Es que el contexto brinda la oportunidad de contar con un socio comercial que blinde a Europa de la furia de la Casa Blanca y minimiza las objeciones que hasta ahora justificaban el rechazo.
Nada es seguro todavía. Francia sigue liderando una oposición convencida y beligerante, junto con Polonia y una Italia que, al menos al momento de la firma, se inclinaba por sumarse a ese grupo disidente.
El gran temor que atraviesa la posición de estos países es la competencia desleal que puede enfrentar el agro europeo.
Los defensores, en cambio, se están haciendo oír como nunca. España es uno de los más grandes impulsores, así como Alemania. Incluso Suecia y Finlandia salieron a abogar por el acuerdo.
Pero, en estos días, ocurrió algo auspicioso que puede marcar el replanteo de algunos miembros del sentido estratégico del acuerdo en el nuevo entorno hostil.
Un señor llamado Wolfgang Hattmannsdorfer, ministro de Economía de Austria, solicitó a la Comisión Europea que prepare el documento definitivo y ponga en marcha el proceso de ratificación.
En una declaración, explicitó su lógica: “Debemos evaluar el acuerdo con el Mercosur en un contexto completamente distinto. Necesitamos el acuerdo ahora”.
El giro es aún más notable dado que Hattmannsdorfer proviene del conservador Partido del Pueblo, profundamente ligado con la Austria rural. No es un dato menor que el Gobierno está luchando por sacar a la economía de lo que seguramente será el tercer año de recesión.
Cómo es el proceso de ratificación
- Por empezar, cada miembro Estado debe votar el texto del acuerdo.
- La ratificación requiere el apoyo de al menos 15 países de la UE que representen de 65% de la población.
- Para bloquear la iniciativa, son necesarios al menos cuatro países que concentren el 35% de la población del bloque
- El texto también debe ser aprobado por el Parlamento Europeo.
- Acuerdos que vayan más allá del ámbito de las instituciones de la UE requieren además ser ratificados por cada miembro Estado y su Parlamento.
Europa, desplazada por China en la región
Hoy más del 30% de los productos que vende el Mercosur en el exterior los compra China, su principal cliente, que es a su vez un gran proveedor en materia industrial.
Pero la Unión Europea todavía es el segundo socio comercial, con el 16,9% del total.
De concretarse el acuerdo, deberá hacer frente a la feroz competencia de un jugador que hizo pie en la región de una forma arrasadora y que es el más acorralado por la ofensiva de Washington.
Otra medida de esta realidad es que hace 20 años la UE era destino de cerca del 24% de las exportaciones del Mercosur y del 26% de las importaciones.
En los últimos años, el 14% de las exportaciones del Mercosur fueron a la UE, al tiempo que el 20% de las importaciones provinieron del bloque europeo.
Para Europa, el acuerdo con el bloque -creado en 1991 y con cinco miembros plenos: Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay- será especialmente atractivo para los exportadores de autos y autopartes, en la medida en que hasta ahora pagaban aranceles del 35%, que se irán reduciendo en forma progresiva hasta eliminarse.
Pero también existían tarifas altas para productos industriales como maquinaria (20%), productos químicos (18%), farmacéuticos (14%) y otros, que tienen mucho que ganar con este nuevo potencial mercado.
Desde América Latina, las exportaciones agrícolas y ganaderas son las que verán caer las barreras que existen hoy y que encarecen las ventas.
Por ejemplo, una vez que el acuerdo entre en vigencia, caerá la actual cuota Hilton (cupo de exportación de carne de alta calidad) de 10.000 toneladas y la tarifa de 20% será eliminada.
Los datos básicos del acuerdo
- La Unión Europea liberalizará el 82% de las importaciones agrícolas del Mercosur y el bloque sudamericano eliminará el 93% de las tarifas vigentes para las exportaciones de la UE.
- Para algunos productos, se aplicarán cuotas o cupos. La Comisión Europea considera que las cuotas evitarán que la producción doméstica salga perdiendo en el mercado local.
- Las tarifas a veces se reducen en forma gradual y otras, se eliminan de modo inmediato. El cronograma varía. La UE podrá importar café de Brasil sin pagar impuestos recién dentro de siete años.
En algunos casos se llega a 15 años, como en el del aceite de oliva, principal exportación española.
- Se demandarán los mismos estándares pero en un comienzo, se facilitará su cumplimiento. La UE destinará 1.800 millones de euros para ayudar a la transición verde y digital en el Mercosur.
Remontar las fisuras en el bloque sudamericano
El comercio intrabloque en el Mercosur está estancado, aún cuando creció con otras regiones. La vocación de integración puertas adentro tambalea hace tiempo.
Puede atribuirse a diferencias políticas e ideológicas entre los dos principales miembros, Argentina y Brasil. El libertario argentino Javier Milei y el izquierdista brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se tienen una clara antipatía.
Pero también ocurrió entre el peronista argentino Alberto Fernández y su par brasileño conservador Jair Bolsonaro, que no mantuvieron una sola reunión personal de carácter oficial entre 2019 y 2022.
Tampoco ayuda que Milei busque un acuerdo de libre comercio en forma unilateral con EE.UU. e incluso se muestre dispuesto a abandonar la alianza para conseguirlo. Esto mientras ejerce la presidencia rotativa del bloque.
En cambio, la asunción de Yamandú Orsi en Uruguay puede favorecer la concreción del acuerdo con la UE.
Por otro lado, las crisis recurrentes de la Argentina no aportaron a la fortaleza de la unión. En 1991, cuando se lanzó el Mercosur, la economía de Brasil era menos del doble que la de la Argentina. Hoy su tamaño es más del triple.
Este acuerdo con Europa es una oportunidad para relanzar el Mercosur y recuperar el espíritu de integración más allá de las divergencias. Finalmente el Mercosur tiene la posibilidad de insertarse en el mundo para jugar en primera.
Fragmentado, de espaldas al vecino, el Mercosur es débil en tiempos salvajes.