España está cerca de convertirse en una tragedia a la vista de todos, algo que aún es posible evitar. Sin embargo, su gobierno guarda silencio en lugar de buscar la manera de detenerla, con lo que no está haciendo más que dejando que suceda en forma tácita.
Nadie se ha sorprendido hasta el momento de que esto esté ocurriendo. Lo extraño, quizás, es que no haya pasado antes dado el nivel de virulencia antiisraelí y antisemita con la que se han manejado muchos de los miembros del gabinete del presidente Pedro Sánchez y sus legisladores y políticos aliados desde el 7 de octubre de 2023.
Si esta tendencia no se detiene a tiempo, la situación podría desmadrarse. Entonces, los mismos que durante meses azuzaron el fuego se mostrarán sorprendidos y saldrán a condenar el hecho, a enviar condolencias y a llorar falsamente a las víctimas, cuando ya sea demasiado tarde.
Nada de esto es una especulación. El 4 de marzo un neonazi intentó prender fuego el restaurante Rimmon Kosher en pleno centro de la ciudad de Madrid mientras se encontraba repleto de personas cenando.
Se acercó hasta la entrada del local y empezó a rociarlo con gasolina con la intención de incendiarlo y quemar vivos a las decenas de judíos que se hallaban disfrutando de una velada amena con amigos y familia tan sólo por su condición religiosa o por querer vengarse con ellos de la actuación del gobierno israelí en su lucha contra el grupo terrorista Hamás en la Franja de Gaza.
Este hecho pudo haber terminado en una masacre, como otras tantas que han ocurrido en Europa en un pasado no tan lejano. No lo fue, gracias a la rápida reacción del personal del restaurante que impidió que pudiera encenderlo y provocado una tragedia, pero el asesino huyó sin que pudiera conocerse su identidad.
“Desde la Comunidad Judía de Madrid, condenamos esta acción antisemita cuya finalidad era causar víctimas, atentar contra instalaciones públicas frecuentadas por la comunidad judía y aterrorizar a los miembros de nuestra comunidad – afirmaron sus autoridades en un comunicado -. Esta es una acción motivada por el odio, abyecta y salvaje que atenta contra la convivencia, la libertad y la tolerancia que siempre han caracterizado a los ciudadanos de Madrid”, señaló en un comunicado la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE). “Desde la Comunidad Judía de Madrid, condenamos esta acción antisemita cuya finalidad era causar víctimas, atentar contra instalaciones públicas frecuentadas por la comunidad judía y aterrorizar a los miembros de nuestra comunidad – afirmaron sus autoridades en un comunicado -. Esta es una acción motivada por el odio, abyecta y salvaje que atenta contra la convivencia, la libertad y la tolerancia que siempre han caracterizado a los ciudadanos de Madrid”, señaló en un comunicado la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE).
A pesar de que la Policía Nacional continúa buscándolo, ningún político de todo el arco ideológico salió a condenar este ataque antisemita, que pudo convertirse en el más grave de toda la historia española desde los tiempos de la Inquisición.
Quizás estén esperando que sea capturado para dar su opinión al respecto, pero esto no quita la gravedad de lo ocurrido en tiempos donde el gobierno de Pedro Sánchez y sus aliados de Podemos y Sumar se la han pasado incentivando el odio contra Israel desde cuanta tribuna han tenido y en los medios de comunicación desde fines de 2023 e, incluso, han llamado al exterminio de los judíos al proclamar el eslogan: Desde el río hasta el mar.
Un rol similar ha tenido buena parte de la prensa española, tanto la gráfica y online, como la radial y la televisiva propalando y difundiendo información falsa y tendenciosa, con sus corresponsales actuando como voceros de los terroristas palestinos. Su único fin: atacar y desacreditar al Estado judío con una saña pocas veces vista.
Este discurso ha calado bien profundo en ciertos sectores de la población, que se ha sumado a las incontables manifestaciones pro Hamás que se han llevado a cabo y continúan haciéndolo en ciudades de todo el país.
A su vez, les ha abierto la puerta a los violentos que han intentado incendiar una de las sinagogas de Melilla, atacaron el hotel de un israelí en Barcelona y pintaron con consignas antisemitas la sinagoga Hasdei Leah, en Madrid, entre otros actos, en el último año y medio.
Todo esto ha llevado a la comunidad judía española a meterse puertas adentro, cancelar todo tipo de promoción pública de sus actividades, realizar actos en lugares cerrados que antes hacía al aire libre, esconder en sus casas todo tipo de simbología que demostraran que allí vivía alguno de sus miembros o, incluso, contar con policía armada hasta los dientes custodiando sus instituciones.
Las víctimas han tenido que esconderse para evitar ser agredidas nuevamente, mientras que los asesinos y sus cómplices se pasean por las calles flameando sus banderas y son invitados a congresos en los que participan miembros del gobierno.
Todo esto sólo genera más violencia y les da un halo de impunidad a quienes atacan a los judíos ya que para las autoridades eso es bien visto, dado que sus miembros son los defensores de los que ellos consideran “genocidas”.
Por eso, nadie se ha sorprendido por el intento de incendio del último martes, mientras muchos festejaban el Carnaval. Lo trágico es que no se trató de una parodia típica de esa celebración, sino de un deja vú de lo que va a venir, si las autoridades no dejan de incentivar el odio.