A 50 días del inicio de su segundo mandato, Donald Trump viene de enfrentar una brutal ola de ventas en Wall Street sin inmutarse. El viejo Trump decía que el mercado era su barómetro de cómo estaba haciendo las cosas. Hoy la tolerancia es otra y el truco, cambiar la narrativa: sí, en el corto plazo puede verse afectado el crecimiento y haber un incremento de la inflación, admitió.
Su errática ofensiva tarifaria que busca reconectar los circuitos de un esquema de comercio global que viene "aprovechándose" de EE.UU. se convirtió en una amenaza para la economía. Un daño auto-inflingido.
Acero y aluminio, un nueva escalada en la peligrosa cruzada comercial de Trump
Europa reaccionó con medidas defensivas este miércoles a la imposición de un arancel del 25% al aluminio y el acero que tiene, en verdad, un alcance global.
Trump sigue escalando el conflicto comercial en medio de pronósticos de los grandes bancos que advierten sobre mayores probabilidades de recesión (o estanflación) y recomiendan bajar la exposición a las acciones locales, sometidas a una volatilidad atada a sus imprevisibles y cambiantes decisiones comunicadas en su red social.
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Las idas y vueltas con Canadá dejaron a muchos preguntándose si Trump realmente sabe lo que hace. El presidente fijó tarifas del 25% para el aluminio y el acero proveniente de su gran socio comercial.
La respuesta, un aumento de 25% en la electricidad que envía la provincia de Ontario a tres Estados de EE.UU., hizo que pocas horas después Trump decidiera simplemente llevar los aranceles al 50% para después dar marcha atrás y volver al nivel inicial cuando Canadá retiró su amenaza. Un juego de poder que se dirime con posts en Truth Social.
En el caso de las tarifas que entraron en vigencia el martes y afectaron a la UE, las propias compañías domésticas hicieron lobby hasta último minuto para que no se avanzara.
El mayor productor de aluminio del país, Alcoa, advirtió a la administración que las tarifas a las importaciones pondrían en peligro decenas de miles de trabajos y que aumentarían los precios de los metales, lo que se trasladaría a los consumidores estadounidenses, con un presupuesto ya apretado.
Pero otros ejecutivos de la industria apoyan las medidas proteccionistas enfocados en la posibilidad de aumentar las ganancias de los productores. Y Trump no está listo para detenerse todavía.
Para principios de abril entrarían en vigencia las llamadas tarifas recíprocas en socios comerciales de todo el mundo (igualar aranceles). Además ya “prometió” tarifas para autos, productos farmacéuticos, agrícolas y la lista sigue.
El propio presidente admite que habrá cierto “sufrimiento económico de corto plazo” pero en su entorno están convencidos de que los recortes de impuestos y la mayor producción doméstica de energía ayudarán a contrarrestar esos costos.
Los grandes bancos de Wall Street no lo ven así. JPMorgan y Goldman Sachs incrementaron las probabilidades de un freno económico. En el modelo del primero, las chances subieron a 31% desde 17% en noviembre, mientras que en el del segundo aumentaron a 23% desde 14% en enero.
También desde Citi hasta HSBC rebajaron sus estimaciones para la bolsa y recomendaron bajar la exposición a EE.UU. En este caso, aunque en los días turbulentos puede existir un lógico contagio, en términos generales los índices europeos están rindiendo mucho más que los estadounidenses y en la rotación de las carteras, la liquidez está migrando sobre todo a Hong Kong y a Europa, según los banqueros.
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Por otro lado, empiezan a aflorar los temores a una estanflación ante las señales de un crecimiento que se desacelera y una inflación elevada. Los precios al consumidor de febrero, que se conocieron el miércoles, aumentaron 0,2%, el menor ritmo en cuatro meses, después del avance de 0,5% en enero. El reporte ofrece cierto alivio pero se espera que la inflación vuelva a subir producto de las tarifas.
Mejor escenario: Europa acelera y converge con un EE.UU. sin mucha tracción
La cruzada tarifaria de Trump provocó una serie de reacomodamientos de nivel global y en el gran rompecabezas de políticas, Europa sufrió uno de los cambios más dramáticos.
China, por ejemplo, puso en marcha un mix mucho más potente de estímulo y reformas -un balance delicado- para evitar una “japonización” de su economía con los últimos datos de precios al productor como al consumidor en baja.
En Europa, con la pérdida de su aliado militar estratégico, y Rusia merodeando, se produjo una unificación de voluntad política que se traducirá en más gasto en defensa, en infraestructura y más financiación para el bloque. I
En especial, la economía más abatida, Alemania, dio un vuelco histórico, al relajar viejas restricciones fiscales que permitirán un mayor endeudamiento y más combustible para el crecimiento.
En el escenario más optimista, plantea Mohamed El-Erian, presidente del Queens' College en Cambridge y ex CEO de PIMCO, el mayor fondo de bonos del mundo, habrá una convergencia hacia un mayor crecimiento. Europa acelerará, al tiempo que EE.UU. perderá tracción.
El escenario pesimista incorpora trabas en los cambios que persigue Alemania y una desaceleración de EE.UU. hasta el estancamiento, que lleve a una estanflación.
Sería la alternativa en la que la guerra de tarifas de Trump no lograría “arreglar” el comercio global sino "arrastrar" a la economía mundial.