Debió pasar un cuarto de siglo para que surgiera una oportunidad tan cercana como esta. Este domingo habrá elecciones en Venezuela y, de no mediar un fraude descomunal sobre los resultados finales, hay una chance muy concreta de que se produzca una derrota que le ponga fin a la dictadura del chavismo, la más resistente y prolongada de América Latina.
La elección venezolana es seguida como nunca antes por EEUU, por toda Europa y especialmente por España, el país donde se exilian la mayoría de los dirigentes políticos perseguidos por el chavismo y el que han elegido para vivir más de medio millón de emigrados. La mayoría de ellos, llegados en los últimos años.
Ese peso que los venezolanos tienen en España, el país europeo con mayor cantidad de emigrados en el continente, lo conocen perfectamente los burócratas de la dictadura chavista.
Por eso, es que han evitado de todas las maneras posibles facilitar el voto de quienes viven dentro de las fronteras españolas. Largas colas en el consulado de Venezuela, retención de documentos y un largo misterio sobre donde iban a constituirse los centros de votación.
Finalmente, se eligió en Madrid el Centro Cultural Fernando de los Ríos, en el barrio de Aluche, pero recién se supo que iba a votarse allí al comienzo de esta semana.
Se estima en que en la capital de España viven unos 70.000 venezolanos de los que solo estarán habilitados por el gobierno para votar unos 9.000.
“El chavismo hizo todo lo posible para que la gente no se pueda inscribir, es evidente que le tienen miedo a los resultados”, explica a El Observador España Félix Ochoa, quien fue integrante del Comité Primarias y es testigo electoral para los comicios de este domingo 28 de julio.
Además de Madrid, los venezolanos podrán votar también en Barcelona (allí están habilitados otros 9.000); en Valencia, en Vigo y en Tenerife, ya en las islas Canarias.
La gran oportunidad de la democracia
Las elecciones en Venezuela presentan un escenario inédito tras el surgimiento del militar Hugo Chávez al comienzo de este siglo, la consolidación de su proyecto político que derivó en una dictadura cada vez más asfixiante y la continuidad de la tiranía presidencial tras la muerte del líder en 2013 y su reemplazo por Nicolás Maduro, un chofer de metrobus que se insertó en el sindicalismo y escaló en la carrera de dirigente chavista hasta convertirse en el heredero natural el fundador del movimiento.
Maduro lleva doce años y dos mandatos en el poder de Venezuela y logró consolidarse persiguiendo y encarcelando a sus adversarios políticos, utilizando la represión en las calles y el ataque sistemático a cualquier dirigente local o internacional que se opusiera a sus designios.
La dictadura chavista fue quedando cada vez más aislada en el escenario global y solo unos pocos líderes socialistas en el mundo le sirvieron como aliados.
En el caso de España, el gran aliado de la dictadura chavista es el ex presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, cuya imagen huyendo de los ciudadanos venezolanos en las calles de Caracas se han viralizado en videos que lo muestran como parte del deterioro social que sufre el régimen de Maduro en estos últimos tiempos. Claro que no ha sido el único chavista español.
El fundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, también se dejó ver en las redes sociales bailando en un mitin del chavismo en la ciudad de Valencia, en las afueras de Caracas.
El partido de la ultra izquierda española siempre ha sido simpatizante de la dictadura chavista, a partir de las expresiones de su dirigente Pablo Iglesias, y la cosa no ha quedado en simpatías. Las denuncias de financiamiento por parte del régimen venezolano hacia Podemos han sido numerosas y jamás desmentidas.
González Urrutia, el gran favorito de las encuestas
Pero España es quizás también el país de mayor activismo antichavista. En Madrid viven y trabajan activamente los dirigentes Leopoldo López, Dinorah Figueroa, Antonio Ledesma, Diego Arría y Ramón López, quienes nunca dejaron de difundir los sufrimientos de Venezuela, con una sociedad agobiada por el derrumbe económico, la inflación, la violencia urbana y una pobreza superior al 70%, la más extendida de América Latina.
El gran cambio en estas elecciones es que hay un candidato opositor competitivo para el chavismo. El diplomático Edmundo González Urrutia, quien fue embajador en Argentina entre 1998 y 2002, es el postulante a presidente de la Mesa de la Unidad Democrática. Y su gran apoyo es la dirigente María Corina Machado, una ingeniera industrial y profesora universitaria que se convirtió en la verdadera líder de la oposición unificada.
Atemorizado por la creciente popularidad de María Corina, Maduro hizo todo lo posible para sacarla de la competencia electoral y motorizó una causa judicial para condenarla a 15 años de inhabilitación como funcionaria de gobierno, lo que le imposibilita ser la candidata presidencial a pesar de haber triunfado en las internas de la oposición por amplia mayoría.
Claro que, al contrario de lo que hizo la oposición hace seis años con el dirigente Juan Guaidó, quien luego de ser elegido presidente del parlamento venezolano y ser reconocido por la Unión Europea y unos 60 países como mandatario de su país intentó derrotar al chavismo llamando a no votar en las elecciones presidenciales, María Corina Machado convocó a votar en masa a González Urrutia quien se convirtió así en el favorito de todas las encuestas de opinión en Venezuela.
La gran incógnita para este domingo es si Maduro y la dictadura chavista lograrán imponer el fraude como herramienta para detener la avalancha de votos opositores.
Una de las grandes novedades de esta elección es la posición del presidente de Brasil, Inacio Lula Da Silva, quien siempre había sido el gran apoyo latinoamericano del chavismo pero que esta vez llamó a los venezolanos a respetar el resultado electoral que sea.
“Puede haber un baño de sangre”, fue la respuesta clásica de dictador que ensayó Nicolás Maduro, dando a entender que no cederá fácilmente el poder aún en el caso de una derrota.
Los ojos del planeta, pero sobre todo los del universo iberoamericano están puestos sobre lo que ocurrirá en Venezuela este domingo.
Los vientos de cambio están soplando. Apenas falta conocer el resultado.