A principios de 2023, el Instituto Nacional de Estadística (INE) comenzó a publicar su Índice de Precios del Consumidor (IPC) de inflación subyacente. Esta medición oficial que excluye de manera permanente productos con alta volatilidad de precios como frutas, verduras, y otros administrados como nafta, gasoil y supergás, pretende aproximarse al concepto de inflación tendencial y de largo plazo.
El indicador -que complementa al IPC tradicional- es menos susceptible a eventos que pueden generar grandes fluctuaciones, en general reversibles, en los precios de algunos artículos, según explica el INE. Por ejemplo, el caso de eventos climáticos que afectan los precios de las frutas y verduras, o los acontecimientos que modifican drásticamente el precio del petróleo.
Primero pasos
La memoria anual 2024 publicada por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), da cuenta que en la gestión pasada, a nivel de precios administrados, se trabajó con representantes sectoriales “para actualizar y simplificar” las paramétricas existentes que no estaban documentadas adecuadamente (ejemplo: leche fresca, taxi, transporte de pasajeros), así como para empezar a incorporar el concepto de inflación subyacente en la indexación, eliminando el efecto de componentes volátiles.
“Este proceso de reemplazo del IPC por el IPC subyacente no se completó en todos los casos, pero un mayor conocimiento del indicador con el paso del tiempo, permitirá su incorporación en las negociaciones”, dice el texto.
¿La inflación subyacente en la negociación salarial?
¿Hay chances de que ese indicador forme parte de las pautas que guiarán la próxima ronda de negociación salarial en el sector privado? Hasta ahora, desde el gobierno del Frente Amplio se han dado algunas pistas generales respecto a lo que el Poder Ejecutivo aspira para esa instancia.
En particular, el ministro de Economía y Finanzas, Gabriel Oddone volvió a plantear la idea de buscar la manera para avanzar en la desindexación de algunos salarios. Esto aprovechando el escenario de inflación inferior a 6% que se viene dando desde hace casi dos años en la economía local y la reducción de expectativas que se ha procesado.
Es una idea que el economista maneja desde cuando se desempeñaba en la actividad privada. “Los mecanismos de protección automática son cada vez menos útiles y necesarios. A su vez son una barrera creciente para poder avanzar en niveles de desinflación mayores”, había expresado Oddone en una entrevista con En Perspectiva.
¿Qué piensa Oddone de la inflación subyacente como indicador para los ajustes salariales?
Cuando en 2023 el entonces economista de CPA Ferrere publicó un informe de evaluación, oportunidades de mejora y propuestas para la negociación colectiva, habló entre otras cosas de “promover una mayor y más efectiva coordinación” entre la política salarial y la gestión macroeconómica.
En ese trabajo Oddone argumenta que “la existencia de paramétricas de ajuste de precios en varios sectores relevantes de la economía y la presencia de correctivos salariales por inflación pasada, facilitan la propagación de shocks transitorios sobre el nivel de precios (combustibles o alimentos, por ejemplo)”.
En ese sentido, expresa que “para amortiguar este tipo de efectos, es recomendable que los correctivos se disparen cada dos años para que coincidan con el horizonte temporal sobre el que la política monetaria se define”. Y que “es oportuno hacer que los ajustes salariales sigan la evolución del componente subyacente de la inflación en lugar de la variación del IPC”.
Y en el libro El Despegue el economista afirma: “Debería evaluarse la posibilidad de negociar los salarios en base a un indicador menos volátil que el Índice de Precios al Consumo (IPC), uno que aproxime la inflación tendencial, por ejemplo. Ello permitiría evitar que eventos transitorios y circunstanciales sobre algunos precios se consolidaran y propagaran a todo el sistema de precios a través de lo que recogen los salarios. Naturalmente, si así fuera, las metas de inflación de la política económica también deberían trazarse sobre ese indicador más estable de la evolución de los precios”.
Oddone también señala otros cuatro puntos.
- a) Promover acuerdos a partir de pisos por grupos que contengan ajustes para esos umbrales, de manera de evitar que todas las remuneraciones aumenten en la misma proporción independientemente del nivel de partida.
- b) Monitorear y limitar el traslado a precios de los aumentos de salarios en actividades con precios regulados, tarifados o que son regidos por paramétricas que recogen la variación de los salarios, así como aquellas que reciben subsidios o exoneraciones tributarias. Por ejemplo, salud, transporte de pasajeros y bebida.
- c) Evaluar la adopción de esquemas de negociación secuencial sincronizados, pero no simultáneos entre ramas. Eso requiere necesariamente definir el sector “líder”; esto es, aquel que negocia primero y termina poniendo un techo a los aumentos de los otros sectores. Por ejemplo, en Alemania y Suecia se definen primero los salarios del sector transable que luego son un techo para la negociación de los sectores no transables.
- d) Definir mecanismos para evitar que efectos transitorios sobre los salarios asociados a los ciclos de los negocios y/o shocks de precios internacionales se conviertan en permanentes y afecten al sistema de precios, en particular al resto de los salarios.