Y su audiencia, que antes era televisiva y ahora son sus votantes, tendrá que creerle que aprendió la lección.
Quizás porque está ubicado a la derecha del mapa político de la Argentina, o porque se ha llevado a varios de sus ministros, de sus legisladores y hasta de sus intendentes, Milei tiene a su disposición los aciertos y los errores de Macri como laboratorio.
Y no solo eso. Tiene un capítulo especial que se produjo en febrero de 2017, cuando Macri llevada quince meses en el poder (los mismos que hoy lleva Milei) y cometió un exceso que conmovió a su gobierno.
Habilitó al Estado para que perdonara una parte de la deuda millonaria de Correo Argentino, la empresa que había sido propiedad de su familia. De la familia Macri.
Rápidamente, una fiscal kirchnerista tomó el caso y estuvo a punto de llevar a Macri a los estrados judiciales.
El escándalo de esos días de verano, su caída en las encuestas y una trompada moral que le propinó su aliada de entonces, Elisa Carrió, lo hicieron recapacitar, retroceder y cambiar la música.
Macri suspendió de inmediato el perdón de la deuda estatal a la empresa familiar; lanzó los créditos UVA y aumentó los planes sociales para grupos piqueteros.
Seis meses después ganó las elecciones legislativas en todo el país. Y la frutilla del postre fue la victoria de Esteban Bullrich sobre Cristina Kirchner en la estratégica provincia de Buenos Aires. Parecía que todo estaba encaminado.
Todos creyeron, incluyendo a la mayoría del peronismo, que habría Macri para ocho años. Pero el ex presidente nunca completó el trabajo de sanear la economía y de aniquilar políticamente a sus adversarios, que inesperadamente (o no tan inesperadamente) resucitaron.
Por eso, a los pocos meses, cayó fulminado por una crisis financiera internacional y ni siquiera el crédito de 45.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional que le regaló su amigo Donald Trump pudo salvarlo.
Terminó derrotado por el muñeco obediente de Alberto Fernández, hábilmente manejado por Cristina, quien también sumó al irredento Sergio Massa. Y adiós reelección.
Aquel fracaso de Macri es interesante porque está a la vista de Javier Milei y porque varios de sus colaboradores lo conocen por dentro.
Toto Caputo, Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich, por nombrar solo a los más importantes, saben a la perfección cuáles fueron los botones que fallaron.
Milei es un hombre inteligente y sabe perfectamente que tres de sus grandes fortalezas como dirigente están ahora bajo escrutinio.
1.- El tuit de la criptomoneda fallida ($Libra) puso en tela juicio para algún sector de la sociedad su honestidad, característica que le permitía atacar a sus enemigos: la casta eran siempre los corruptos.
2.- También puso en tela de juicio su eficacia como economista. Aún sin ser un especialista en criptomonedas, al avezado Milei no se le debió escapar que era una inversión muy poco confiable. Nadie esperaba un fallido en ese territorio.
3.- Pero quizás sea el tercer aspecto el más peligroso y el más difícil de revertir. El cripto resbalón, del que Milei “no estaba interiorizado”, se volvió viral y puso un inquietante manto de duda sobre su popularidad internacional, el activo más preciado para cualquier dirigente en tiempos de redes sociales y mercados globales.
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La levedad del fenomeno barrial
Presidente de un país en quiebra, Javier Milei logró de inmediato la celebridad política al aparecer junto a Donald Trump en Mar a Lago, junto a Elon Musk en las oficinas de Tesla en Austin Texas, abrazado al Papa Francisco en el Vaticano o intercambiando sonrisas con Giorgia Meloni en el Palazzo Chigi.
La baja de la inflación, el equilibrio del gasto público y el derrumbe del dólar hicieron el resto.
Los empresarios y esa abstracción del dinero global conocida como los mercados empezaron a apostarle unas fichas. Las petroleras y las tecnológicas, los bancos y las automotrices comenzaron a planificar inversiones para el día en que ganara las elecciones legislativas y se consumara el final del cepo cambiario.
Todo eso está en ebullición ahora.
La explosión y el derrumbe de $Libra en menos de cinco horas encendieron las luces de alarma en EEUU y en Europa. ¿Es que la Argentina quiere volver a ser el campeón mundial de la incertidumbre económica?
Las preguntas sin respuestas sobre el paso en falso de Milei atravesaron los despachos de usinas determinantes como la agencia Bloomberg o como la home page del sitio especializado en criptomoneda CoinDesk.
En España, su viejo amigo de Vox, Santiago Abascal, debió salir a defenderlo.
Pedro Sánchez agitó el tag de la criptomoneda y nombró a Javier Milei para provocarlo en el Congreso español a su rival de la derecha liberal, Alberto Núñez Feijóo.
Y la vicepresidenta de izquierdas, Yolanda Díaz, aprovechó la chicana de pedirle a la presidente de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que le quitara la medalla de la libertad que le había colgado al argentino en el balcón de Puerta del Sol.
El frente externo es un área sensible y demasiado importante para Javier Milei. No es casual que, en estas horas, haya viajado a EEUU para revitalizar el nexo estratégico que tiene con Donald Trump y con Elon Musk.
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Dos ventajas locales en medio de la marea
Su primera ventaja es que, al menos por ahora, Javier Milei no tiene rivales de importancia a la vista en el patio interno. Pero ésa no es la única ventaja en el medio del torbellino cripto.
El traspié lo sorprendió a ocho meses de las elecciones legislativas. Tiene tiempo por delante, demasiado. Para repensar su estrategia y para llegar otra vez en ascenso al mes de octubre, el mes de las urnas.
Macri lo hizo hace ocho años y su situación era más complicada todavía que la de Milei. El Presidente solo tiene que seguir aprendiendo sobre la marcha, como la Inteligencia Artificial.
El GPS está ahí, al alcance de la mano y mostrando el camino.
Los obstáculos son los mismos. Cristina y el kirchnerismo en estado de desesperación. La economía pidiendo extender la racionalidad y una sociedad, la argentina, que solo anhela un cambio cultural: el de revertir la decadencia económica.
La batalla incomprensible con los artistas o los giros copernicanos con la sexualidad son rutas alternativas que no llevan a ninguna parte.
Sarasa que la Argentina volátil acompaña, o abandona, según mejore la renta del ingreso anual per cápita.
Milei puede preguntarles a sus ministros macristas cómo fue salir de aquel laberinto.
El espejo es más sincero que las criptomonedas porque muestra la realidad. La de un país que espera escapar de la trampa en la que ya lleva demasiado tiempo.