Era inevitable que esta edición de Davos girara en torno al nuevo presidente de EE.UU., Donald Trump.
Si había algo de lo que todos querían hablar en este foro, en las pausas, en los pasillos, en las cenas, en las fiestas, en los refugios de esquí… era de Trump.
El grupo de economistas jefe de bancos globales que colabora con Davos a lo largo del año lo tenía, desde ya, muy claro. Y en su “outlook” de este año -que vio la luz prácticamente en el momento en que Trump juraba en Washington- complacieron a sus lectores.
Antes que nada, el 61% de los economistas top de los lugares más diversos en entidades de primera línea creen que el inicio de la administración de Trump no marca un shock de corto plazo en la trayectoria de la economía global sino un giro de largo plazo.
Tarifas light: el votante piensa en el 20% de inflación de los últimos 4 años
De todas las áreas sobre las que su Gobierno tendrá un impacto (desde migración, desregulación, política fiscal, política industrial, relaciones exteriores), casi el 70% cree que la política comercial será la que sufrirá cambios más significativos. Es por lejos el área que se verá más convulsionada.
Ahora, más del 90% espera que las nuevas tarifas que implemente EE.UU. sea inferiores a la que prometió durante su campaña. O deberíamos decir amenazó, chantajeó y amedrentó. Pero no son palabras de los economistas.
Una restricción potencial en este sentido -tarifas finalmente más moderadas- serían los precios al consumidor, que tuvieron un lugar central en la campaña, apunta el documento.
“La evidencia sugiere que muchos votantes están menos preocupados con la desaceleración de la tasa de precios -la inflación minorista cayó a 2,7% en noviembre) que con el aumento acumulado -alrededor del 20% en los últimos cuatro años-”.
De ahí que sea esperable que la nueva administración busque evitar quedar asociado a un nuevo período de suba de precios. Claro que más allá de ese intento de moderar el impacto en el bolsillo, el escenario que anticipan los economistas habla de un estrepitoso fracaso.
Un abrumador 94% espera que la inflación aumente en el gobierno de Trump.
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Entre las políticas que lo explican están el estímulo que suponen impuestos más bajos (previstos por el 91%) y el impacto en salarios y precios del shock de oferta laboral que resultaría de una implementación radical del programa de deportaciones masivas.
Y los incrementos tarifarios añaden presión adicional. Los expertos opinan en forma casi unánime (97%) que los niveles de deuda pública se elevarán, un reflejo del escepticismo en relación a la financiación de los beneficios impositivos con recorte de gasto público, como fue prometido.
Guerra comercial: el 68% cree que no se limitará a EE.UU. y China
En cuanto a la dinámica de la guerra comercial, tan ligada a la era Trump, el consenso es que está destinada a intensificarse, aún cuando el comercio global va camino a alcanzar un récord de u$s 33 billones en 2024.
Los economistas creen que se avecina una guerra de restricciones comerciales en un círculo interminable de represalias entre EE.UU. y China (89%) pero también de un alcance mayor (68%).
De todos modos, no es un paisaje nuevo en el comercio global. Las políticas distorsivas entre los miembros del G20 superaron a las medidas de libre comercio en 2.402 a 634 el año pasado, consignan en el informe. “En ese sentido -apuntan- la guerra comercial ya estaba en marcha”.
Dos tendencias interesantes sobre cómo cambiará la forma en que el mundo hace negocios. Por un lado, el 82% espera una creciente regionalización en los próximos tres años.
El comercio tenderá a concentrarse en países geopolíticamente alineados, algo que según la investigación no tiende a favorecer el crecimiento, aclaran.
Por el otro, según el 82% de los expertos habrá un gradual cambio en la composición del comercio desde los bienes a los servicios en el curso de los próximos tres años. El valor de la mercadería que exporta es todavía alrededor de tres veces la de los servicios pero la de los servicios crece algo más rápido.
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La profunda digitalización de nuestras economías es clave en este aspecto, al punto que en las últimas décadas las exportaciones de servicios digitales se multiplicaron por cuatro.
En principio, es un fenómeno que tiende a beneficiar a los países desarrollados, que concentran dos tercios del comercio de servicios (mientras que en bienes, la distribución es casi pareja).
Sin embargo, hay muchos economistas (51%) que avizoran un futuro en el que el comercio de servicios sea aún más importante para el desarrollo que las exportaciones de bienes.
Una de las principales razones es la intensidad laboral relativa, con mayor participación a nivel global en empleo y en producción que la agricultura y la industria combinadas.