Se cumplieron 16 años justo estos días. Satoshi Nakamoto (seudónimo) publicó lo que se considera el documento inaugural que introdujo el Bitcoin, apenas nueve páginas muy técnicas, que entonces pocos podían entender. Se llamaba “Un sistema de dinero electrónico entre pares”. Puso en marcha una revolución financiera. Con la aceleración tecnológica, bastan 16 años.
Menos de 10 años de ese “white paper” el mercado de bitcoin alcanzaba el hito de un valor de u$s 100.000 millones. En 2021 llegó el billón de capitalización bursátil. Hoy es un mercado de u$s 3,1 billones con más de 420 millones de inversores en todo el mundo.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de EE.UU. puede impulsar enormemente este cambio. Por eso en apenas una semana, desde su victoria para un segundo mandato, el precio de la criptomoneda se disparó más de un 30% (duplica su valor aproximadamente en lo que va del año).
Exactamente a una semana del triunfo del republicano, el martes el Bitcoin se acercó al hito de los u$s 90.000 por primera vez, un récord desde la era de la pandemia. El miércoles todo indicaba que descansaría. Hasta ahora la escalada no había admitido respiro. Pero no.
Si bien el Bitcoin llegó a caer a u$s 86.251 a primera hora, para el cierre de la rueda en Europa ya estaba nuevamente 4% en u$s 91.847, tras haber tocado u$s 93.462 (finalmente cerró la jornada en Wall Street en u$s 88.185 sí hubo una leve toma de ganancias)
Pero dado el nivel de volatilidad de la criptomoneda, un retroceso más pronunciado podría ocurrir en cualquier momento. No sería en sí misma señal de un vuelco del ánimo. Pero eso podría llegar a ocurrir si el mercado percibe que Trump prometió de más y hará poco y cuando pueda.
¿Qué promete Trump para infundir semejante euforia? ¿Puede el Bitcoin seguir subiendo?
El mercado ve al Bitcoin arriba de u$s 100.000 a fin de año
Por ahora, en el mercado de opciones, donde los contratos a futuro de los inversores reflejan sus expectativas, el Bitcoin superaría los u$s 100.000 para fin de año, según datos de Deribit exchange.
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Los call, contratos que apuestan a que el precio de un activo aumente, en contraposición a los put, se concentran sobre todo en la zona de los u$s 100.000, como puede observarse en el gráfico, que muestra el mercado de opciones, con los intereses abiertos que vencen a fin de año. Este es uno de los indicadores de la expectativa dominante en lo que hace a la evolución del precio del Bitcoin.
También hubo volumen récord de “interés abierto” (contratos vigentes) en el mercado de futuros de Bitcoin del CME Group, lo que es una señal de la presencia de grandes inversores institucionales y ya no de minoristas, que suelen invertir en la criptomoneda a través de ETF (un fondo de inversión que cotiza en bolsa). La ola expansiva también alcanzó a otras monedas digitales como Ether (+37%).
Pero en esta primera semana hubo tal efervescencia que no parece que muchos se hayan detenido a pensar en las propuestas o su factibilidad. O el nivel de prioridad que tendrá en la agenda del nuevo presidente.
Una prueba quizás sea el hecho que hasta la cripto que venía promoviendo Elon Musk subió 150%. Se llama Dogecoin y usa como mascota un perro Shiba Inu del meme de internet Dodge.
Se la considera inflacionaria porque no tiene límite de emisión. Musk estuvo jugando en X con la sigla DOGE porque aseguraba que estaría a cargo del Department of Government Efficiency. Y así fue.
Promesas de campaña: hacer de EE.UU. la capital cripto del planeta
Trump propone crear una reserva nacional estratégica de Bitcoin. Hay que aclarar que EE.UU. es el país que más criptomonedas posee: suman un valor de u$s 11.100 millones, según datos de Arkham Intelligence (provienen de incautamiento en operativos criminales). Le siguen en tenencia cripto China y el Reino Unido.
EE.UU. posee el equivalente al 1% de la oferta global de Bitcoin, que tiene un techo de 21 millones de tokens o monedas. Una reserva tendría un efecto en el precio. Podría blindarlo, por ejemplo, en un mercado de oferta limitada.
Pero también supone menos monedas para los inversores y una eventual exposición si el Gobierno decidiera por algún monetario salir a vender.
Por otro lado, Trump, fiel a su estilo, prometió que mandaría a a su casa al actual jefe del regulador del mercado, la Securities and Exchange Commission Chair o SEC, Gary Gensler. El fue el encargado de ejecutar la guerra contra la industria que le encomendó la administración de Joe Biden.
Durante la gestión de Gensler, la SEC fue implacable. En algo más de tres años se abrieron casos contra más de 100 empresas. Cayeron, por supuesto, firmas involucradas en estafa y lavado de dinero.
Pero también se actuaba por cuestiones menores como no estar registrado en el organismo, que derivaban en juicios de impacto mediático.
Trump, grandilocuente como siempre, también se comprometió a que habría minería doméstica de la moneda digital para convertir a EE.UU. en la capital cripto del planeta.
Porque hay que recordar que Trump se convirtió en un creyente de la industria pero no hace tanto decía que era todo una gran estafa. Pero las compañías de activos digitales fueron muy persuasivas.
Su contribución a la candidatura fue muy generosa y Trump terminó yendo a convenciones de criptomonedas.
En eso nadie le gana. La campaña está primero.