Llegó el día para Donald Trump. Extrañamente, no habrá movimiento en el mercado que tan frenéticamente apostó a lo que depararía su nueva presidencia. Pero algo está pasando en Wall Street Street, que también es extraño, y sobre todo, un pronóstico espantoso para un euro que hace rato viene con las de perder.
Parece un dato que sólo sigue un trader que vive pegado a la pantalla pero no. Es la clave financiera de estos tiempos. Los bonos a 10 años de EE.UU. treparon más de 1% en los últimos cuatro meses y hoy casi rinden 5% (lo que significa que el precio se derrumbó).
Ahora, subas como éstas en el mercado de u$s 28 billones de deuda estadounidense precedieron a espasmos económicos como la crisis del 2008 y el estallido de la burbuja de Internet la década pasada.
A su vez, los rendimientos se disparan disociados de la política monetaria, un fenómeno casi sin precedentes en la historia. La Reserva Federal (Fed) viene recortando las tasas desde septiembre pasado, en un proceso global de relajamiento de las condiciones crediticias.
Lo que ocurre es Donald Trump. Y lo que todos asumen será su agenda que priorizará el crecimiento sobre la deuda y pondrá al día las presiones inflacionarias.
En Wall Street ven un solo recorte de tasas en la segunda mitad del año
En ese contexto, una lista de malas noticias para el euro. Varios miembros del comité de política monetaria de la Fed se mostraron partidarios de mantener estable el costo del dinero -4,25-4,50%- por un período prolongado de tiempo (lo que aumentaría el diferencial de tasas en detrimento del euro).
Recordemos antes que nada que la jefa del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, rebajó el interés en 25 puntos básicos (pb) en cuatro oportunidades en 2024.
Su hoja de ruta, que no es inalterable, prevé otros cuatro recortes de la misma magnitud para llevar la tasa de referencia del 3% actual al 2% para mediados de este año.
La Fed, por su parte, en diciembre ya redujo su proyección para 2025 de cuatro a dos descensos. Los traders no creen que vaya a haber más de uno.
La tasa de referencia en EE.UU. hoy se ubica en 4,25-4,50%, mientras que en Europa está en 3%. Los rendimientos altos traccionan flujos de inversión y hacen atractiva a una moneda, aunque no son la única variable La tasa de referencia en EE.UU. hoy se ubica en 4,25-4,50%, mientras que en Europa está en 3%. Los rendimientos altos traccionan flujos de inversión y hacen atractiva a una moneda, aunque no son la única variable
Y están difiriendo su expectativa cuándo será la próxima baja, al punto que no está 100% descontada en el mercado hasta la segunda mitad del año.
Y como si faltara un comensal a la mesa, los bancos de Wall Street aparecieron el viernes tras el informe de empleo más fuerte de lo esperado para revisar sus pronósticos.
Entre los más jugados, Bank of America y Deutsche Bank reconocen que no creen que la Fed termine tocando las tasas este año. Un paso más allá, BNP Paribas incluso se pregunta si no podría estar por venir una suba.
Lagarde proyecta cuatro bajas, pero el mercado no le cree
A todo esto, el euro ya perdió 3% contra una canasta ponderada de monedas de socios comerciales y 8% contra el dólar desde el 30 de septiembre.
Las advertencias de que la paridad era un escenario muy plausible esta vez parecen a punto de materializarse.
La moneda común cotiza a 1,03 por dólar, cuando valía 1,09 al momento de la victoria de Trump y había tocado un máximo de 1,12 apenas a fines de agosto del año pasado.
La última vez que perforó esa barrera del 1 a 1 fue en 2022 luego de que la invasión rusa a Ucrania hubiera que los precios de la energía se dislocaran.
El euro ya perdió 8% desde fines de septiembre. Cotiza a 1,03 por dólar cuando en agosto tocó un máximo del año de 1,12. La última vez que perforó el umbral de la paridad fue en 2022 con la invasión a Ucrania. El euro ya perdió 8% desde fines de septiembre. Cotiza a 1,03 por dólar cuando en agosto tocó un máximo del año de 1,12. La última vez que perforó el umbral de la paridad fue en 2022 con la invasión a Ucrania.
Mientras tanto, el BCE enfrenta a los inversores que ven en la disrupción económica de Trump la necesidad de aminorar el paso en la baja de tasas.
Lagarde no es, de por sí, muy amiga de la idea de verse coartada por la política de otro banquero.
En principio, la postura del banco es seguir adelante. Primero, porque la economía europea viene luchando desde mucho antes de las tarifas y la guerra comercial.
La zona euro probablemente haya crecido 0,7% en 2024, y apenas se acelere a 1,1% este año.
Segundo, porque si va a cambiar el rumbo, no tiene sentido hacerlo antes de marzo y las proyecciones trimestrales, que hayan captado el verdadero efecto de las primeras medidas de Trump.
El mercado, de todos modos, se obstina en que el margen de acción se achica. Y hoy descuenta tres y no cuatro recortes hasta junio.
“El BCE no va a dejar de bajar las tasas pero claramente estará atento al tipo de cambio para evitar depreciaciones bruscas”, explicaba un analista.
En el seno del BCE, tampoco parece haber una cohesión sin fractura. Es un momento de gran incertidumbre. También para los hacedores de política.
Algunos llaman a la prudencia. Otros dicen que no debe descartarse alguna baja de 50 pb.
La siguiente reunión es el 30 de enero. Quizás para entonces Donald Trump ya haya tomado más medidas que muchos otros en sus 100 días. Y la próxima jugada esté un poco más clara.