Lo que empezó con la proyección de un conjunto de películas al aire libre, se ha extendido a más locaciones dentro de José Ignacio, posee una cada vez más desarrollada pata de industria con talleres, encuentros y un laboratorio de películas y, desde este año, permite a la película que gane la competencia de cortometrajes que alberga ser considerada para los premios Oscar, además de darle a su director y productor un viaje al festival de Cannes.
Pablo Mazzola, uno de los socios y programadores del festival, además del responsable de Working JIIFF, el área dedicada a la industria dentro del evento, dice que la intención es que así como José Ignacio tiene a su faro como símbolo principal, el festival sea cada vez más la luz guía para los creadores locales y para la comunidad que asiste a ver películas.
El JIIFF ya no solo es un festival donde se ven algunas películas en un lugar muy bonito sino que además también ha ido creciendo por el lado de la industria. ¿Cómo ha sido el desarrollo de esa política? ¿Cómo elijen hacia dónde crecer?
Hay una verdad esencial: nosotros como grupo, cuando se inició el festival hace 15 años, queríamos que pase algo que no estaba pasando, que era la posibilidad de ver cine en comunidad, en un espacio de verano muy bonito, pero que no sea un cine de entretenimiento fast food, sino un marco de encuentro y pensamiento. Al mismo tiempo al aire libre, sabiendo que el clima puede ser de una forma u otra. El sentido de la experiencia era llegar con una alternativa de calidad artística que nos convoque al encuentro y ese fue el corazón, así se inicia, con las enormes ganas de que podamos compartir en comunidad una determinada mirada cinematográfica.
Año a año pudimos ir fortaleciendo esa pequeña muestra de películas, que tenían que tener algo estimulante, el debate, aunque sea en casa. Y luego aparecieron los debates para pensar las películas. Y luego pudimos tener directores pensando las películas con esa comunidad. Fue un proceso paulatino de fortalecer la relación entre cine y audiencia que generó, paso a paso, con mucho deseo, que se convierta en un encuentro grande. Creo que también a favor tuvimos, más allá de nuestra pasión, nuestra responsabilidad, nuestras ganas de que suceda este evento, que el festival no se suspendió en la pandemia, por ejemplo. Se encontró el modo de sostener la experiencia, autocine. Ese motor permanente fue posible gracias a veces a nuestro deseo, a la pasión, pero esto también conllevó a que haya una comunidad que quiso acompañar. El JIIFF no se hace con dinero público, está sostenido por benefactores y sponsors, por grupos de amigos, por una comunidad que quiere que suceda.
Este año hay una curaduría de películas muy aspiracionales, por decirlo así. Hay algunas más conocidas, otras no tanto, hay directores jóvenes y otros de más trayectoria. No son muchas películas, pero buscamos que sean instancias de encuentro, que el público pueda ver un cine que ojalá genere una sensibilización para poder seguir militando cinematografías diversas.
Pablo Mazzola, director Working JIIFF, programador JIIFF.jpg
¿Hay un criterio JIIFF para elegir las películas?
Son muchísimas las condiciones. Queremos que a la audiencia le interese, que se entretenga, que le signifique. ¿Por qué? Porque es expandir miradas, pero también hay que contemplar que algunas son funciones al aire libre. Cada una de las películas la asociamos a un determinado lugar. Hace muchos años hacíamos todo al aire libre, ahora tenemos tres al aire libre y otras en el Pavilion, que también nos permitió crecer y expandirnos un poquito más. Por ejemplo, estar más guarecidos nos permitió llevar películas como Drive My Car, que nos pide un tiempo diferente para mirar. Retrato de una mujer en llamas, en su momento, fue junto al mar, y nada más indicado que ver esa historia junto al mar. Entonces tenemos una posibilidad que es como un 4D natural, es una experiencia inmersiva pero natural, con el espacio. No vamos con cierto cine que convoque experiencias mucho más privadas, en la medida de lo posible tiene que llegar a todo el público, si bien por momentos vamos para un cine más para adultos, tienen que ser experiencias más abiertas, no podemos ir con desafíos insensatos para un espectador. Después, diversidad cinematográfica, diversidad internacional, tratar de proponer una curaduría interesante y ser conscientes del entorno.
En los últimos años dentro del festival ha crecido bastante la pata de la industria. ¿Tiene que ver con una intención de ustedes de impulsar al cine local?
Así como somos un grupo de personas que queremos que suceda un evento diferencial en la actividad cultural del verano, pensar la industria tuvo el mismo carácter: de qué manera desde acá podíamos acompañar a la construcción de la industria audiovisual uruguaya. En cortometrajes trabajamos con ficciones y documentales, y por nuestras posibilidades elegimos caminar y atravesar la ficción para los largometrajes. Justamente para propulsar y acompañar algo que me parece que es muy propio de la industria, que es el cine de ficción.
Cada año estamos haciendo Generación J, que es un espacio de formación para jóvenes uruguayos. Veníamos trabajando con productores, y este año vamos con guion y dirección, para estimular las historias, para que los directores puedan ser acompañados por otra mirada. Por otro lado, el JIIFF Lab, nuestro laboratorio de expansión iberoamericana que este año tiene un nuevo diseño que es posicionamiento de los productores iberoamericanos sobre directores con primeras y segundas películas. A través de nuestros benefactores con el Fondo Pfeffer del Sur, vamos a poder reconocer una película después de los días de trabajo del laboratorio con 50 mil dólares. Esta película sí o sí tiene que estar acompañada de un productor uruguayo. La película se puede haber postulado por otros países, pero sí o sí tiene que estar trabajada con alguien de Uruguay. No podemos quizá ayudar absolutamente a todos los productores, pero sí que haya un buen posicionamiento y que sirva. Un premio de 50 mil dólares en una industria como la uruguaya también es un buen número como para que puedan trabajar. El cine es caro, lo sabemos. Pero a veces un buen cine no tiene que ser hecho con fortunas, pero sí puede ser un buen cine bajo las condiciones posibles.
Lo que buscamos es que para los invitados se permita el networking. No todos se llevan un premio, pero se llevan un trabajo que terminan siendo futuras políticas de coproducción. Y eso para nosotros es hermoso, porque ahí es donde se resuelven también las cosas, entre productores con ganas de que las películas sucedan, directores con buenos guiones.
Es que a veces falta comunicación y conversar con otros.
Es que nosotros trabajamos sobre diagnósticos de lo que falta en la industria local, y trabajamos mucho para eso, porque podemos hacerlo y porque creo que a nosotros nos gusta. El cine es una experiencia creativa, pero sí o sí asociada al dinero. Y es un arte colaborativo y colectivo.
Otra novedad que tienen este año es que el corto que gane la competencia podrá ser considerado para los Premios Oscar. ¿Cómo se generó ese vínculo?
Es una posibilidad de legitimación que me parece súper positiva, súper próspera. Así que viene por ese lado, por dar potencia y más posibilidades. Es un camino que te facilita ser mirado. En general el mundo del cortometraje tiene un cierto desamparo. No es que no haya lugares, pero como no es la ortodoxia comercial, puede pasar eso. De esta manera un poco se ayuda.
¿Cuándo miran para adelante qué objetivos aparecen o qué ideas están en la vuelta?
En José Ignacio hay un faro. Y lo que buscamos es que el festival sea un faro de posibilidad, de creación, de dar la sensación de que el desafío es posible. Cada año nos desafía algo diferente, porque como en una película, en un festival hay que entender el tiempo y el espacio. Hay cosas que pueden llegar a cambiar, por propiedad cultural. Es así. Mientras tanto nos vamos fortaleciendo con otras cosas. Queremos que la audiencia participe, entonces vamos a ver cómo expandimos la dinámica con la audiencia. Queremos que se acerquen más invitados, queremos crecer con más películas, queremos ayudar más y que el festival siga siendo libre y gratuito pero al mismo tiempo tenemos un montón de condiciones porque existe a través de los benefactores y sponsors. Así que seguir fortaleciéndonos, seguir dinámicos, entendiendo los cambios culturales, creo que eso nos ayudó a llegar a los 15 años.