Hacía meses que venían negociando. Finalmente, Brookfield Asset Management retiró su oferta. Una operación que desde un principio fue una compra de oportunidad: la farmacéutica española Grifols venía de perder un tercio de su valor en el mercado. Pero los accionistas del grupo familiar no aceptaron la valuación de 6.4500 millones de euros. Sintieron que podían recuperarse.
La noticia fue devastadora para la acción, que llegó a caer 14% y cerró con un descenso de 9% a 9,7 euros. Es que hubiera sido una de las mayores operaciones de los últimos años. Pero lo que abrió el juego a este interés comprador de quienes buscan compañías con pocas defensas fue el ataque de una firma de Nueva York especializada en “short-selling”.
Acusaciones de desmanejos recortan precio de acciones a la mitad
Apostar contra activos y obtener un rendimiento si efectivamente caen. Eso es "short-selling". O en este caso, ganar cuando una empresa se hunde e incluso llegar tan lejos como para hacer lo necesario para que ocurra.
Fue la estrategia de Gotham City Research. A principios de año, Grifols cotizaba a 15 euros. Pocos días después, cuando Gotham difundió su reporte, alegando todo tipo de desmanejos (que se movían activos con un holding familiar y se manipulan cifras de deuda y ganancias), la confianza de los inversores estaba tan erosionada que la acción valía 8,4 euros.
Se tomaron acciones legales. Grifols negó las acusaciones y demandó en los tribunales de Nueva York. La Audiencia Nacional dijo que investigaría a la firma por difundir información sesgada y engañosa para manipular a los inversores con la intención de que se desprendieran de sus acciones. Pero el daño estaba hecho.
Incluso Grifols hizo también varios cambios en el management y los dos miembros de la familia que aún formaban parte de la cúpula directiva se alejaron de sus puestos. Pero no sirvió de mucho. La recuperación en bolsa duró poco.
Tapada de deuda y sin capacidad de generar cash
Para principios de marzo, la empresa exploraba nuevos mínimos cayendo por debajo de los 7 euros. Sus números habían pasado a un primer plano. Acumulaba un volumen masivo de deuda: 9.200 millones de euros.
El mercado empezó a preguntarse sobre su capacidad de generar cash y las alarmas se encendieron cuando informó un flujo de efectivo de 5 millones de euros para todo 2024, que dejó a los analistas descolocados.
Esa fue la antesala del mínimo de los 6,93 euros del papel. Pudo remontar desde entonces pero no demasiado. La aparición de un comprador no debió sorprender a nadie. Las negociaciones no parecían terminar nunca.
Los bancos pueden dar fe. Todavía están esperando que les den un mandato oficial para vender la deuda. Por lo menos una docena de entidades.
Es que parte de la compra implicaba que la farmacéutica dejaría de cotizar. En esos casos, existe una cláusula que estipula que los deudores tienen derecho a reclamar el pago antes.
Algunos de los grandes nombres de Wall Street no están nada contentos. Llevaban al menos seis meses trabajando en este proceso por un 11.000 millones de euros (bonos y préstamos). Se perdieron además 220 millones de euros en comisiones.