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12 de octubre 2024 - 5:00hs

Empezó con un homenaje. El gesto de un fanático que quería tocar las canciones de la banda de la que imaginaba ser parte en sus juegos infantiles. Y el homenaje movió cosas. Removió otras. Y terminó con que, 36 años después de su disolución, una banda clave del rock uruguayo anunció su regreso. Los Tontos están de vuelta.

El próximo 9 de noviembre en la Sala Zitarrosa, los dos miembros sobrevivientes del trío, el baterista Trevor Podargo (nombre real: Leonardo Baroncini), y el guitarrista Fernando “Calvin” Rodríguez —el cantante y bajista Renzo Teflón murió en 2018— darán un show que es tanto homenaje, regreso, despedida y cierre de una cuenta que había quedado pendiente durante casi cuatro décadas.

Estarán acompañados por el impulsor de esta vuelta, el músico Sebastián Gavilanes (conocido como El Gavilán), y el bajista Xavier Pereira. Además habrá invitados, entre ellos algunos de los participantes del show que se hizo en 2022 y que acaba de ser editado como disco. A ese álbum tributo se suma la publicación de un libro sobre el disco debut del grupo, firmado por Rosana Malaneschii, y el rodaje de un documental.

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O sea que Los Tontos están de vuelta. Lo están porque van a tocar una vez más y también porque hay un proceso de rescate y reevaluación de una obra que fue masiva, pero que quedó relativamente escondida. Un proceso que ya había empezado con la reedición del vinilo del primer álbum del trío en 2022, pero que ahora ha dado un paso más.

Breve historia de Los Tontos

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En su encarnación completa y original, Los Tontos duraron apenas cuatro años. La banda se formó en 1984 y empezó a tocar de forma regular con la alineación Teflón-Podargo-Rodríguez en 1985. Ese mismo año el grupo fue parte del compilado Graffiti, que reunió a toda la generación de bandas del fermental rock posdictadura, y donde estaba incluido el que sería el mayor hit del trío: El himno de los conductores imprudentes, alias “la canción del puré”.

Embed - Los Tontos - Quiero pure o El Himno de los Conductores Imprudentes

Un año después llegó el primer disco de Los Tontos, el segundo otro año después, y para 1988, la separación. Teflón se alejó del proyecto y lanzó su disco solista Je Je, retrucado con el título Chau Jetón en el tercer álbum de la banda por sus dos excompañeros, que poco después dejarían de vivir en Uruguay. El cantante generó en 1999 una nueva encarnación de Los Tontos, con los que grabó un disco en vivo, pero que cerró su camino en el 2000. Un proceso corto, pero con un impacto considerable.

El éxito de Los Tontos en su momento fue innegable: sus dos primeros álbumes fueron disco de oro, y el primero llegó además al platino. En esos cuatro años de camino tocaron más de doscientas veces en Uruguay, Argentina y Chile, donde también fueron muy populares, décadas antes de que otros grupos de rock criollos pegaran afuera.

Lo hicieron con una propuesta que rompía con lo que planteaban sus colegas de generación. La camada de bandas de rock que surgieron con la vuelta de la democracia estaba marcada por el nihilismo, la solemnidad y la rabia punk. Los Tontos podían decir lo mismo, pero con humor.

Calvin Rodríguez recuerda desde su estudio en Buenos Aires que en el Uruguay de 1984 imperaba un sentimiento de opresión a pesar de la apertura democrática. “Y esto era como un shock de libertad. Todo era muy serio, muy ceremonioso, y Los Tontos tratamos de decir que había otra forma de ir contra eso”.

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Calvin Rodríguez en 2024

Calvin Rodríguez en 2024

El garaje de su casa era el cuartel general en el que el trío ensayaba, creaba y experimentaba, llevando el humor que manejaban en el día a día y en sus propias interacciones a las canciones que hacían.

El recuerdo de Rodríguez tiene su complemento que llega desde Indiana, Estados Unidos. Desde ahí, Leonardo Baroncini (por si ya se olvidó, Trevor Podargo), apunta que los tres tenían "esa onda de abordar temas por el lado del humor, el sarcasmo y un espíritu muy dadaísta".

"Nuestros coros eran espantosos, ñeñeñeñe, lorolololo, eran muy pegadizos por lo horribles que eran, porque hay cierta hermosura en lo horrible. Las canciones, en letra y música, son un reflejo de los ensayos, de cuando nos juntábamos en un bar a tomar un cappuccino. No había un plan, éramos muy parecidos y salían esas cosas, y las decíamos de esa forma”, dice.

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Los Tontos ensayando en el garage de Calvin Rodríguez

Los Tontos ensayando en el garage de Calvin Rodríguez

Luego agrega: “Nunca pensamos en salir del garaje, por supuesto que pensábamos tocar acá y allá, pero más que nada para nosotros, nunca nos imaginamos que íbamos a llegar a tanta gente”.

Con la perspectiva del tiempo, y con la de haberse metido en el universo de la banda para escribir el libro sobre el disco debut del trío para la colección Discos de la editorial Estuario, Rosana Malaneschii señala que Los Tontos eran “una banda punk a su manera, aunque no era muy obvio".

"También tenían todo pensado, en el buen sentido. La ropa, lo que hacían en el escenario, lo que hacían en el programa de música que tenían en Canal 4, La cueva del rock”.

Para la escritora la clave de Los Tontos fue que llegaron con una bomba de vitalidad y energía en un contexto del país que exigía diversión y destape, sobre todo entre el público más joven y los adolescentes, que conformaron una parte sustanciosa de la audiencia del grupo. Pero eso también trajo algunos recelos de propios y ajenos.

El Uruguay de aquel momento vivía un duelo generacional, discursivo y hasta filosófico entre rockeros y cultores del canto popular. Estos últimos cuestionaban a los otros por hacer “música imperialista” y también por entender que sus letras no tenían contenido porque no hablaban de resistencias, hombres nuevos y revoluciones. Y Los Tontos generaban más rabia todavía con su tono humorístico, sin notar que en ese absurdo había también cuestionamientos y críticas al funcionamiento de la sociedad uruguaya.

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A su vez, dentro del rock también tenían una resistencia pequeña pero vocal. De hecho, al explorar la historia de Los Tontos no es raro encontrarse con la afirmación de que la banda dejó de tocar luego de que fueran agredidos por la audiencia en el Montevideo Rock de 1988, resistidos por su masividad y por ser “comerciales”. Para Baroncini, si bien eso sucedió, es parte de un mito en torno a la opinión que imperaba sobre el grupo.

“Teníamos el rechazo de un grupo muy pequeño de periodistas, de un grupo muy pequeño de músicos y un grupo muy pequeño de los fans de estos músicos. No del público, porque compraban todos nuestros discos apenas salían del horno, iban a todos nuestros conciertos sin que entrara un alfiler, y no podíamos ni andar por la calle. Pero teníamos un grupo de detractores, incluso un par de la prensa que se autodenominaba especializada, que tenían toda la intención de destruirnos. Uno de estos personajes había sido compañero mío de liceo”, recordó el baterista.

“Nosotros estornudábamos y esta gente salía a pegarnos. Fuimos la única banda uruguaya que tuvo dos periodistas dedicados a destruirla, y aún así fuimos la banda más popular y la que vendió más discos. Pero estaba eso de que nos daban por la cabeza, y eso culminó, entre otras cosas, en el Montevideo Rock. Pero nosotros en menos de tres años hicimos 208 conciertos y nos tiraron cosas en uno solo. O sea que ganamos 207 a 1”.

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Leonardo Baroncini/Trevor Podargo en 2024

Leonardo Baroncini/Trevor Podargo en 2024

“Eran los Les Luthiers del rock”

El gerontocida habla de la calle Sierra y no de Fernández Crespo, y menciona a la DGSS, no al BPS. Pero Uruguay sigue discutiendo sobre jubilaciones y personas mayores. Ana la del quinto sigue repicando en un país que no cerró nunca sus heridas recientes. Y cada vez que se circula por Montevideo hay altas chances de encontrarse con un conductor imprudente al que le encante el puré de sesos blanquitos.

“Tienen derecho a ser una banda mítica porque lo que dijeron sigue teniendo valor”, afirma Malaneschii, que tomó como uno de los ejes de su libro el descubrir si aquellas canciones publicadas en 1986 siguen aplicando en el Montevideo de 2024. Y se encontró con que sí.

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Para Xavier Pereira, que acompañará a los dos Tontos originales y al Gavilán en su regreso, la foto que el trío sacó con su perspectiva peculiar e irreverente sobre el Uruguay de los 80 sigue reflejando lo que hay en las calles y en los habitantes de este lugar.

Y dice: “Si uno mira el mensaje que tenían para dar las bandas del rock uruguayo posdictadura, el mensaje de Los Tontos es todo lo contrario al nombre de la banda. Eran como unos Les Luthiers del rock”.

Un homenaje que es también despedida

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El Gavilán

El Gavilán

El Gavilán nunca llegó a ver en vivo a Los Tontos. Sí escuchó sus discos mil veces, miraba su programa de televisión y soñaba con ser uno de ellos atrás de una batería que se había armado con desechos. Ese fanatismo fue el que lo llevó a impulsar el homenaje de 2022, en el que participaron músicos como Mandrake Wolf (autor de la música de El himno de los conductores), Fata Delgado, Gabriel Peluffo y Jorge Nasser.

Y también a ponerse en contacto con Rodríguez y Baroncini, con los que terminó confeccionando esta nueva instancia, que bajo el título Los Tontos 2.0 será el cierre de un pendiente para los dos integrantes originales de la banda.

Baroncini comenta que el homenaje fue “sanador”, por el mal gusto de la separación de la banda y de la presencia de aquellos pocos pero ruidosos detractores.

“La nuestra fue una carrera corta, intensa y muy feliz, hasta el final que fue un poco triste. Después con Calvin nos fuimos del país y desaparecimos del mapa. Entonces, que nos hagan un homenaje ya fue algo maravilloso, pero encima ver a nuestros colegas tocando nuestras canciones con tanto amor, energía y entusiasmo, fue como entrar al quirófano y salir totalmente nuevos emocionalmente”, señaló el baterista.

Asignatura pendiente

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Después de 37 años sin tocar en Montevideo, el show de noviembre será particular para Baroncini y Rodriguez.

“Siempre es bueno volver al barrio”, asegura el guitarrista. “Para nosotros es un reencuentro. Entre nosotros, con la gente y con las canciones, porque yo no las toqué nunca más. Después de 36 años vuelvo a ellas”.

Los dos músicos concuerdan en el peso emotivo que tendrá el show en la Zitarrosa, que tacha una cuenta pendiente que los dos sentían sobre ellos desde el final de Los Tontos.

Rodríguez explica que el espectáculo “es un homenaje a Renzo, que siempre va a estar ahí, y un homenaje al público".

"Nosotros queríamos despedirnos bien, en un buen escenario, con buenas luces, pero por cosas de la vida no sucedió. Y ahora va a pasar”.

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Baroncini agrega: “Nos vamos a poder despedir personalmente del público, que siempre lo quisimos pero Renzo no estaba interesado porque tenía otros proyectos, y después ya no estaba bien de salud y no se pudo. Era una asignatura pendiente. Podremos decir adiós y cerrar el capítulo. Ahora, decimos que nos despedimos pero hay gente que quiere que toquemos acá y allá, así que uno nunca sabe. Pero la idea es la de una despedida”.

Y entonces El Gavilán apunta: “Voy a tocar llorando todo el concierto. Estoy seguro”.

Afilando la gillette

El reencuentro de Los Tontos será filmado. En parte con la intención de generar un producto audiovisual del evento, y también como material para el documental Afilo mi Gillette, a cargo del cineasta Juan Meza.

Meza contó a El Observador que el proyecto está en etapa de preproducción, aunque ya se han filmado algunas cosas. El reencuentro de la banda es el disparador del documental, aunque también se dedicará a explicar quiénes fueron Los Tontos y a ponerlos en el contexto de su época, con sus particularidades que los hicieron tan célebres como cuestionados por colegas, a la vez que también se convirtió en una presión.

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La película será el más tardío de los eventos que han traído a Los Tontos al 2024, un proceso que para Malaneschii salva en parte la “ingratitud cultural” uruguaya con una banda que logró cotas de éxito inéditas para el rock en el momento que ellos lo lograron. Cotas que con el tiempo serían superadas por otras bandas “alucinantes”, opina Baroncini.

“Pero nosotros tuvimos el privilegio de estar en la movida que revivió el rock acá después de que la dictadura cortara todo lo que venía antes”, agrega.

"Hoy agarrás a un pibe en la calle y le preguntas por Los Tontos y te dice ¿qué es eso? Sobre todo en estas épocas que vinieron después, tan veloces. Yo no sé si nos recuerdan, pero creo que tuvimos nuestro lugarcito por haber dado aquél segundo puntapié para el rock”, agrega Rodríguez.

“Nosotros desaparecimos hace treinta y pico de años, así que no sé si tenemos alguna presencia o importancia”, concluye Baroncini/Podargo. “Pero que ahora haya pasado esto... No lo puedo explicar. Es como el que está enamorado de una mujer imposible y resulta que ella también lo ama. Así de increíble”.

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