Esto básicamente quiere decir que tendría que haber empezado a flexibilizar las condiciones crediticias antes porque ya estaba arriesgando la posibilidad de una recesión, a costa de llevar la inflación nuevamente al objetivo del 2%.
Mercado torturado con la estrategia de Powell
En consonancia, el posicionamiento de los operadores en el mercado de futuros indicaba que esperaban recortes de 125 pb. en lo que resta del año, esto es, tres bajas de 50 pb. en cada reunión monetaria.
Incluso se llegó hablar de una intervención de emergencia fuera de calendario. El mercado, claramente, estaba ansioso y un poco “sobregirado”.
Llega el segundo informe de empleo. Las cosas no se ven bien pero tampoco pintan tan mal y los inversores quedan suspendidos en un limbo de desconcierto.
Para entonces “pricean” (le ponen precio tentativo) una probabilidad de recorte de tasas de 35 pb., lo que sugiere su incertidumbre sobre el camino que podría elegir Powell.
Pero llegan los datos de inflación. La inflación al consumidor (CPI por sus siglas en inglés) y la mayorista (PPI por sus siglas en inglés también). Los precios están controlados. Sin embargo, ponen un techo.
Algunas categorías en la inflación mayorista alimentan el indicador preferido que sigue la Fed, el índice de gasto de consumo personal o PCE (por sus siglas en inglés). Pero recién el dato de agosto recién llega el 27 de septiembre.
El mercado leyó claramente los números de inflación. Los futuros rápidamente retiraron de la mesa cualquier chance una baja de 50 pb. Literalmente, se redujeron a casi cero.
En los últimos días, no obstante, una versión del Wall Street Journal aseveró que varios miembros de la Fed todavía se debaten entre una recorte de un cuarto o medio punto porcentual. Bastó para que las probabilidades saltaran de 4% a 40%. Así de sensible y maníaco está el mercado.
Y todavía falta el martes, un día antes de la decisión monetaria, el dato de las ventas minoristas.
¿Hay tanta diferencia entre 25 o 50 puntos básicos?
Ahora, ¿cuáles son los riesgos de una y otra postura? Algunos creen que una estrategia gradual en el ritmo de recorte de tasas para normalizar la política monetaria es lo indicado ya que, de lo contrario, se puede reavivar la inflación.
De hecho, “housing inflation” fue uno de los principales motores en los últimos años del avance de los precios y todavía no se puede decir que se haya enfriado de forma significativa (uno de sus principales componentes es el alquiler).
Claro que “ritmo gradual” puede significar muchas cosas para diferentes personas.
Según la última encuesta de Bloomberg, apenas un poco más de la mitad de los economistas considera un ritmo gradual 25 pb. con una reunión monetaria de intervalo. En cambio, un 27% entiende que se está hablando de un recorte de 0,25% en cada encuentro.
Pero ésa es la proyección de los economistas: 25 pb. Según la medida, en este ciclo de relajamiento monetario, se espera que las tasas bajen desde el rango actual de 5- 5,25% hasta 3%.
¿Qué pasa si decantan por 50 pb.?
JPMorgan, uno de los solitarios que aún mantienen que la Fed “hará lo correcto” (el Citi se bajó después del informe de inflación), asegura que es importante dar la señal de que no quiere estar “detrás de lo curva”.
Si lo hace, el mercado de futuros recalcula, ya que descuenta que bajarán la tasa 250 pb. de aquí a septiembre de 2025 y empieza a dudar.
Esto genera una vulnerabilidad a nivel de la deuda (los economistas son más moderados y no llega a 200 pb. para fin de año -3,5%-3,75%-).
Los bonos del Tesoro a dos años, los de más corto plazo, que son los que se mueven en reacción a la política monetaria, se vuelven vulnerables.
Los títulos se hundirán (a contrario de lo que ocurre hoy) y el rendimiento, que va en sentido contrario, se disparará.
Los dos bandos tienen sus argumentos. Quienes están convencidos que es momento de actuar con firmeza porque el mercado laboral está dando señales recesivas, creen que un recorte de 25 bp. sólo anticiparía a una Fed que tendrá que ser más reactiva en el futuro.
Por otro lado, los que piensan que buena parte del mercado está sobrerreaccionando, recuerdan que los futuros de la Fed muy rara vez incorporan la probabilidad de recortes de más de 200 pb. en 12 meses, a no ser que se esté en medio de recesiones.
El último recorte: en plena pandemia en marzo de 2020
Más allá de la magnitud del recorte, estamos además ante un hito en la política monetaria de EE.UU. y global. Porque de alguna manera, todos miran de reojo a Powell y cuándo dará el primer paso.
- Esta baja de tasas marca el inicio de un ciclo de relajamiento monetario en EE.UU. La última ocasión en que la Fed recortó el costo del dinero fue en marzo del 2020, a raíz de la emergencia planteada por la pandemia.
- Aquel fue el primer recorte de tasas de emergencia no programado desde 2008 y también el de mayor magnitud (-50 pb.). La tasa pasó a 1%- 1,25% y al mes siguiente a 0-0,25%.
- A partir de marzo de 2022 y hasta julio de 2023, la Fed llevó a cabo un agresivo ciclo de restricción monetaria, que acumuló un aumento de 525 pb.
- Fueron once subas consecutivas. Sin pausa. Sin respiro.
- Desde entonces, las tasas estables permanecieron estables durante un período de 15 meses, un lapso controvertido y cuestionado por la forma en que se fue extendiendo.
- En Europa, el BCE subió la tasa por primera vez desde 2011 en julio de 2022.
- Pasó de 0 a 0,5%, la mayor suba en 22 años. Fueron 10 alzas consecutivas. El ciclo finalizó en octubre de 2023, así que duró 7 meses.
- Christine Lagarde va por su segundo recorte de tasas. El primero fue en junio y el segundo, la semana pasada. En ambos casos fue de 25 pb.
El deterioro del mercado laboral, el gran shock
El informe de empleo de julio fue el que generó el gran shock en el mercado.
La creación de puestos de trabajo fue de apenas 114.000, un mínimo desde el inicio de 2021, y un choque de expectativas con los 175.000 que auguraban los analistas.
Pero en medio del deterioro general de los indicadores, lo que descolocó al mercado fue el aumento en la tasa de desempleo al 4,3%, el cuarto consecutivo, además de un nivel que detona un alerta sobre la proximidad de una recesión.
En plena campaña electoral, estos datos no se dejan pasar sin exprimirlos. El candidato republicano y ex presidente Donald Trump intentó culpar a su oponente la vice presidente Kamala Harris por el estado del mercado laboral en tanto parte de la administración Biden.
Por su parte, hasta ahora Harris prefirió enfocarse en medidas que provean alivio en el frente inflacionario en la medida en que tienen un alcance masivo, más allá de que, por supuesto, a todo el mundo le importa conservar su trabajo.
El 5 de septiembre llegó el segundo reporte laboral que, sin traer mayor sosiego, tampoco causó demasiada preocupación.
La creación de empleo creció 142,000, una aceleración respecto de julio pero lejos del pronóstico de los analistas de 165.000. La tasa de desempleo cedió levemente a 4,2%, como se esperaba.
La inflación y la elección entre Kamala Harris y Donald Trump
La inflación subyacente de agosto traía bajo el brazo otra vuelta de tuerca al dilema.
Los precios al consumidor (CPI) en su versión “core” -que excluyen ítems volátiles como alimentos y energía- aumentaron 0,3% en agosto respecto al mes anterior, un máximo en tres meses, y 3,2% interanual.
Cuando el mercado laboral había tomado el centro de la escena, de golpe la inflación se permitía un recordatorio. Nada está tan dominado como parece. La desinflación todavía es un proceso en marcha.
En la Fed también siguen de cerca la evolución de los salarios, que incide en el consumo. El mismo día en que se difundió el CPI, un reporte que combina inflación y salarios mostró que los ingresos reales aumentaron 1,3% interanual, un máximo en más de un año.
Finalmente, los precios al productor se incrementaron levemente en agosto pero las cifras del mes anterior fueron revisadas a la baja.
Lo más importante, algunas categorías que también integran la medida de inflación que sigue la Fed, el PCE, permanecieron estables.
En resumen, en el mandato dual que debe guiar a la Fed, hoy la fragilidad del empleo pasó a primer plano, pero la inflación reaparece como riesgo y condicionante a una flexibilización monetaria que la dé por domesticada.
Por otro lado, imposible pasar por alto que ni bien empiece el ciclo de bajas, las elecciones estarán encima.
El mercado tendrá para digerir dos informes del mercado laboral antes de ir a votar. Y Powell tendrá que tomar su decisión el 7 de noviembre, justo unos días después de que se conozca al nuevo presidente.