Ya en julio, en Europa peleaban cabeza a cabeza. Pero a medida que se acerca noviembre y las tumultuosas elecciones en EE.UU. -con un personaje volátil como Donald Trump y la irrupción de una figura carismática pero poco conocida como Kamala Harris- los europeos sopesan como un riesgo mucho más relevante para la economía el resultado de los comicios que la marcha de los precios en la eurozona.
Impensable hace apenas unos años, cuando el azote de la inflación motivó la escalada de tasas que hoy se empieza a desarmar, las elecciones detonan escenarios de gran incertidumbre en Europa, que sólo son superados en la percepción de riesgo por los conflictos geopolíticos, en el primer lugar en la encuesta de Bloomberg de septiembre, con su poder disruptivo y su capacidad de shock.
Inflación desplazada en la lista de preocupaciones
Pero lo cierto es que la inflación está relativamente controlada en la eurozona.
De allí que el Banco Central Europeo (BCE) haya podido bajar ya las tasas en dos oportunidades (junio y septiembre), aún cuando no faltan quienes insisten en un ritmo pausado para evitar recaídas -pese al crecimiento cada vez más pobre de los 27 y la crisis de la industria en Alemania-.
Según las últimas proyecciones del BCE, la inflación general se situará, de media, en 2,5% este 2024, en 2,2% en 2025 y en 1,9% en 2026, exactamente igual que en las perspectivas de junio.
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Sí se revisaron ligeramente al alza (una décima) los pronósticos de la inflación subyacente para 2024 y 2025, que será del 2,9% y el 2,3% respectivamente, algo que atribuyen al impacto de la inflación de los servicios, —fue del 4,2% en agosto, dos décimas más que en julio y vinculada con la presión del aumento de los salarios—.
Pero la preocupación por las elecciones no es arbitraria. Un regreso al poder de Trump, incluso cuando sus chances vienen en declive, no es un escenario que pueda descartarse y no resulta tranquilizador.
Trump, esa bomba de tiempo
Ligado a un dólar fuerte, el expresidente republicano Trump equivale en principio a una baja de impuestos para los más ricos.
También se descartan políticas expansivas de estímulo económico que aumentarán la inflación y un fuerte sesgo proteccionista con tarifas generalizadas.
Pero puede haber un arsenal de medidas que ni se sospechan. Trump es una bomba de tiempo.
Por otro lado, el ascenso de la vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris, luego del paso al costado de Joe Biden, deja aún muchos interrogantes abiertos.
Cuenta, eso sí, con la incuestionable ventaja de ser una opción moderada para los que se espantan del estilo temerario de Trump.
El proceso electoral se relaciona a su vez con el inicio del relajamiento monetario en EE.UU., un proceso clave para asegurar que la economía tenga un aterrizaje suave y evite en el intento reavivar la inflación.
Candidatos y aterrizaje suave
Las reacciones de los candidatos dan ya una pauta del nivel de interferencia que puede existir en la necesaria independencia de la Reserva Federal (Fed) para ir calibrando esta flexibilización.
Harris dijo que el recorte de tasas era “una noticia bienvenida por los americanos”, mientras que el presidente Biden remarcó que se trataba de un momento importante: “la inflación y las tasas caen mientras que la economía se mantiene fuerte”, dijo.
Si bien el mercado laboral dio muestras de una precariedad que alarmó al mercado e inclinó a la Fed a actuar y a hacerlo con firmeza (baja de 50 puntos básicos), por ahora las proyecciones de crecimiento no se vieron alteradas.
Trump aprovechó para golpear. “Supongo que muestra lo mal que está la economía si tienen que recortar tanto la tasa, eso es, asumiendo que no están haciendo política”, dijo con suspicacia.
Si se quiere pensar lo peor, podría conjeturarse que el alivio que genera esa baja del interés ayuda a quienes están en el poder. Pero la política monetaria actúa con meses de rezago con lo cual el voto ocurrirá antes de que cualquier efecto real pueda sentirse.
Fuera de la crisis del 2008, la Fed nunca bajó las tasas en una fecha tan cercana a una elección presidencial desde 1960, según Joseph Lupton, economista global de JPMorgan Chase.
Los movimientos de la Fed en los seis meses anteriores al voto están prácticamente repartidos entre subas, bajas y tasas sin cambios.
Durante su primer mandato, son conocidas las anécdotas de la forma en que Trump no sólo presionaba públicamente a Jerome Powell, el presidente de la Fed, que él mismo había designado, sino que lo denostaba y hasta se burlaba.
Incluso admitió que de llegar al poder no sólo lo removería de su cargo, sino que lo haría antes de que termine su mandato.
La independencia de la Fed podría ser más vulnerable que las en últimas décadas justo en el momento en que la economía necesita que el avión aterrice en total control.
Europa es consciente de esto. Si EE.UU. llegara a desacelerarse de forma brusca, la UE no tiene nada que ganar.