Sebastián Cebreiro: Es un recuerdo maravilloso del despojo de responsabilidad que uno tenía con esa edad, con 20 años. Recuerdo el puñado de amigos que nos dieron para adelante, el primer cantito de “vamos La Vela de mi corazón”, recuerdo vivir eso como un mojón interesante. En ese momento no lo viví pensando en el futuro, pero sí como algo importante. Sabía que era una historia que marcaba mi vida.
Alejandro Piccone: En mi caso yo entré a La Vela unos poquitos años después, la banda estaba formada, habían grabado un disco, ya estaba encaminada. Los recuerdos que tengo son de la fiesta que se generaba, del descontrol, era todo muy caótico. Me acuerdo de los 24 de diciembre, que era el festejo del aniversario la banda en el club Defensor que eran una locura total, la gente colgada por todos lados. No teníamos conciencia de lo peligroso que era.
SC: Era Mad Max.
AP: La gente lo vivía de una forma muy energética y nosotros también. Era algo increíble que nunca me había pasado y eso es lo que me quedó en la retina, esas fiestas que se generaban, la gente enloquecida.
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¿Cuál es el show con más rock de la historia de La Vela?
SC: Hay muchos, pero destaco uno en Alemania, en Passau, que levantaban a un flaco y caminaba por el techo, porque era una cuevita chica, con muchas arcadas. Y nos fuimos sordos de ahí, pero yo creo que más que por el sonido, fue por el espíritu que se vivía, era muy “sangriento”, por decirlo de una manera.
¿El show más épico?
AP: También hay varios. El primer Velódromo que hicimos fue muy especial. No sé si recuerdo mal, pero fuimos de las primeras bandas de rock que hicieron un Velódromo, generalmente se tocaba en el Teatro de Verano. Ese fue un show bisagra, a partir de ahí también empezaron a pasar otras cosas, también empezó un crecimiento del rock uruguayo que estuvo buenísimo. Otro show épico que recuerdo es el de Ferro, en Argentina, presentando el disco El Impulso en el 2007, y los Luna Park.
SC: El Pilsen Rock aquel con 100.000 personas en 2004, que fue el show en el que para más gente tocamos.
AP: El Estadio estuvo bueno, habíamos tocado hacía un montón de años en un festival, que fue el Centenariazo, que tocamos como a las dos de la mañana, pero ese que hicimos en abril del 2022 estuvo increíble, ver toda la Olímpica llena, es de esos shows que te quedan grabados.
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Alejandro Piccone y Sebastián Cebreiro de La Vela Puerca
Foto: Inés Guimaraens
¿El peor show de La Vela?
SC: Un día tocamos en un boliche en el 2000, en Argentina, en Villa Gessel, y tuvimos que empezar a tocar para cero personas, éramos teloneros de una banda, Villanos, y en el momento de empezar a tocar el dueño del boliche nos dijo “bueno, empiecen”, pero no había gente. Nosotros queríamos esperar a que entrara alguien, pero no. Empezamos a tocar para alguna de nuestras novias y para nuestro plomo, que se paró ahí adelante. Después terminó siendo interesante, porque las canciones empezaron a llamar a la gente que había venido a ver a la otra banda. Pero lo recuerdo como muy doloroso ese comienzo de show, con esa rabia de que el dueño nos obligó a empezar. Era eso o no tocar.
Embed - ¿Cuál fue el peor show de La Vela Puerca?
¿Qué fue lo más raro que les pasó en un show?
SC: Un día tocamos en un pueblo en Alemania, en la frontera con Polonia, y éramos teloneros de un show freak. Era un flaco, Crazy White, que tenía la mitad de la cara con bigote, barba, pelo largo, teñido de naranja, y la otra mitad de la cara pelado, sin nada. Y el loco hacía un show en el que se golpeaba, se engrampaba la frente con una engrampadora industrial, se clavaba un clavo, se colgaba una bola de bowling en sus partes íntimas. Prendía una amoladora, cortaba una chapa y se prendía un cigarro con todas las chispas saltándole a la cara. Eso fue una locura y nosotros éramos los teloneros de él. La verdad que eso fue raro.
AP: Tuvimos la suerte de participar en muchos festivales en Alemania, festivales muy grandes con bandas de renombre mundial. Un día tocábamos a las 2 de la tarde, empezamos a tocar y había 500 personas, 1000, y cuando terminamos el show había 20.000 personas viendo el show y agitando. Fue de las cosas más sorprendentes que nos pasó porque no éramos una banda conocida, entonces que tanta gente se arrimara a vernos y que tanta gente nos agitara y todo, a mí me quedó grabado. Y se podría marcar como raro. La gente se empezó a contagiar de la energía que teníamos, estábamos recontra copados, y claro, empezamos a ver que la gente se seguía acercando y acercando y nosotros “vamo’ arriba, vamo’ arriba” y terminamos prendidos fuego, y la gente enloquecida. Son cosas que no se olvidan.
Embed - ¿El show más raro de La Vela Puerca?
¿Cuál es la canción que más les gusta tocar en vivo?
SC: Siempre va variando, pero creo que hay una canción que ha atravesado la historia de la banda, y que siempre es un orgullo tocarla, o siempre te despierta la emoción de la primera vez que la tocaste, que es Llenos de magia. Es una canción que tiene un espíritu guerrero tremendo, la simpleza de su letra tiene un trasfondo increíble y creo que tiene un idioma particular y una comunión con la gente que hace que sea el tema icónico, más allá de Zafar, Va a escampar, Mi semilla, El viejo y un montón de canciones.
Embed - La Vela Puerca - Llenos de magia (DVD "Festejar para sobrevivir, 20 Años")
AP: A mí una canción que me emociona mucho es Para no verme más, que es una canción que tiene una letra que te emociona. Siempre es lindo tocarla. Los últimos años venimos poniéndola en la lista de temas porque es una canción que a la gente le gusta mucho también, es un momento del show que baja un poco, bajas la intensidad, y tiene una letra bellísima.
¿Cuál es la canción que tocan “obligados”, la que no pueden sacar del repertorio porque los matan?
AP: (risas) Hay varias también.
SC: Nosotros tenemos una canción que nos pasó por encima, que es El Viejo. En un momento la pusimos en el freezer, sobre todo porque la canción no se merecía que nosotros le faltáramos el respeto de aburrirnos de ella. Pero no nos sentimos obligados a tocar ninguna canción, sabemos que los shows de La Vela tienen dos componentes: uno, es que sabemos que hay canciones que no se pueden ir del show y que hay canciones que nosotros queremos tocar. No somos ni complacientes ni egoístas, entonces entendemos perfectamente ese juego y el rol que tienen las canciones. Entonces cuando a tu cabeza llega la información de “che, este tema, freezer”, lo sacamos y después vuelve nuevito o renovado. Y por ahí con El viejo nos pasó que en un momento dejamos de tocarla.
AP: Después nos dimos cuenta que es una canción que está buenísima. Claro, después de tocarla tantas veces en su momento, la naturalizás, y la dejás de hacer. No porque te deje de gustar la canción, sino que querés tocar otras cosas y seguís sacando discos nuevos, canciones nuevas y querés tocarlas también. Pero nos dimos cuenta de que es una canción que la gente está esperando que la toques. Entonces la volvimos a agregar en la lista y creo que no salió más.
SC: Tiene su sube y baja todavía (risas).
AP: Pero es tremenda canción, tiene una historia que es la que cuenta y es parte también de la historia de la banda.
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Foto: Inés Guimaraens
¿Estadio o sala chica?
SC: Yo sala chica, toda la vida. Hablo desde mi lugar, pero nosotros con Seba estamos declarados cantores y no cantantes. Nosotros contamos historias y para contar una historia tenés que tener a alguien adelante. A mí esa cosa de tener un millón de personas adelante me pone un poco nervioso. Más nervioso de lo que me pone tocar en vivo, salir y desnudarte un poco con tus letras. Entonces a mí no me gusta cerrar los ojos y cantar. No encuentro el sentido, lo encuentro en que alguien me esté mirando y agarrar una especie de conejillo de indias, una cosa de “a vos te estoy contando, mirame”. Y agarras a un loco que tiene la vena así, y a mí me prende fuego. Yo veo que esa historia está generando algo y trato de contagiarme de eso que por ahí puedo haber perdido después de cantar una canción durante 20 años. Necesito un cómplice para contar esa historia, y la cuento de forma más genuina en un lugar con mil personas, hasta con 5000, ponele, que es grande pero no es un estadio de 30.000. Entonces prefiero los lugares chicos.
AP: Yo también. Los dos tienen sus cosas lindas, porque en un lugar grande cuando ves esa masa de gente y cuando tocas esas canciones que la gente está esperando que toques y ves a todo el mundo saltando y moviéndose, también es increíble verlo. Pero lo que decía Seba, de la cercanía con el público, no se genera tanto en un lugar grande, porque la gente está un poco más lejos, hay vallados, y se genera también otra energía, el ida y vuelta entre el público y el intérprete es diferente, más dinámico, más eufórico que cuando estás en un lugar cerrado. Entonces creo que a la mayoría de los músicos si le preguntas te van a decir lo mismo, porque está buenísimo ver a un montón de gente, pero la energía que generás en un lugar chico se disfruta de otra manera. Porque también no sentís tantos nervios, me parece. Cuando llegas a un lugar y ves 10.000 personas, te genera más nervios, y en un lugar más chico estás más relajado y capaz que lo disfrutas un poco más.
Embed - La Vela Puerca: "La cercanía con el público no sé genera tanto en los lugares grandes"
Después de 30 años y un montón de experiencias, ¿Qué les pasa hoy cuando suena el primer acorde? ¿Qué se siente en ese momento?
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Alejandro Piccone y Sebastián Cebreiro de La Vela Puerca
Foto: Inés Guimaraens
AP: Si no te genera algo de nervios subirte al escenario hacé otra cosa. Yo creo que todos nos sentimos ansiosos, algunos más, otros menos, pero siempre se genera algo antes de subirte a tocar, ni que hablar cuando subís y ves a toda la gente ahí. Yo personalmente lo siento como una responsabilidad, toda esta gente vino a vernos, voy a dar lo mejor de mí, porque por algo están acá y están esperando algo positivo. Pienso mucho en eso de “bueno, vamos a hacer lo mejor y vamos para adelante”.
SC: Es un poco la liberación. Yo me sigo poniendo nervioso antes de tocar, siempre. Es un nervio sano, creo que es interesante sentir eso, convivo con eso como algo positivo. Cuando suena el primer acorde se distiende el asunto, ya el público está de tu lado (si es un toque propio), entonces es el momento que se destensa la cuerda. Ahí estás, ya ensayaste, las canciones ya las sabés, todo lo que puede pasar se supone que es para bien, entonces el primer acorde es lo que dice “relajate, ya llegaste”.