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2 de diciembre 2024 - 9:19hs

Lenny Kravitz se arrodilla. Abre los brazos, agradece, recibe el cariño. Dice que lo siente. Lenny Kravitz se contonea. Mueve la cadera. Pone su mano como si fuera una pistola y la mete en dirección a la ídem, por abajo del cinturón. Lenny Kravitz camina entre la gente, grita "hermano" y pide que dejen que el amor mande.

Lenny Kravitz predica. Sobre el rock, del que dice ser su ministro (en el sentido religioso, no el político), sobre el amor y sobre el amor a Dios. Cuando termina de tocar I belong to you, la sexta de las 18 canciones que tocó en la noche del domingo 1° de diciembre en el Estadio Centenario, en el que fue el primer show de su carrera en Uruguay, lleva al aire esa misma mano que después pondría en sus pantalones de jean ajustadísimos, y apunta con el índice al cielo. Antes de empezar la canción dice en español "Esto es una celebración, otro día de vida, otro día de amorrrrrrrrrr", así con muchas erres. Y después dice "empecemos agradeciendo a Dios". Hay una ovación algo confusa de país laico.

Kravitz, de 60 años llevados de forma impecable en físico y voz, reveló hace algunos meses que hace una década está consagrado al celibato, y no ha ocultado su fervor cristiano que se filtra ocasionalmente en el show. Pero también, como asegura en una de las canciones del disco que vino a presentar y que bautiza la gira con la que llegó a Montevideo, Blue electric light, su religión es el amor. Y habla bastante sobre el amor. Dice que todos somos uno, que hay que amar, y que él y su banda aman Uruguay. Incluso le ofrece al país ir un paso más allá: "este es el comienzo de una nueva relación porque amamos Uruguay", dijo durante la noche.

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La noche en la que Lenny Kravitz terminó de rodillas ante Montevideo

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Quizás Dios estuvo del lado de Lenny Kravitz este domingo. En una jornada horrenda en cuanto al clima, con tormentas y lluvias intensas, la noche se venía aguantando hasta que sobre las 21 horas se largó una bomba de agua y viento sobre el Centenario, mientras los integrantes de la banda del estadounidense subían al escenario. Pero apenas unos minutos después, la lluvia paró, y Kravitz llegó desde la Tribuna América a bordo de un auto que lo dejó sobre el escenario, ubicado ante la Olímpica, para que empezara su homilía rockera.

Ante la tribuna más grande del Estadio llena y bien dispuesta a recrear las vistas con el físico trabajado y la sensualidad escénica de Kravitz, y a recrear los oídos con su repertorio, a las 21.30 apareció sobre el escenario para empezar un show de dos horas, casi sin pausas y en el que empezó pidiendo (de nuevo, en español, en el que casi no tropezó salvo en una de las menciones de la ciudad) "seamos libres esta noche".

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El riff de Are you gonna go my way fue el catalizador para que la tribuna se pusiera de pie y no se volviera a sentar hasta el final, todo un logro de parte de Kravitz ante un público, el uruguayo, que suele ser bastante reticente al fervor de este tipo.

La única queja musical que se le puede plantear al señor Kravitz es que apela a algunas pistas pregrabadas, porque hay instrumentos, coros y voces que uno escucha pero no están arriba del escenario. Si uno no se distrae con las luces, los movimientos pélvicos del artista o el sólido acompañamiento de la banda (la baterista Jas Kayser se llevó la mayor ovación al momento de la presentación de los músicos), se puede dar cuenta.

Lenny Kravitz no faltó a sus clásicos. En el Centenario sonaron The Chamber, It ain't over till it's over y American Woman, así como Always on the run, la canción que como recordó el domingo, compuso con su viejo compañero de liceo, Slash. Si, el guitarrista de Guns n' Roses.

Lenny Kravitz dice "Peace, I love you", y se va del escenario. La banda lo sigue poco después. Vuelve, toca Let love rule. Baja del escenario, se mete entre la gente del sector VIP, que pagó el VIP para eso. Arenga, pide que canten el nombre del tema. Vuelve al escenario. Se arrodilla, agradece. Habla de amor. Baila. Saluda. Levanta el puño. Se termina el show y la prédica. Promete volver "muy pronto".

"Dejé a mi esposo en casa para darte un abrazo": el curioso momento de Lenny Kravitz con una fan uruguaya

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Promediando el show, Kravitz bajó las escaleras del escenario y se acercó a saludar al público. El músico avistó una bandera que decía, en inglés, "dejé a mi esposo en casa para solo para que me des un abrazo", y empezó a hacerle señas a su propietaria.

Mientras la mujer pasaba entre el público, Kravitz subió de nuevo al escenario y mostró la bandera, mientras bromeaba "no sé si está bien". La elegida ascendió a las tablas y se llevó abrazo y selfi con el músico en el momento más llamativo de la noche.

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