Incluso con el rebote de la última semana (+1,53%), el euro terminó noviembre con su peor caída desde mayo de 2023 (-2,85%). Al menos se alejó del mínimo de dos años de 1,041 por dólar y pudo cerrar a 1,057 al final del mes (aunque el lunes amenazaba con quebrar 1,050 de vuelta)
Pero cuesta creer que fue también en noviembre que llegó a cotizar a 1,093 (-3,3%). Fue el 5 de noviembre, justo antes de que se conociera la victoria de Donald Trump en las presidenciales de EE.UU.
Mezcla de eventuales tarifas y estancamiento propio
Pero no le echemos toda la culpa a Trump.
Es cierto que desde su elección, el euro es la más desvalorizada en el G-10 de las monedas. Esto se explica mayormente por la expectativa de que el Banco Central Europeo (BCE) deberá recortar las tasas unos 150 puntos básicos hasta fines del año que viene, aproximadamente el doble de lo que proyecta la Reserva Federal (Fed).
Semejante diferencial de tasa no sólo es producto del impacto que tendrá eventualmente la imposición de tarifas a las exportaciones de Europa sino a dificultades de cosecha propia.
Una economía estancada y creciente agitación política en grandes países del bloque como Alemania y Francia, que están acelerando la venta de la moneda.
A favor, jugó en cierto regreso del apetito el hecho de que el euro se haya recuperado tan fácilmente después de haber quebrado los 1,05, una barrera que los analistas consideran un nivel crítico.
A su vez, diciembre suele ser estacionalmente un buen mes para la moneda por los típicos flujos de salida del dólar de fin de año.
Por el otro lado, en cambio, los grandes fondos de cobertura siguen manteniendo sus contratos a futuro con apuestas a un euro más débil -están en un récord en tres años- y cada vez más analistas se suman a los predicadores de la paridad. El temido 1 a 1 con el dólar.
Pero quizás más preocupante sea que los expertos advierten que el precio actual, si bien incorpora la divergencia en el ritmo de suba de tasas de interés con EE.UU., no contempla el riesgo tarifas.
“La dinámica no es buena para Europa”, dicen.
Rebote sobre el final de mes gracias a… Trump
Parece mentira pero el rebote de la última semana de noviembre el euro se lo debe sobre todo a Trump.
Dice el pronto nuevo presidente de EE.UU. que la “tarifa” es la palabra que más le gusta en el diccionario. Y bien que ya la está usando antes de asumir.
Esa semana, en sus clásicas amenazas tarifas, el mismo lunes Trump fue muy específico. Dijo que emitiría una orden ejecutiva el mismo día que asuma para aumentar las tarifas a los países que son las tres principales fuentes de importaciones de EE.UU.: México, China y Canadá. Una suba de 25% para sus dos socios del Norte y 10% para los chinos.
Los analistas se detuvieron en un aspecto muy interesante que está redefiniendo las relaciones internacionales. Las tarifas ya no se tratan de una cuestión comercial o competencia económica. Hoy son un tema de seguridad y de salud.
Trump las usa para control de la inmigración y el flujo ilegal de drogas. Pero ése es otro tema.
En Europa, lo único que escucharon es que no dijo nada de Europa. Y una omisión puede ser estruendosa. Durante toda la semana, le dio combustible al euro, que puedo sostenerse.
También se sumó una designación clave que aún faltaba en el tablero: la del secretario del Tesoro, Scott Bessent, un veterano de los fondos de cobertura.
No fue la elección radical que todos palpitaban. Más bien una decisión que promete una abordaje tradicional de la política comercial. O eso se cree al menos. La noticia también ayudó a descomprimir el nerviosismo en torno a las nominaciones.
Y hasta ahora, la escalada del dólar se monta en la conjetura de que Trump obligaría a la Fed a pausar el recorte de tasas con una política tarifaria tan agresiva que recalentaría la inflación.