Tras una década en la que la actividad en Uruguay se expandió a una tasa media de apenas 1% anual, las nuevas autoridades asumen con el foco puesto en generar condiciones para que el país pueda crecer a tasas más aceleradas que en el pasado.
¿Qué fortalezas tiene hoy la economía local? ¿Cuáles son las oportunidades y cuáles las debilidades? ¿Qué amenazas se presentan? Sobre esto El Observador consultó a los economistas Ignacio Umpiérrez, Tamara Schandy (Exante) y Marcelo Sibille (KPMG). A continuación un resumen con algunas de sus respuestas.
Las fortalezas
Un punto de coincidencia entre los economistas es la permanencia de la inflación dentro del rango meta durante los últimos 20 meses, algo positivo para el poder de compra de los hogares y el clima de negocios de las empresas.
Una percepción similar existe con la alta calificación crediticia, el riesgo país históricamente bajo y la confianza de los mercados que permitió, entre otras cosas, continuar reduciendo costos de financiamiento y hacer del país un destino atractivo para la captación de inversión y empleo.
La reforma de la seguridad social que contribuyó a mitigar el riesgo de insostenibilidad del sistema, junto con el nuevo marco fiscal son otros dos puntos que destacan, según Umpiérrez.
Además, Sibille consideró que la estabilidad institucional es un “gran activo” que tiene Uruguay. “El respeto a los contratos y el derecho de propiedad, la baja percepción de corrupción y la cultura democrática son factores que las empresas valoran mucho a la hora de proyectar inversiones de envergadura con períodos de recupero prolongados”, expresó.
Para Schandy, a fortalezas vinculadas con la estabilidad macroeconómica, política y social, se suman otras como la imagen internacional de país “serio”. También destacó que algunas cadenas y sectores de actividad han alcanzado estadios de madurez significativos, por ejemplo, el forestal y la celulosa, al igual que la industria de tecnologías de la información.
¿Cuáles son las oportunidades?
El economista Sibille recordó que varios proyectos de hidrógeno verde comenzaron a desarrollarse en el último quinquenio, y cabe esperar que algunos puedan ver la luz en este período, lo cual permitirá “apuntalar” a Uruguay como país de vanguardia en políticas de sostenibilidad, mejorando a su vez la tasa de inversión.
Schandy destacó otros dos aspectos. Uno es la agenda de mayor articulación entre academia, sector público y sector privado en áreas de ciencia, tecnología e innovación que se plantea desde el gobierno. Otro es la mejora cíclica del contexto regional, aunque con dudas sobre las tendencias de más largo plazo.
La consolidación del nuevo marco de política monetaria para mantener una inflación baja es una oportunidad que se le presenta al gobierno del Frente Amplio, según Umpiérrez. La designación de Guillermo Tolosa al frente del BCU, la ratificación de la tasa de interés como instrumento y la votación de Ignacio Berti (director del FA en BCU) en las últimas subas de tasas en el Copom, son señales que van en esa dirección, explicó.
También remarcó la necesidad de que el presupuesto quinquenal sea elaborado bajo un principio de “prudencia” ante la adopción de medidas con impacto permanente al alza en el gasto. “Debe primar un apego estricto a la regla fiscal ya desde 2025”, dijo.
Las debilidades de la economía uruguaya
La economista Schandy incluyó en su lista de debilidades de la economía local a aspectos como el tamaño pequeño del mercado interno, los altos costos domésticos, la limitada diversificación de la matriz productiva y exportadora, y las dificultades para crecer de modo sostenido que presentan muchos sectores de actividad.
En el capítulo de las debilidades el economista Umpiérrez colocó al escenario extra-regional, donde no cabe esperar un dólar débil ni precios de materias primas fortalecidos y tampoco una reducción significativa de tasas de interés.
Además, mencionó la lógica “excesivamente redistributiva” en propuestas de políticas públicas. En ese sentido, afirmó que el nuevo gobierno ha puesto su objetivo en mejorar la redistribución de la riqueza, pero “poco se conoce” en cómo hará para aumentar la inversión, factor que mueve el crecimiento en el corto plazo.
Para Sibille, una debilidad está en el déficit fiscal elevado con una deuda pública que pegó un salto de 10 puntos el PIB tras la pandemia sin que luego volviera a bajar. Si bien hoy no hay problemas de acceso al financiamiento, el déficit se explica en parte por un aumento del gasto público primario con relación al PIB, lo cual también afecta la competitividad.
Otro punto negativo, a su juicio, está en la rigidez de las expectativas de inflación. Los analistas económicos y empresarios siguen sin estar convencidos de que los registros actuales de inflación sean sostenibles en el tiempo, en parte por la experiencia de haber transitado muchos años con tasas superiores al techo de la meta. Esto hace que el BCU “deba recurrir a una política monetaria más contractiva que lo deseable”, dijo el economista.
¿Qué amenazas hay presentes?
Además del deterioro del contexto internacional, Schandy incluyó entre los puntos clasificados como una amenaza la resistencia a reformas que alienten la competencia y la eficiencia. Además, recordó que el bajo crecimiento económico deja poco espacio para la agenda de protección social del próximo gobierno sin tensionar los objetivos fiscales.
El economista Umpiérrez colocó entre las amenazas los posibles "planteos populistas” que puedan aparecer en el marco del nuevo diálogo por la seguridad social y que es otro tema en el que hay “visiones contrapuestas” a la interna del nuevo gobierno.
También mencionó que no está claro si predominarán las propuestas de aumentos de impuestos a la renta o el patrimonio, las posturas contrarias a subir impuestos para no dañar la inversión o el consumo, o los planteamientos que proponen una IVA personalizado, que probablemente “castigue” en mayor medida a la población de ingresos medios.
Las posibles afectaciones directas o indirectas de una guerra comercial por aumento de aranceles que impulsa Donald Trump en Estados Unidos, figuran en la lista de amenazas para la economía local, según Sibille.
Otro punto a tener en cuenta es la fragilidad económica en Brasil. El aumento de la inflación por fuera de la meta llevó al banco central de ese país a elevar agresivamente la tasa de interés, lo cual afectará el crecimiento, explicó. Además, persiste el problema de fondo de un déficit fiscal muy elevado, y no deben descartarse “nuevos sacudones cambiarios” como el de 2024 que deterioró el tipo de cambio real bilateral.
Y se suma el "panorama incierto" en Argentina, donde persiste incertidumbre sobre la sostenibilidad del plan de estabilización impulsado por el gobierno de Javier Milei. “Las reservas continúan en bajos niveles, y no está claro cuál será el tipo de cambio de equilibrio al cual se termine convergiendo cuando se libere el cepo. Todo ello en un país con un tejido social deteriorado”, recordó.