El encuestador puso el video con los resultados del focus group en la computadora. Mujeres y hombres, habituales votantes del PRO en cada elección, opinaban sobre el rechazo de sus senadores al decreto de necesidad y urgencia para financiar las actividades de la SIDE. Cien mil millones de pesos anuales que el partido aliado de Javier Milei había criticado con ferocidad en las últimas horas. Pero las respuestas fueron toda una sorpresa.
- No queremos que el PRO se ponga en contra de Milei…
La frase se repetía una y otra vez. Los votantes del PRO no conocían demasiado los detalles del DNU ni los tuits de Mauricio Macri. Pero pedían que el partido fundado por el ex presidente hace más de veinte años no se convirtiera en un obstáculo para el gobierno de Javier Milei. No necesitaron ver todos los testimonios para adivinar la dirección de la tendencia.
En esa línea hay que entender la tensión entre Milei y Macri que ya lleva varios meses. Pero nunca había llegado al extremo que alcanzó entre el miércoles y el viernes de esta semana.
En cuestión de horas, el PRO acompañó la media sanción con la que el kirchnerismo, muchos radicales y diputados de la Coalición Cívica de Elisa Carrió intentan quitarle la financiación a la SIDE.
Y como si eso fuera poco, acompañó también en el Senado la ley diseñada por kirchneristas y radicales para agregar una suba del 8% a las jubilaciones en una maniobra política planificada para demostrar que Milei no tiene piedad con los viejos.
Un espacio extraño para el PRO que, en aquella tarde fatídica de 2017, sufrió las catorce toneladas de piedras en el Congreso de los activistas piqueteros, de los de izquierda y los del kirchnerismo para frenar un cambio en la fórmula jubilatoria que no cambiaba gran cosa.
Quizás lo más extraño haya sido que Milei y Macri habían compartido milanesas el miércoles por la noche en la Quinta de Olivos, y que después los legisladores del PRO terminaran votando contra el Gobierno.
Pero así están las cosas. Por más que el Presidente y el hombre que lo fue cinco años antes traten de ponerle paños fríos a la disputa el conflicto no para de crecer.
Ni las milanesas ni el puré de papas que Milei y Macri comparten de tanto en tanto alcanzan para disimular la confusión. Hay algo que se interpone entre ellos y está claro que se trata del poder.
Las encuestas traen datos preocupantes para el PRO. Y no es solo el focus group mencionado en el inicio de esta crónica. Uno de los cinco gobernadores que tiene el partido dice que los estudios que encargó en su provincia señalan que el 95% de sus votantes apoyará a Milei en las elecciones legislativas del año próximo.
Y un dirigente importante del PRO porteño hizo medir a Macri como candidato a senador en la Ciudad. El resultado le produjo escalofríos.
El ex presidente podría ser derrotado si su rival fuera Patricia Bullrich en las boletas de la Libertad Avanza. Justo la ministra de Seguridad con la que está peleado sin remedio. La misma a la que apoyó como candidata presidencial contra Horacio Rodríguez Larreta y siguió apoyando hasta que fuera derrotada por Milei.
Ahora, los dos son enemigos irreconciliables y la batalla sin cuartel se disputa sobre el territorio resquebrajado del PRO.
La batalla también es psicológica
Hay algo o mucho de psicológico en el vínculo que une y separa a Milei y a Macri.
El Presidente se quedó con algunos de los dirigentes emblemáticos del macrismo: Patricia, Federico Sturzenegger y Luis “Toto” Caputo, quizás los más protagónicos.
Milei los elogia, como elogia también a Macri cada vez que puede. “El mejor de la historia”, lo tuitea a Toto. “El Coloso”, lo endulza a Sturzenegger. De la misma manera, sonríe y abraza efusivamente a Mauricio cada vez que se cruza en algún evento.
“Mi Presidente”, le dispara Milei a Macri.
Y el ex presidente se queda un poco aturdido pensando si se trata realmente de ese dirigente con poquísima experiencia en la política que saltó desde la polémica de los paneles de TV a la presidencia de la Nación en menos de cuatro años o si, por el contrario, está siendo víctima de una jugada maquiavélica que jamás vio venir.
“Mauricio viene a veces de verlo a Milei y nos dice: el Presidente sí que valora mi gestión, no como ustedes…”. Los macristas de estos tiempos extraños lo miran después del reproche y se preguntan adonde estará la salida del laberinto que los lleve en 2025 a una elección en soledad o a una alianza con los Milei.
Prudente con el devenir de los años, Macri jamás lo critica a Milei más allá de los buenos modales. Prefiere apuntarle a Santiago Caputo, el asesor estrella, el joven regente de los matones digitales que pululan en las redes sociales y que constituyen una de las fuerzas de choque más influyentes del Gobierno.
Con la hermana Karina prefiere no meterse.
“No la conozco”, es la frase más arriesgada que Macri ha pronunciado sobre la poderosa secretaria de la Presidencia. Por ahora, solo dispara sobre uno de los vértices del “Triángulo de Hierro”, esa figura a la que Milei echa mano para describir la geometría del poder que comparte con su hermana y con el intocable Santiago Caputo.
Macri sabe cual es la frase que se repite en los círculos que rodean a Karina Milei y a Santiago Caputo. “No lo necesitamos; los votos del PRO son nuestros…”. Pero el ex presidente espera a que los desenlaces inesperados que suele alumbrar la Argentina cambien esa ecuación que los libertarios agitan como una bandera.
No hay que ser un experto en la obra de Sigmund Freud ni en la de Jacques Lacan para deducir que por la cabeza de Macri circula una idea recurrente. El podría ser yo. Las cosas que está haciendo Milei las podría haber hecho yo cuando tuve mi oportunidad.
Pero la política contra fáctica es una fantasía de lo que pudo ser y jamás sabremos. Una incógnita en el mar de los intentos fallidos.
Quizás Macri tenga una nueva chance en el futuro. Donde hay un charco de agua estancada, los políticos imaginan un océano.
Pero el presente es de Milei y el futuro es una galaxia de oportunidades. Listas conjuntas entre La Libertad Avanza y el PRO, o destinos separados para que la batalla sea completa.
En esa franja política que va del centro a la derecha hay quienes no apuestan un peso por el destino incierto de Milei. La mayoría de ellos, incluso, jamás pensaron que llegaría a presidente.