25 de octubre 2024 - 12:22hs

Los caminos del populismo en España y Argentina siguen unidos por un hilo invisible.

No solo es la conquista, ahora maldecida por México y las supersticiones de la izquierda iberoamericana. También hay un ida y vuelta en los misterios de la corrupción y en un nuevo e inesperado demonio: el abuso y el maltrato a las mujeres en un espacio político que había puesto al feminismo en el altar de una supuesta superioridad moral.

Porque si hay una bandera que levantaban el Partido Socialista Español y sus dos seudópodos de época, Podemos y ahora Sumar, era el culto al feminismo hasta sus últimas consecuencias.

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Nadie era más defensor de las mujeres y sus derechos que ellos. Y ningún otro sector político tenía permiso para ubicarse detrás de esa valla impenetrable de la moral.

Por eso es que el terremoto de las denuncias de abuso, acoso sexual y maltrato contra Iñigo Errejón, y su propia confesión que lo lleva a abandonar precipitadamente la política a los 40 años, es una estaca en el corazón de esa izquierda española que se vanagloriaba de ser la trinchera donde las mujeres podían estar a salvo.

Nada menos que uno de los dos fundadores de Podemos, junto a Pablo Iglesias, y uno de los líderes de Sumar, la formación que construyó Yolanda Díaz para destruir a Podemos y reemplazarlo como ariete vanguardista en las brigadas de Pedro Sánchez.

Nada podía ser peor para una coalición que ya tiene que lidiar con sus dramas cotidianos de corrupción: el caso Koldo, el rescate de Air Europa y la saga desbordante e incontenible de Begoña Gómez.

El mantra de venir del futuro

El caso es que, como en el laberinto español de la corrupción asociada al populismo, Argentina también puede repetir su mantra: aquellos de “nosotros venimos del futuro”.

Es que al viejo testamento de la corrupción escrito por el kirchnerismo argentino hay que agregarle ahora el libro de las nuevas revelaciones: el del abuso, el del maltrato y hasta el del acoso sexual a las mujeres del poder.

En la Argentina hay un ex gobernador kirchnerista (el tucumano José Alperovich) preso por haber violado a su sobrina. Hay intendentes y legisladores investigados por acoso y maltratos a funcionarias o militantes políticas.

Pero hay un caso que lo supera todo: es la causa judicial por abusos y violencia contra el ex presidente Alberto Fernández. Y la denuncia no la hizo una mujer desconocida o una amante despechada.

El hombre que gobernó a la Argentina entre 2019 y 2023 junto a Cristina Kirchner será seguramente imputado en las próximas semanas por la denuncia y las pruebas presentadas por su propia esposa y madre de uno de sus hijos: la hoy madrileña Fabiola Yáñez.

Alberto Fernández, como los Iñigo Errejón, como los Pablo Iglesias, las Irene Montero y las Yolanda Díaz, se presentaba sin ruborizarse como el primer presidente feminista de la historia.

El video con sus afirmaciones destruye a los escépticos en las redes sociales.

El mismo hombre que llevó a la Argentina a fronteras récords de inflación y de pobreza, aparecía rodeado de activistas del feminismo en sus actos políticos con una hermosa corbata verde.

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Hacia la tumba de la cancelación

Ninguna de ellas le ha enviado en estas horas siquiera un tuit para solidarizarse. La mayoría de ellas desaparecieron del universo mediático hasta mejor oportunidad. Así es el péndulo de la política bajo el reino de la inteligencia artificial.

Es el hilo invisible que ahora une los destinos de Alberto Fernandez e Iñigo Errejón. Al dirigente madrileño al que le comienzan a llover denuncias por abusos hasta ahora subterráneos, le viene ahora la tumba de la cancelación.

Pablo Iglesias ya se ha despegado en las primeras horas. No se ha tardado ni un solo día. En la misma línea cabalga Irene “sí es sí” Montero. Y también lo hará Yolanda Díaz, la que le pidió que renuncie a ser vocero de Sumar y a la banca de los diputados bajo amenaza de de denunciarlo por su cuenta.

Nadie quiere acompañar a Errejón por el despeñadero más oscuro del oprobio político.

No es que los abusos contra mujeres sean un patrimonio de la izquierda iberoamericana. Los hay, y los habrá también, en los partidos de centro y en los colores diferenciados de las derechas.

Pero a la izquierda, en España, en Argentina, en el chavismo venezolano y en cualquiera de los países que hablan español, la condena aquel púlpito de superioridad moral en el que creían estar.

Delante del juez ante el que tendrá que declarar, Iñigo Errejón tiene al menos una circunstancia que puede aliviar la oscuridad en la que quedara su memoria.

Iñigo jamás se puso una corbata verde. Un bochorno argentino del que logró salvarse. Apenas un círculo menos en el descenso a los infiernos de la abusada política española.

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