Todavía está emocionado. Guillermo Francos, el jefe de Gabinete del gobierno de Javier Milei, no puede despegarse de todo lo que sintió en la Basílica de San Pedro hace apenas unas horas durante el funeral del papa Francisco, que compartió con el presidente de la Argentina, Javier Milei, y el resto de los ministros en la tremenda ceremonia el Vaticano.
Francos es quien primero conoció al papa Francisco cuando tenía 16 años y todavía era el joven Jorge Bergoglio, un maestrillo que ni siquiera había sido ordenado sacerdote.
El Jefe de Gabinete iba al colegio El Salvador, de la congregación jesuita, y allí descubrió a ese personaje singular que enseguida captó su atención. “Tenía una capacidad distinta”, recuerda Francos en el café Anita del Hotel Intercontinental Ambasciattore, donde está a punto de reunirse con el Presidente y sus colegas del gabinete para partir de regreso a Buenos Aires.
Minutos después, aparecen el presidente Javier Milei; la secretaria de la Presidencia, Karina Milei; el canciller Gerardo Werthein; las ministra Sandra Petovello y Patricia Bullrich, y el vocero presidencial Manuel Adorni, para emprender junto a Francos el regreso a la Argentina.
Durante unos minutos, Francos compartió una entrevista exclusiva con El Observador y explicó porque siempre creyó que el joven Jorge Bergoglio tenía todas las condiciones especiales para algún día convertirse en lo que fue: el papa Francisco.
- Conoció al papa Francisco cuando era muy joven. ¿Cuál es su opinión de Jorge Bergoglio cuando era Bergoglio, y de lo que fue el papa Francisco?
- La verdad es que fue conmocionante el funeral de hoy por la sensación que se percibía en la Plaza San Pedro frente al féretro tan llorado de Francisco. Lo conocí como tantos otros a Bergoglio, cuando aún no era sacerdote. Era maestrillo en la congregación jesuita. Lo tuce como profesor en el cuarto año del colegio El Salvador, y siempre tuve toda la sensación de estar ante un ser humano de otra dimensión. Porque era una persona de enorme sensibilidad para captarnos a nosotros, que éramos adolescentes, y tenía una gran inteligencia. Después él se ordenó sacerdote y se convirtió enseguida en el provincial más joven de los jesuitas en su historia. Eso ya marcaba una capacidad distinta.
- ¿Ya tenía ese aura de poder llegar a lo más alto y convertirse, como finalmente se convirtió, en Papa?
- Yo tengo esa sensación justamente. No estoy seguro de si es un recuerdo vívido, o es una sensación que alguna vez comentamos entre compañeros del colegio. Pero lo veíamos con esa capacidad y ese aura de que algún día podía ser Papa, lo cual era muy difícil justamente porque era jesuita y los jesuitas nunca habían sido Papas. Pero, así como fue el provincial más joven de los jesuitas, también se podía llegar a pensar que Jorge Bergoglio podía llegar a ser Papa. Yo lo vi después de esa primera oportunidad en la que fue votado como segundo candidato para suceder a Ratzinger como Papa. En ese momento, yo lo vi como arzobispo de Buenos Aires porque yo era el presidente del Banco Provincia acá en Argentina, y él no me quiso decir cómo había sido votado. Esas cosas son secretas, me dijo.
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- ¿Esas eran las cosas que lo distinguían?
- Enseguida te dabas cuenta que tenía una personalidad diferente. Me impactó mucho entonces porque era un hombre muy perceptivo y muy sensible, y que nos calaba a todos de inmediato. Así que conocerlo fue una experiencia que recordé toda mi vida, aún antes de que fuera Papa. Es un hecho muy impactante para todos los argentinos y tal vez no tomamos dimensión de tener el primer Papa no europeo del mundo y que su papado haya tenido la repercusión que tuvo.
- ¿Y cuál es su lectura de lo que vio en la Plaza San Pedro, en un funeral al que fueron tantos poderosos, desde Donald Trump y Giorgia Meloni al Rey de España y, lógicamente, al presidente de Argentina Javier Milei?
- A mí me pareció impresionante que los poderosos del mundo hayan sentido la necesidad de estar presentes en la despedida de un grande. Fue una señal de que su llamado a la paz y a la concordia entre los seres humanos quizás ha sido el legado máximo que el papa Francisco ha podido dejarle al mundo.
- Al papa Francisco se le hicieron críticas por sus gestos ante la política argentina. Algún gesto de simpatía hacia Cristina Kirchner, algún gesto despectivo hacia Mauricio Macri. ¿Qué cree que no vimos los argentinos respecto del Papa?
- Creo que los argentinos no vimos su capacidad de unir. No me detengo en los gestos y en los detalles, porque si uno se detiene en esas pequeñas cosas la verdad es que algunos sectores del país los tomaron como un indicador político de lo que el Papa sentía por la política argentina. Pero yo nunca lo sentí así. Es cierto que hay gestos que a algunos le hubieran gustado que fueran distintos, pero a mí me parece que por encima de cualquier cosa los argentinos tenemos que sentirnos responsables de que Francisco no haya pisado su tierra después de que fuera designado Pontífice. Y eso es una pena que vamos a llevar siempre, porque para todos los argentinos hubiera sido una prenda de unión. Una visita a su país de origen, a su barrio, a sus afectos, a sus recorridos en subte, a comprar el diario en el quiosco, como lo hacía. Todas esas cosas que fueron gestos que lo caracterizaron.
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- ¿Y por qué cree que no vino a la Argentina?, el país que tanto amaba.
- Yo creo que fundamentalmente no vino a la Argentina por esta actitud que habían tomado distintos sectores de la política argentina, de utilizarlo como una bandera propia. Tengo la sensación de que él no quiso ser prenda de desunión, sino que quería ser prenda de unidad y prenda de paz para la Argentina. Y, como los argentinos hemos vivido de fracaso en fracaso durante todo su papado, durante todo este siglo, él no quiso agregar más desunión. Es una gran pena que haya visitado países de Latinoamérica importantes, pero que no haya podido detenerse a pasar unos días con su tierra más querida.
Guillermo Francos en El Observador
- ¿Cuál es el legado que el papa Francisco le deja a la Argentina, y también al mundo? ¿Qué queda de Bergoglio para la humanidad?
- Creo que el hecho de que hayan venido tantas personalidades del mundo, tantos presidentes, tantos líderes para estar presentes en su despedida, marca un poco esta convocatoria a la paz, a la unidad, a la lucha contra la pobreza. A estar al lado de los más débiles. Después uno puede discutir cuáles son los mecanismos más efectivos para hacerlo. No quiero expresar esto con un sentido político sino en el sentido de la humildad que el Papa le ponía a cada uno de sus actos. Entonces él se fue como un hombre humilde, como un hombre bueno, como un hombre sensible, como un hombre inteligente y como un hombre de paz. Ojalá que esa convocatoria a la humanidad sea escuchada por todos los líderes que estuvieron en la Basílica de San Pedro para estar en su despedida.