen su arraigo cultural dentro del género y en la gente, ¿cómo te sentiste ante el desafío de hacerlas propias?

Yo siempre hice mis canciones y capaz que grababa un tema de mi papá. En este fue otro encare, porque las canciones no eran mías. Siempre te surgen inseguridades cuando estás haciendo un disco pero esta vez venían desde otro lugar, de estas canciones que ya están buenísimas. ¿Cómo hago para que me gusten a mí, que le guste al autor, que le guste a la gente? También sacarlos de ese lugar que ya tenemos de la escucha consciente e inconsciente. Me gustaba la idea de tomar repertorio clásico uruguayo y traerlo de nuevo a la vida, porque hay temones que quizás las generaciones de ahora no tienen ni idea y está bueno rescatar eso. Que uno pueda escuchar Llamando y decir "¡ah, qué linda canción! a ver cómo era la original" e ir a escucharla y que esté buenísima. Me gusta eso de invitar a la gente a volver atrás.

Me costó, yo todo el tiempo estaba pensando en "si hago esto me van a criticar". Mi novio me dijo "salí del pueblo" y ese rezongo me sirvió para poder avanzar, si no uno está siempre metido en lo que te van a decir o lo que no. Solté e hice este disco, que por suerte tuvo buen recibimiento, de los autores y de la gente también.

Muchas veces, cuando los músicos van a vivir al exterior extrañan la raíz, ¿hay algo de eso en el nacimiento de este disco?

Sí, totalmente. Yo estoy allá y extraño un montón. Tanto los uruguayos como los argentinos somos muy arraigados a nuestra cultura y se extraña. De hecho allá vivo en Brooklyn pero mi burbuja es toda rioplatense. De alguna manera esa es nuestra familia allá y nos apegamos a eso. Es un sostén. Si no, en Nueva York el primer año te querés matar porque una cosa es estar ahí paseando y decir "wow, esta es la mejor ciudad del mundo, quiero vivir acá" y después vivir ahí, no es tan fácil.

Siempre hice cosas con el candombe. Desde el primer disco [Afro-zen] ya la premisa era hacer un disco para bailar pero que tenga candombe, fusionar lo moderno con lo antiguo o lo tradicional. Ese disco tiene cosas más poperas pero hay candombe. Después ya en el segundo [Corazón diamante] hay candombe pero es como más místico. Tiene un misticismo en las armonías, las cosas que hacíamos con Nico [ndr. Nicolás Ibarburu] tenían como un mundo.

Hay una cuota de experimentación también.

Hay mucha experimentación. Hay candombe, pero muchas veces el candombe en ese disco está más implícito, se siente la llevada pero no está en los tres tambores del candombe. Nico también es re candombero, él siempre me llevaba por ese camino. En su momento capaz que no estaba tan convencida. Y después el tercero [Bosque], re popero, cancionero full songwriter, y tiene el último tema [Stevie] que es medio candombe. Y en este dije "bueno, es ahora".

Siempre pensé "tengo tiempo toda la vida para hacer algo de candombe”. Es algo que está en mí, que lo heredé de alguna manera y lo puedo hacer en cualquier momento. Sentí que el momento era este.

En este disco colaboran desde Fito Páez, ILe y Pedrito de Cuba hasta Ruben Rada y Juan Campodónico. Hay una cuestión también muy internacional que lo atraviesa. ¿Cómo elegiste a las personas con las que colaborar y qué le podían aportar a tu disco?

Quería que colaboraran personas de distintos lugares. Mi papá no podía faltar porque obviamente es mi referente y el que me pasó este legado de alguna manera. Fito es mi referente argentino, mi ídolo desde que soy chica y al mismo tiempo es fanático de la música uruguaya. Entonces me parecía lindo traerlo a él, un representante del rock argentino, a cantar candombe y un tema de mi papá, que ellos se quieren mucho. Había muchas cosas que conectaban.

Que distintas figuras de otro palo canten candombe ayuda a que la música se difunda. A veces es difícil porque a los candomberos más tradicionales les cuesta un poco abrir esas puertas. Yo sé que en algún punto es polémico este disco porque es re fusión, tiene invitados de otros lados y capaz que no es tan candombe tradicional; pero también me parece que hay que romper un poco con esa tradición tan conservadora para que se conozca en todo el mundo. Es un género hermoso con un peso cultural importantísimo, está bueno que se conozca en otros lados, que se difunda y que lo canten otros artistas. A veces molesta que alguien cante candombe, "che, pero este no es uruguayo, ¿por qué canta candombe?" Y bueno, hay que abrir un poco el espectro, si no nos quedamos acá entre nosotros y no sale de acá.

¿Y cómo fue esa experiencia de compartir el candombe con gente quizás tenía ahora una primer aproximación?

Todos son latinos, entonces entienden del sabor latino. ILe es bárbara, me copaba que sea sea mujer porque la canción es de una compositora mujer y me gustaba que fuera ella porque de alguna manera somos las dos latinas haciendo música más contemporánea pero siempre trayendo matices de nuestra música más tradicional. Me copaba esa mirada y la rompió.

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A Pedrito lo vi en Nueva York y me voló la cabeza, lo fui a ver y no podía creer lo que el tipo toca, lo que canta, lo que baila, la buena onda. Lo invité, se copó y la rompió. Hay gente que es musical, y cambió la versión una vez que cantó él. A veces es difícil cuando estás grabando porque te vas acostumbrando a lo que vas escuchando y cada cosa nueva que le pones te rechina un poco hasta que te acostumbrás, pero cuando cantó Pedrito dije "claro". Es de esa gente que está tocada, todo lo que hace le sale bien. Después tuve que cambiar unas cosas por lo que él cantó, porque digo, ¿cómo nunca escuché esto? Ahí cambié las armonías, los coros y embelleció la canción.

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Y a Fito lo escuché y me puse a llorar. Decía "no puedo creer que esté Fito cantando esta canción". Tiene una cabeza tan creativa que va por otro lado, no respeta la melodía y canta lo que se le canta. Y está buenísimo eso. Me puse a llorar, no podía creer todo lo que cantó. Por algo es Fito Páez.

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Este ya es tu cuarto disco de estudio. ¿Qué has aprendido en estos años, disco a disco, a la hora de encarar un nuevo proyecto?

Yo siento que en cada disco aprendo algo. Es muy desgastante emocionalmente, ni que hablar económicamente, y aprendo mucho y siento que crezco como persona. Es una locura lo que te digo pero realmente aprendí mucho, crecí como persona, aprendí a vincularme con otras personas, aprendí a entender mis tiempos. Me pasaba cuando era más chica de ir al estudio y si no me gustaba cómo lo cantaba lo hacía 700 veces, "no me gusta, no me gusta, no me gusta". No sabía parar. Ahora es "bueno, no lo estoy encontrando", paro y al día siguiente lo agarro. Saber escucharme. Entender los tiempos.

Haber invitado a alguien a un disco me parece un avance en mí muy importante, porque yo tengo pánico de llamar a otras personas y siento que me van a decir que no. Siento que los estoy molestando. No sé por qué, porque capaz que si lo pienso al revés, si alguien me llama a mí, no es ninguna molestia que me llamen y me inviten a cantar. Pero lo fui superando. Y eso que me pasa en la música me pasa en aspectos de la vida en general, a veces con la música lo veo de una manera más simbólica pero cosas que me pasan en los discos se ven trasladadas en la vida cotidiana.

Son años de aprendizajes e insistencia. En una entrevista con Montevideo Portal decías que "en Uruguay uno termina ganando por cansancio", por insistir permanentemente con lo que hace.

Sí, eso es algo que todavía creo. Salvo algunos proyectos que han pegado desde un comienzo, como La Vela Puerca o No Te Va Gustar, que en general son bandas. Los que no somos bandas me parece que terminamos ganando por cansancio. De estar y de esa insistencia de no soltar nunca, la gente te termina respetando. O irse para afuera y que vean que te vaya bien, ahí como que te empiezan a aceptar. Cambió un poco Uruguay, yo creo que ahora acepta más a las figuras nuevas, hubo una evolución pero igual pasa que venga un artista equis de afuera y llena un teatro y el artista nacional no. En Argentina no pasa eso, a pesar de la crisis que hay se valora mucho más la industria del país, o en Brasil, sus artistas son lo mejor que hay, los respetan y los cuidan. Acá cuesta más. También como somos todos medio humildones a veces te cuesta poner en un lugar de artista al otro. Son muchos factores.

Embed - EL TAMBOR - Julieta Rada, Juan Campodónico & Matías Rada

De alguna manera el público uruguayo suele poner a prueba al artista, especialmente cuando se trata de una solista femenina.

Sí, y encima hija de. Yo tuve que pagar ese derecho de piso, me costó varios años que me dieran un poco de bola porque antes era la hija de Rada que le pinta hacer pop. Nada que ver. Cuando saqué mi primer disco había mucha crítica y no había como un lente feminista que me defendiera, me re atacaban. Decí que en ese momento yo era muy inconsciente y seguí para adelante, capaz que hoy me tocan esas críticas y me afectan más que en ese momento de inconsciencia. Con el tiempo me vieron cantando con Fito Páez, con Ciro, con los Kuryaki, con Jorge Drexler y dijeron "ah mirá qué bien Julieta" y ahí te empiezan a dar bola. Es un poco triste, pero real. Obviamente siempre hay gente que te sigue desde el principio, pero con gran parte pasa eso.

Siempre fui yo, pero está bueno decir Julieta Rada y que me reconozcan por mí misma y no asociarme a mi papá. Obviamente siempre me van a asociar, porque soy su hija y mi papá es muy querido, la asociación va a estar siempre pero que sepan que yo canto y hago otra cosa distinta está bueno.

Hablabas del reconocimiento del género en el Río de la Plata, pero a veces por fuera del circuito de candombe parecería que no siempre hay una conexión incluso dentro de Uruguay.

Creo que en algún momento cae la ficha. El candombe es complejo. Es difícil de llegar hasta para los propios uruguayos, porque no es la música más escuchada. Acá suena más la plena, suena más el rock y el candombe no tanto. No sé por qué, si es de un lugar más racista de que es la música de los negros entonces la desplazamos o porque es un género que no es tan simple.

El 15 de marzo vas a estar presentando Candombe en el Teatro Solís. ¿Cómo te sentís en esta previa?

Me encanta el Solís, para mí es el teatro más lindo que hay en el país. Estoy nerviosa porque yo soy independiente entonces me ocupo de muchísimas cosas. Uno piensa que yo me subo y canto, pero en realidad tengo que estar pendiente de muchas cosas. No me pone nerviosa subirme al escenario y cantar, de eso estoy tranquila y segura... pero un poquito sí (risas). Yo tomé un riesgo que es saltar a un espacio más grande de lo que yo estoy acostumbrada a tocar. Me parece que es un disco que se lo merece porque la música está increíble, es nuestra música nacional que tenemos que valorar y respetar, entonces me parecía que ese era el teatro em el que tenía que cantar este disco. Así que con nervios, pero también con mucha emoción.

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Julieta Rada Candombe Música teatro Solís

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