Detrás de Emilia Pérez hay otros dos nombres propios: el de su director y coguionista, Jacques Audiard, y el de su protagonista, la actriz española (con parte de su trayectoria desarrollada en México) Karla Sofía Gascón. La dupla estuvo en el José Ignacio International Film Festival (JIIFF), donde la película tuvo su preestreno en Uruguay previo a su estreno en salas comerciales el 6 de febrero. En José Ignacio dieron una conferencia de prensa y luego tuvieron un mano a mano con El Observador.
El día antes de llegar a Uruguay, la dupla se enteró de las 13 nominaciones al Oscar, cifra que convirtió a su película en la obra de habla no inglesa más nominada de la historia, y la dejó a una candidatura del récord histórico general. Por otro lado, días después de irse de Maldonado, aparecieron declaraciones de Audiard en una entrevista en Francia donde dijo que el español "es un lenguaje de países modestos, de países en desarrollo, de pobres y migrantes", lo que sumó a la "simpatía" (esto es irónico) que ha cosechado últimamente en la región.
Embed - Jacques Audiard sobre Emilia Pérez: "Hice una película en español y no hablo nadie bien el español"
Por su parte, Gascón tuvo que pedir disculpas por asegurar en una entrevista en Brasil que el equipo de su competidora en la categoría Mejor actriz, la brasileña Fernanda Torres, la estaba criticando y atacando, por lo que estuvo cerca de ser sancionada por los Oscar. Apenas horas después, tuvo que pedir disculpas por algo considerablemente más serio: aparecieron viejos tuits suyos en los que criticaba desde al Islam ("cuantas veces habrá que expulsar a los moros de España", se preguntaba) hasta a los propios Oscar ("no sé si estoy viendo un festival afro-coreano, una marcha del movimiento Black Lives Matter, o el 8M", publicó sobre la ceremonia de 2021). Los tuits fueron borrados pero el juicio público ya estaba hecho.
Al comienzo de la conferencia, Gascón comentó que recibían “un odio tremendo simplemente por haber hecho una película, por ser diferente". "Yo no me considero diferente a nadie sino igual que todo el mundo, igual de diferente que todo el mundo, porque no hay nadie igual y me parece terrible esto, es muy fuerte”, aseguró.
Audiard, por su parte, explicó que la historia fue contada en español y se ambientó en México para preservar el idioma y el lugar de origen del relato, que tiene su semilla en apenas un capítulo de la novela Écoute, del escritor francés Boris Razon.
En ese capítulo aparece la figura del narco mexicano que desea ser mujer, que el cineasta francés desarrolló primero como un breve libreto de ópera “con personajes bastante arquetípicos, donde ya estaban los temas de la transidentidad y los desaparecidos del narco”. Esos temas se mantuvieron cuando ese libreto saltó al cine, aunque reteniendo ideas y modos de la ópera (de ahí que, aunque se la nombra como “musical”, Emilia Pérez tenga un modo no tan cercano al de Broadway y más al de Puccini).
“Tuve la idea de que se cantara en español, que es algo que me pareció maravilloso, porque conocemos óperas en italiano, en alemán, y esto lo hice para responder a algo que sentía que faltaba, como espectador de ópera, que es asistir a una ópera contemporánea en español”, explicó Audiard. “El español es un idioma asociado al canto, profundo, musical, y me parecía interesante llevarlo a la ópera verista”.
“Pero lo que más me interesó fue el tema, cómo romper el círculo de la violencia masculina. Entender ese tema. ¿La violencia está estrictamente ligada a la virilidad de los hombres? La pregunta que hace Emilia Pérez, para mí, es esta. Emilia, ¿cómo encuentra una respuesta a eso? ¿Es la transidentidad o es la reasignación de género? ¿Es naif por querer resolver esto?”, se preguntó el francés, que junto a la protagonista de su película más reciente hablaron con El Observador sobre los puntos más complejos de la historia, respondieron a los cuestionamientos que recibió el filme, y compartieron sus expectativas para los Oscar.
Jacques, esta no es su primera película en un idioma que no es el suyo, ni ambientada fuera de Francia, pero ¿qué le interesó de este universo? Cuando leyó el capítulo de Ecoute que disparó este proyecto, ¿por qué sintió la necesidad de contar esta historia de esta forma?
Jacques Audiard: Descubrí que un día lograría hacer un drama musical. ¿Qué tiene que ver con tu pregunta? Desde hace un tiempo, hago películas en idiomas que no hablo, que no entiendo o que no entiendo bien. Hice una película con actores tamiles (Dheepan), no hablo tamil, hice una película tipo western con actores estadounidenses (The Sisters Brothers), no hablo nada bien inglés. Y acá estoy haciendo una película en español y no hablo muy bien español. Aunque entiendo un poco. Y creo que tiene que ver con la musicalidad de los idiomas. Reducir la puesta en escena y la actuación a esta musicalidad. Digamos que el punto más extremo fue cuando trabajé con actores tamiles donde no entendía en absoluto lo que se decía y además el repertorio expresivo no era en absoluto el mismo. Me resulta muy bonito reducir el diálogo a líneas melódicas. Entonces creo que no es tan sorprendente que al final hiciera Emilia Pérez.
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Jacques Audiard durante el Festival de Cannes
¿Y a ti, Karla Sofía, qué fue lo que te atrajo de este proyecto?
Karla Sofía Gascón: El personaje que me proponía, porque es un personaje increíble, es un personaje de los que no se ven escritos muchas veces para los actores, de esos que cualquier actor o actriz desearía haber interpretado. Yo siempre lo veo un poco como esos personajes que escribían antes, en los 80 o en los 90, que hacían Robert de Niro, Marlon Brando, Dustin Hoffman y todos estos grandes actores, Meryl Streep, en esa línea. Eso es lo que más me atrajo del proyecto. Pero obviamente tenía que luchar por conseguir las dos versiones de ese personaje, interpretarlo antes y después de su transición. No me podía quedar solamente con una parte, que era lo que quería en un principio Jacques.
¿Cómo fue esa discusión entre ustedes?
JA: A mí me costaba aceptarlo porque entendía que podía ser doloroso para su propia identidad, pero me convenció. Karla Sofìa tomó a Manitas como un papel de composición, más teatral, en el sentido clásico, de que no la reconozcas al principio.
KSG: Le dije que no podía haber otra actriz mejor que yo para interpretar el personaje que iba a interpretar después en su versión anterior. No habría habido ningún actor o actriz mejor para interpretar mi personaje que yo misma interpretando las dos versiones. A lo mejor habría sido más difícil si hubiera sido un personaje, no sé, que tuviera cinco años. Pero en este caso la edad y el cuerpo tenían que ser prácticamente similares. Entonces nadie hubiera podido tener la misma similitud.
¿Ponerse en el rol de Manitas removió su pasado o le ayudó a procesar su propio camino vital, más allá de las lógicas diferencias entre el mundo en el que se mueve el personaje y usted?
KSG: Ha sido duro en muchas ocasiones, pero más por la oscuridad en la que me metí con el personaje.
¿Con Manitas?
KSG: Con Manitas y con Emilia, porque Emilia al final también es un personaje triste. Parece que es un personaje alegre, pero Emilia Pérez se ha pasado toda la vida fingiendo. No ha podido ser ella misma en ningún momento, excepto con una persona nada más, por eso adora a Rita, porque es la única persona a la que puede decirle la verdad de todo. Cuando Emilia es Manitas se siente atrapada en un cuerpo y está fingiendo y cuando es Emilia se siente atrapada en una historia que no es la suya, que es hacerse pasar por la tía de sus propios hijos. A mí me ha afectado personalmente, quizá más en la parte emocional, en la pérdida, en haber dejado una oscuridad ahí, ese personaje que también me perseguía a mí. Para mí ha sido una especie de catarsis. Yo estaba sola en París, filmando, no tenía a nadie conmigo, no había amigos, no había nadie, y me metí muchísimo en el personaje. Eso ayudó, obviamente, a la película, pero para mí era un poco peligroso porque me podía perder en esta Emilia Pérez.
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Karla Sofía gascón en Emilia Pérez
¿Le costó salir del personaje?
KSG: Muchísimo. Lo comparo con un exorcismo. Para mí la interpretación tiene ese proceso esotérico que es meterse, ser como un alma en el limbo que está buscando personajes o cuerpos donde meterse, en este caso líneas escritas en un guion. Te metes, le das vida y hay una especie de posesión en la que luego te tienes que arrancar de ahí porque si no es muy difícil, porque te puedes quedar atrapado en ese personaje. Es muy complicado salir de estos personajes tan complejos.
JA: Hice mucho casting en México y vi a muchas actrices. En ese proceso me di cuenta que había un problema. Durante mucho tiempo en el guion el personaje de la abogada, Rita, tenía 25 años, el personaje de Manitas tenía 30 años y el personaje de Epifanía, el interés romántico de Emilia, tenía 17. Y no las podía encontrar, no podía, era un infierno. Y un día, no me acuerdo si fue primero que vi a Zoe (Saldaña, que encarna a Rita) o a Karla, y de repente lo que pasó fue que la evidencia me mostró que los personajes tenían 45 y 50 años. Que eran mujeres maduras, que tenían un pasado detrás y eso lo cambió todo.
¿Emilia busca solamente la redención de sus crímenes y vivir su vida con su familia sin culpa, o es alguien que manipula al resto para lavarse las manos de su pasado y empezar de nuevo? ¿Cómo pensaron al personaje desde ese aspecto psicológico?
JA: Ella es alguien que está disgustada por su vida criminal, la odia y ya no puede soportarla, ya no es ella. Con lo que hemos hablado hay una cosa muy interesante por hacer, que sería una precuela. ¿Qué pasa en esos cuatro años antes que se reencuentre con Rita? ¿Qué pasa con sus hijos? Lo indecisa que debe estar con contarles lo que pasó, qué pasa con su vida amorosa con Jessi. Allí encuentro que hay algo que hacer, pero no lo haré.
¿Cómo responden a los cuestionamientos que tuvo la película, sobre todo por parte de los mexicanos y otros espectadores latinos o parte de la comunidad LGBT+, sobre puntos como la trivialización o la simplificación de temas como la violencia contra las personas trans en México, la violencia narco y los desaparecidos que provoca, el silencio y la represión que enfrentan las familias de estas víctimas, la apropiación cultural, algunas cuestiones sobre estereotipos trans, o incluso la idea de que Manitas “compra” un cuerpo femenino?
JA: Yo me planteo de donde vienen esas críticas, creo que es algo que hay que tener en cuenta. Por un lado está la crítica en los medios, en la prensa, y por otro las redes sociales. En las redes sociales no hay mucho desarrollo de ideas, todo se mueve en el orden de la invectiva. La crítica de la prensa puede ser favorable o no, pero es diferente en la manera en que se argumenta y articula, comparado a las redes que argumentan sin desarrollo. Creo que nunca se habló tanto de los desaparecidos y los femicidios en México como desde que se estrenó Emilia Pérez, en Francia nunca estuvieron tan interesados como ahora. Para contextualizar, cuando en 2014 fue el secuestro y la masacre de los 47 estudiantes, la prensa francesa hizo tres artículos y después se olvidó, se borró.
¿Qué significaría para ustedes que la película o ustedes mismos ganen un Oscar?
JA: Como todos los premios que son entregados por pares, me tocan particularmente. Porque son colegas, son hermanos, conocedores en cuyo buen gusto confío. Así que me emocionan enormemente. Después, a mi edad, no creo que me sirva de nada. Tengo 72 años, no voy a viajar mañana a Estados Unidos a trabajar. Si hubiera tenido que hacerlo, lo habría hecho hace mucho tiempo. Pero sé que a las actrices les va a servir enormemente, les va a cambiar la vida, eso es lo que me importa. Para mí es una recompensa, eso es todo.
KSG: Cuando las recibimos (a las nominaciones) era como el top del top, llegamos a la cima de la cima de la cinematografía, aunque quizás no sea la realidad, pero sí todo el mundo lo ve como lo más alto que se puede llegar en el mundo del cine. Es obvio que fue un momento muy importante. Lo que venga luego creo que es como un extra, como el postre. Has tenido una maravillosa cena y si viene algo más será el postre para deleitarnos, pero la cena ha estado maravillosa. Creo que si no hubieran sucedido estas nominaciones nos habríamos quedado con hambre. Ahora lo que puede suceder es simplemente un rico postre. O más que el postre, sería como el licorcito que te tomas al final ya sentado y disfrutando. Porque en realidad no depende ya de nada. No es quién es mejor o es peor, sino qué me ha gustado más a mí, qué me ha parecido más interesante. Son valoraciones que es imposible dilucidar. Dos más dos en el arte nunca son cuatro.
El desafío de encarnar a Emilia Pérez y las ideas de la película
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Durante la conferencia de prensa en el JIIFF, Gascón contó que entre los mayores desafíos del papel estuvo el de interpretar a un personaje “que no tiene absolutamente nada que ver conmigo”.
“Siempre lo comparo para exagerar y que se entienda, como si a mí me tocase hacer Frankenstein”, explicó la actriz. “Yo no me puedo sentir identificada con Frankenstein, porque yo no he tenido tornillos nunca. Entonces la cuestión es que tenía que construirlo a partir de mi propia experiencia, que es lo único que puedo tener, y mi experiencia tampoco es la misma que la del personaje, cada transición, cada vida es diferente, por eso cuando hay muchas personas que se apropian de lo que tienen que hacer otras personas o de cómo tienen que vivir su existencia porque pertenecen a un grupo, yo estoy muy en desacuerdo, porque cada una de nuestras vidas es diferente, ya sea en la heterosexualidad, como en el grupo LGBT o en el grupo que sea”.
“Me costó muchísimo más la parte de Emilia, porque estaba mucho más cercana a mi existencia física. La línea rozaba mucho con mi vida personal y quería que estuviera prácticamente como yo me veo bien, no como Emilia se veía bien, entonces ahí tenía unos roces con el maquillaje, con peluquería, y con la gente de la construcción del personaje, pero cuando estaba interpretando a Manitas era completamente libre como actriz, con lo cual eso me permitía un rango más amplio de introspección, que lo requería también el personaje, es un personaje oscuro, que no puede salir de un sitio, que está atrapado, que tiene una vida interior muy profunda”, agregó.
Gascón reveló que otro de los desafíos fue vocal, ya que a pesar de haber desarrollado parte de su carrera actoral en México, siempre fue interpretando a personajes españoles, por lo que nunca cambió su acento madrileño.
“Creo que mi trabajo más importante en estos dos personajes, que al final es uno solo, ha sido vocal”, dijo la actriz. “Porque a mí me gusta mucho hacer doblaje y me gusta mucho cambiar la voz. Entonces, tengo un amplio registro para hacer cosas diferentes y dediqué muchísimo tiempo a buscar la voz correcta tanto como para Manitas como para Emilia, que es más fina incluso, le mandaba audios a Jacques para probar la voz que le gustaba más, hasta que encontré la voz adecuada”.
Hablando de voces, la voz es también una herramienta que la película usa con fines narrativos. Luego de su transición, la voz de Manitas vuelve a aparecer cuando la violencia toma a Emilia. Consultado sobre si ese recurso era una forma de reflejar la idea de que la violencia como algo arraigado en la masculinidad y en las relaciones de poder patriarcales, Audiard dijo “sí, absolutamente”, y contó que Gascón le ayudó a mejorar ese uso de la voz.
“Inicialmente era mucho más violenta, y Karla Sofía me dijo que no podía hacer eso, que no estaba bien. Y tenía razón. Es como si fuera mucho más interesante jugar con elementos, discretos entre comillas, como un ligero cambio de voz o cosas como esa, que expresan mucho más claramente la violencia que si fuese realmente manifestada”, explicó.