Tras el huracán que significó el arribo de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, con la amenaza de aranceles y reducción de presupuesto para la OTAN, Europa concentra ahora sus nervios en las elecciones de Alemania marcadas para el 23 de febrero, en las que el partido ultraderechista AfD se posiciona en el segundo puesto con el 21% de los votos, según las últimas encuestas.
Se trata de la agrupación que cuenta con el respaldo efusivo del magnate Elon Musk, que además es asesor de Trump y se convirtió en una pesadilla para los gobiernos socialdemócratas europeos por su involucramiento en la política de los Veintisiete, con foco en los temas migratorios y energéticos, pero también en su "batalla cultural" contra lo que considera los valores "woke".
El dueño de la red social X y de Tesla no se ruborizó al presentarse telemáticamente el pasado fin de semana en una conferencia de Alternativa para Alemania (AfD) en la que se esforzó por desvincular al partido ultra de la sombra nazi que lo salpica y en la que aseguró que la primera economía de Europa se enfoca "demasiado en la culpa del pasado".
Además, pidió "estar orgulloso de la cultura alemana, de los valores alemanes, y no perderlos en una especie de multiculturalismo que lo diluye todo", según una crónica de The New York Times.
Todo eso ocurrió dos días antes de los actos conmemorativos por los 80 años de la liberación del campo de concentración y exterminio de Auschwitz en Polonia.
El fuerte respaldo de Musk a la líder de AfD, Alice Weidel, a quien durante una reciente entrevista en X le aseguró que contaba con el apoyo del "gobierno de Trump", y sus intentos por influir en las próximas elecciones, merecieron fuertes críticas de dirigentes que interpretaron sus palabras como un intento de "normalizar" las posturas extremas de sectores de ultraderecha.
En ese particular escenario, esta semana los conservadores de la Unión Cristianodemócrata (CDU) lograron romper el “cordón sanitario” de la política al aprobar en el Parlamento gracias a los votos de AfD una moción no vinculante para cerrar las fronteras a los demandantes de asilo y rechazar sin excepciones a los extranjeros indocumentados.
La inédita alianza implosionó un tabú de la política germana que rechaza la cooperación entre los partidos tradicionales y la extrema derecha, vigente desde el fin de la Segunda Guerra, y abrió una ola de críticas sobre el líder conservador Friedrich Merz, candidato de la CDU para las elecciones.
Las palabras de Ángela Merkel
Hasta la exjefa del Gobierno Ángela Merkel se metió en el debate público al acusar a su compañero de partido de abandonar su promesa de no formar mayorías con AfD y pedir que los "partidos democráticos" actúen "juntos, más allá de las fronteras políticas", sin "maniobras tácticas" y con un tono "moderado y sobre la base del derecho europeo existente".
Dos días después, en el mismo Bundestag Merz sufrió un duro revés al caer un proyecto de ley con fuertes restricciones a la migración por la negativa a votarlo de un grupo de diputados conservadores y liberales que se rebelaron contra la línea marcada por sus jefes partidarios.
La líder de AfD aprovechó el impacto e interpretó lo ocurrido como la “implosión de un partido popular conservador” y afirmó que “Merz quedó desmontado” y solo la ultraderecha podría endurecer la política hacia los migrantes, en un mensaje de tono electoral.
El impacto de los atentados en la campaña electoral
Un tema muy sensible por estas semanas tras el reciente asesinato con un cuchillo de un niño y un adulto a manos de un demandante de asilo afgano en Aschaffenburg y el conmocionante atropello múltiple en un mercadillo de Navidad en Magdeburgo protagonizado por un refugiado saudí que dejó seis muertos y más de doscientos heridos.
El tema de la migración ilegal está en el corazón del crecimiento de la ultraderecha en Alemania, pero también la recesión económica y su impacto en el desempleo, que escaló al 6,4% en enero.
El país encadenó dos años de caída del PIB y una empresa emblemática como Volkswagen enfrenta recortes de su planta y posibles cierres en sus líneas de producción por el aumento de costos y la competencia china.
Días atrás, el ministro de Economía, Robert Habeck, planteó el dilema de enfrentar el crecimiento de modelos políticos autoritarios que conllevan un estilo de “estado libertario” con los tradicionales valores de la economía social de mercado.
Lo hizo tras anunciar un cambio a la baja de las expectativas de crecimiento, que pasaron de 1,1% a 0,3% para este año y de 1,6% a 1,1% para 2026.
“Si en Alemania y en Europa no conseguimos por nosotros mismos desarrollar la misma tecnología, o quizás tecnología mejor, sobre la base de nuestros propios valores, el orden europeo, la idea de bienes protegidos como el clima o los derechos individuales, entonces el atractivo de estos modelos políticos probablemente será cada vez mayor", afirmó. “Si en Alemania y en Europa no conseguimos por nosotros mismos desarrollar la misma tecnología, o quizás tecnología mejor, sobre la base de nuestros propios valores, el orden europeo, la idea de bienes protegidos como el clima o los derechos individuales, entonces el atractivo de estos modelos políticos probablemente será cada vez mayor", afirmó.
Y se refirió en concreto a China y a los Estados Unidos de Trump, "con un gobierno y un concepto de Estado de estilo libertario autoritario".
"A nivel de valores no comparto nada de lo que está ocurriendo allí, pero por supuesto puedo ver que Elon Musk es un empresario de éxito y que también la economía china está consiguiendo ofrecer productos eficientes y asequibles, desde paneles solares y coches eléctricos hasta bienes de ingeniería mecánica", destacó.
Qué dicen los sondeos electorales
Ese dilema podrá tener respuesta en las próximas elecciones. En el último sondeo previo a lo ocurrido en el Parlamento esta semana, Merz encabeza las preferencias con el 30% de las intenciones de votos, seguido por AfD con el 21%, mientras el gobernante partido socialdemócrata (SPD) del canciller Olaf Scholz roza el 15%.
Los Verdes, socios del gobierno en minoría tras la ruptura de la coalición tripartita, suman 14 % y el Partido Liberal (FDP), exintegrante de esa alianza, quedaría fuera del arco parlamentario al mantenerse en el 4 %.
Después del 23 de febrero la política deberá diagramar las posibles alianzas para un futuro gobierno con la incógnita del lugar de la AfD. Hasta ahora una eventual coalición de la CDU y la Unión Socialcristiana (CSU) bávara con Weidel cosecha un rechazo mayoritario (74%) según los sondeos, que en el caso de una coalición liderada por la CDU/CSU con el SPD baja al 48%.