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25 de octubre 2024 - 19:34hs

Hubo un momento en el que la figura de la estrella de cine o el ídolo de la música eran inalcanzables. Una figura angelada con una vida totalmente impoluta y libre de los vicios de la vida de las personas de a pie. Bellas, acaudaladas, talentosas, inexorablemente perfectas.

Después de una temporada en la que vimos a los ricos (y los más ricos) pasar por todas sus desgracias en películas y series como El triángulo de la tristeza, The White Lotus o Succession, los famosos son nuestra nueva obsesión.

Después de ver todas las biopics producidas por las propias estrellas para contar sus historias, después de cientos de programas de telerrealidad que intentaron hacerlos humanos y acercarlos a los que los vemos del otro lado de la pantalla, después de los incontables documentales sobre su ascenso a la fama, las estrellas son ahora las víctimas de las historias de terror.

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El terror tiene eso: toma de la realidad para criticar nuestro miedos, nuestras inquietudes, nuestras obsesiones. Entonces, ¿por qué las celebridades?

De todo eso hablamos hoy en Doble Programa, con la participación de mis queridos Nico Tabárez y Ema Bremermann. Bienvenida, bienvenido. Póngase cómodo.

Piano Bar: hoy, Dillom

“Últimamente hay medio una tendencia de empatizar con la vida de los famosos y todo lo que eso conlleva”, escribió el rapero argentino Dillom en una reseña en esa red social que conecta cinéfilos que es Letterboxed.

Y tiene un punto. Ese punto es el punto de partida de esta newsletter y vale la pena empezarlo con la música de Dylan León Masa.

Su último disco, Por cesárea, se convirtió en una historia de terror a la vuelta de la esquina. Una ficción en la que un personaje humano y monstruoso se envuelve en un espiral de sangre, violencia y dolor.

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Dijo Dillom en una entrevista con la agencia española EFE: “Agarré mi propia historia, le cambié distintas partes, tomándome ciertas licencias, y me pregunté en el disco qué hubiese pasado si en este momento de mi vida, en este punto de mi historia, hubiese tomado la decisión incorrecta”.

Lo que podría haber pasado si. Hace un tiempo Nico Tabárez habló con él sobre los detalles del disco, los miedos, el proceso creativo y las películas que inspiraron su propia historia de horror. Lo leés acá.

Con canciones como Mi peor enemigo, una colaboración con Andrés Calamaro; y La carie, en la que Lali Espósito entra como una voz etérea y fantasmal; o un sample de María Elena Walsh en Plegaria Desvelada construye un universo de oscuridad por momentos asfixiante. Un álbum en el que, por ejemplo, se pone en la piel de un asesino que comete un femicidio para encarnar algo de lo peor del horror contemporáneo.

Dillom en Montevideo
Dillom en Montevideo

Dillom en Montevideo

Un disco que presentó en agosto en Sitio, en el Velódromo de Montevideo, con un show que hizo temblar el suelo y enloqueció a un montón de jóvenes que a pesar del frío saltaban unos sobre otros sin remera gritando cada una de las canciones. Si fuiste y lo querés recordar, o si es la primera vez que escuchás el nombre del artista, escribí algo de aquella noche que podés leer acá.

La Sustancia (o la promesa de la belleza eterna)

¿Qué harías si te ofrecen la oportunidad de volver a ser joven, bella y exitosa? La Sustancia, la película, dirigida por la francesa Coralie Fargeat que se puede ver en cines, es una experiencia plástica que lleva al espectador a límites bien conocidos (aunque no por eso menos efectivos).

Embed - LA SUSTANCIA | Tráiler Oficial | Septiembre 19 en cines

Me prometieron una película inquietante, tan aterradora que en otras partes del mundo la gente se iba de la sala o vomitaba ahí mismo, en las superficies alfombradas del cine o en el balde de pop. Pero no. Más que una repulsión, asco o miedo, La Sustancia me generó una sensación de entendimiento. Y me dio gracia. Mucha gracia. La sátira y la comedia que maneja la directora en medio de un delirio de cuerpos plásticos y podredumbre es justa para sentirse incómoda pero comprendida.

Quizás no hay mayor película de terror que la realidad. Por primera vez me vi ahí en el cine mirando algo que realmente sentía que me hablaba. A mí, una mujer de 30 años, en un rincón al sur del mundo. Porque la película resuena con la experiencia femenina.

Elisabeth Sparkle, interpretada por Demi Moore, es una famosa instructora de aeróbicos que lleva décadas en la televisión mostrando a los televidentes cómo conseguir un cuerpo escultural. Pero a los 50 años ya nada es lo mismo, al menos para el gerente de la cadena en la que trabaja. Un hombre, entre otro montón de hombres blancos y viejos de trajes negros que engrosan sus bolsillos con su imagen. Pero esa imagen, la de una mujer hermosa pero madura, ya no les sirve.

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"Toda la vida la pasamos atemorizados por las mutaciones del cuerpo. Especialmente las mujeres. Nos pasamos buena parte de la vida estudiando cómo mejorarlo, cómo cambiarlo, cómo hacerlo fuerte... En realidad, es como si quisiéramos escapar de él. La humanidad se define por su culto a un cuerpo al que adoramos y, sin embargo, no podemos nunca controlar del todo", dijo su directora a El Mundo. Y es esa falta de control la que secuestra al espectador en la sala de cine.La solución: la sustancia. Un paquete de buen marketing de boca a boca y pobres instrucciones que activa la multiplicación de las células. El resultado será una versión nueva, más bella, más joven, más talentosa interpretada por Margaret Qualley.

Una película –que se puede ver en cines y el próximo 31 de octubre se estrena en Mubi– con referencias a los grandes cultores del cine, particularmente del género de terror y suspenso, que pone en la pantalla la opresión del canon de belleza y el privilegio de las personas hermosas, pero también sobre la industria del entretenimiento.

El sufrimiento de la celebridad, el detrás del nombre en la estrella del paseo de Hollywood que pelea contra el olvido de la industria mientras se pincha día tras día para seguir siendo, de alguna forma, relevante. Pobres estrellas. Tabárez también escribió al respecto después de verla y lo podés leer en esta nota.

Anteriormente Fargeat había hecho Reality+, un corto con el mismo espíritu que la sustancia en el que un hombre (Vincent Colombe) se implanta un chip que lo hace ver una realidad paralela en la que es musculoso y de rasgos angulares, y que vive en el backstage de un desfile de Victoria's Secret.

Sin embargo, solo puede ser hermoso durante 12 horas. Y, por supuesto, intentará desafiar el esquema temporal, ateniéndose a las consecuencias. Se puede ver en Prime Video (y también en YouTube).

En la vuelta

  • Música – Desde España llega Bambikina y se presenta junto a Fulana de Val el próximo 8 de noviembre en la Sala Blanca Podestá de Agadu con entrada libre.
  • Cine Agarrame fuerte, la ficción uruguaya dirigida por Ana Guevara y Leticia Jorge, se puede ver en Cinemateca y Life Cinemas. Un retrato entrañable sobre la relación de dos amigas que llega al cine como ganadora de un premio en el festival de Tribeca, y una de las pocas ficciones nacionales del año.

  • Teatro Mariano Tenconi Blanco dirige Madre Ficción, una obra de teatro creada para el elenco de la Comedia Nacional en la que atraviesa un siglo de literatura nacional y la eternidad de un vínculo personal: eso que implica la maternidad. Las entradas salen $500 (o $300 para las funciones de los jueves) y están a la venta acá o en la boletería del Teatro Solís.
  • Lanzamientos El Cuarteto de Nos, que se presentará en el Antel Arena con dos fechas en noviembre, acaba de lanzar dos adelantos de su próximo disco: El perro de Alcibíades y Cara de nada. Dos canciones que sostienen la crítica a una sociedad sobrestimulada y saturada.

El precio de la fama

*Escribe Nicolás Tabárez

Como dijo Dillom, el tema de “pobrecitos los famosos” está en el aire. El fenómeno además cruza fronteras y repica en distintos países: la responsable de La sustancia es francesa, y el cómic/serie animada japonesa Oshi no ko, empieza contando la historia de una cantante que es asesinada por un fan, lo que lleva a que sus hijos gemelos busquen seguir un camino en el mundo del espectáculo nipón para encontrar a los responsables verdaderos del crimen desde adentro, en una historia que tiene algunos toques sobrenaturales pero también es un análisis y una crítica a la exigente y brutal cultura industrial del entretenimiento del país.

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Mientras tanto, en el cine tenemos ahora también la película Sonríe 2, otra historia de terror que también está protagonizada por una estrella, en este caso del mundo de la música. La primera película, que se ve en Netflix, remixa con buen tino algunos clásicos gestos y giros del terror, para más allá de los sustos hablar sobre el trauma, cómo se heredan y el peso que tienen en la psiquis.

Esta segunda parte, aunque ofrece más o menos la misma historia y los mismos recursos narrativos que la primera (algunos funcionan más que otros), agrega a través de su protagonista Skye Riley (Naomi Scott) reflexiones sobre la fama, la presión y la exposición que la hacen interesante también en la construcción de su protagonista.

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Después en la ejecución hay giros muy buenos y otros que se ven venir a kilómetros, pero el resultado final es sólido. Aunque no me fascinó como sí le pasó a nuestro amigo y superior jerárquico Emanuel Bremermann, que vertió estos conceptos sobre Sonríe 2:

Estrella del pop o reina del terror

*Escribe Emanuel Bremermann

Uno piensa que exponerse a películas nefastas no tiene ninguna incidencia, pero es mentira: haber visto la espantosa última película de M. Night Shyamalan, La trampa, casi me destruye la posibilidad de sentarme en una butaca de cine a ver Smile 2 —acá, titulada Sonríe 2. ¿La razón? Ambas inyectan los tropos del terror a la industria de la música pop.

La primera va por los asesinos seriales; la segunda, la que de verdad vale la pena, prefiere hurgar en clave gore y paranormal los estragos de la ansiedad desmedida, el peso de la fama y el trauma de la exposición sin fin. Pensé que mi sanidad mental no iba a poder aguantar otro despropósito ambientado en esos paisajes estroboscópicos y prefabricados del pop, pero por suerte me animé a someterme al riesgo: Smile 2 es un peliculón.

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No importa demasiado entender la lógica detrás de esta película, que está en cines actualmente y es, claro, por algo tiene ese 2 al final, una secuela de Smile (2022), que estaba bien pero no era nada del otro mundo.

Importa saber que a una estrella del mundo de la música simil Dua Lipa la empieza a seguir una especie de bicho que se camufla en su realidad y que durante una semana la infecta, la desquicia y al final la quiere matar, para luego encontrar un nuevo huésped.

Importa también saber que el universo que inventó el director Parker Finn se enriquece mucho respecto a la primera entrega, que su protagonista —Naomi Scott— se recibe de scream queen y se merece un montón de premios, que está entre lo mejor del terror del 2024, que carga sustos tremebundos, imágenes grotescas, está filmada de forma impresionante y, a mí, sentado en un cine casi vacío de Montevideo un miércoles Día del Periodista con otras tres personas, me dio muchísima alegría y fe en que, después de todo, en esta era de fordismo cinematográfico e inteligencia artificial desbocada, hay espacio para sagas nuevas, frescas y, por supuesto, horroríficas.

Hasta acá, este Doble Programa. Recordá que podés escribirme acá, con dudas, sugerencias y comentarios. También podés hablar con Nico Tabárez si escribís a esta dirección.

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