“I wish I could be that happy. Pace yourself, it’s a long show”. Tom Chaplin señala a un hombre en la cima de la felicidad. Un hombre que esperó durante años ese momento y estaba ahí, en el medio del campo de fanáticos con los ojos brillantes después de escuchar en vivo a Keane en Montevideo.
Y es que ese fue el paso de Keane por Uruguay: una inyección de energía, una dosis de alegría, un momento de comunión. El esperado encuentro de los fanáticos con la banda británica, la concreción de un deseo de 20 años. “Nuestro primer concierto en Montevideo, en Uruguay. Yes!", dice el vocalista en medio de un escenario en un español que, advierte, "no es muy bueno". "Es asombroso, nunca habría soñado que estaríamos tocando para tanta gente en nuestro primer concierto en este país maravilloso”, agrega.
Con una ciudad dibujada a sus espaldas y la banda desnuda de artificios en el centro del escenario, parecen cantar sobre una azotea en alguna parte del mundo. Una ilusión de libertad, o la prueba irrefutable de que la música no necesita de grandes despliegues visuales para una actuación memorable sino canciones que hagan sentir algo. Tom Chaplin, vocalista y guitarrista; Tim Rice-Oxley, compositor y tecladista; Richard Hughes, en la batería; y Jesse Quin en el bajo desbordan el espacio con una presencia enérgica sobre el escenario.
Can't stop now abrió las dos horas de show en las que la banda lideró el camino entre canciones que marcaron a una generación. En inglés, y con algunos intentos de practicar su español, el vocalista de Keane habló con los uruguayos sobre su primera visita al país. Y, especialmente, les agradeció por estar allí en más de una oportunidad.
“Antes de llegar a un país por primera vez lo buscas en Wikipedia: Uruguay. Son un país muy exitoso. ¡Wow! Muy impresionante”, dijo Chaplin, en una afirmación que a las puertas de la definición electoral generó reacciones inquietas entre el público.
“Pero estar realmente aquí, experimentarlo… hemos estado unos días en Montevideo y ha sido hermoso. Gracias por hacernos sentir tan bienvenidos. Les pido disculpas, especialmente a tí, de que nos haya tomado 20 años venir. Esta es una canción de Hopes and Fears para ustedes, especialmente para usted señor", dice señalando a hombre feliz.
El 10 de mayo de 2004 salía a la venta Hopes and Fears, el álbum debut de Keane y la llave del éxito para la banda británica, con el que se instaló en los rankings y cerró un largo período de exploración que había comenzado en 1995 con su formación. Lo que vendría después sería el sabor del éxito.
Dos décadas pasaron. Niños nacieron y se volvieron adultos escuchando sus canciones, enamorados se dedicaron sus letras en votos matrimoniales o en alguna arriesgada reconquista, se volvieron la banda sonora de vidas y ficciones, Keane se separó y se volvió a juntar.
Finalmente la banda de East Sussex pisó suelo uruguayo con una celebración de aquel disco que incluye canciones que se consagraron como himnos de la década de los 2000 como Somewhere Only We Know y Everybody's Changing. La gira, llamada Keane20, es una celebración y así se siente esta noche en Montevideo. El regreso al inicio, con el entusiasmo de las primeras veces y la experiencia de un puñado de músicos avezados en esto de llenar salas, teatros y estadios.
Silenced by the night, Bend y break, Eyes open, Nothing in my way. Enfrentarse a las expectativas acumuladas durante décadas no debe ser fácil, pero Keane superó la prueba con maestría y un repertorio de éxitos, una cercanía honesta y la privilegiada voz de Chaplin, que se ha convertido en una marca registrada con un sello de calidad.
Entre canción y canción se establece un diálogo cercano, sencillo y amoroso que refuerza la sensación esperanzadora de las canciones de Keane, esa que viene justo detrás de la melancolía de su música. “Es realmente maravilloso poder venir y compartir nuestra música en un lugar nuevo, especialmente ahora que hemos crecido un poco como banda, realmente apreciamos y valoramos cada momento que tenemos para conocer nuevos fans y tocar para gente en nuevos lugares, así que esto es muy especial”, cuenta Chaplin.
Spiralling, Disconnected, The way I feel, You are Young. Un hombre en sus 30 años le pasa el brazo sobre el hombro a su padre, un señor canoso que guarda sus manos en los bolsillos, mientras cantan juntos con una expresión de felicidad cuando las luces les iluminan las caras.
Al mismo tiempo que tocaba Franz Ferdinand, y horas después del último show de The Kooks, la energía de Keane atraviesa el Antel Arena en una noche marcada por la música británica en Montevideo. Desde la melancolía de Everything is changing a la intimidad y ternura de Hamburg Song, con un Antel Arena iluminado por los flashes de los celulares y la bandera de Uruguay desplegada sobre el escenario, hasta la potencia arrasadora de Bend and break que parece elevar al público.
Esta noche es marcada por el encuentro, pero también por la promesa del regreso: "Tenemos que volver. Cada vez que volvamos a Latinoamérica vamos a tener que volver a Uruguay”.
This is the last time, el noveno track de Hopes and Fears pero la primera canción que Tim Rice-Oxley compuso para Keane, se convirtió en un quiebre para la banda de jóvenes músicos.
Keane en Antel Arena
Mauricio Rodríguez / @maurirod.uy
“Cuando lanzamos Hopes and Fears hace 20 años, creo que éramos demasiado jóvenes, demasiado ingenuos, para realmente entender lo que estaba pasando; así que volver a revisar el álbum tantos años después, hacer nuevos amigos y ver lo mucho que las canciones siguen significando para la gente nos llena de una verdadera sensación de felicidad y es genial estar en este escenario disfrutándolo todo”, confesó Chaplin.
Cristal Ball y Somewhere only we know, se suceden en uno de los momentos más aceleradores de la noche. Una mujer levanta una muleta y la agita mientras se apoya en una sola pierna, un hombre lleva los brazos al aire, dos niños miran a sus padres como si fuera la primera vez y ellos ahí: bailando entre la gente.
Keane pasa por el Antel Arena dejando a su paso una sensación de plenitud. Una experiencia emocionante, que se desvanecerá luego hasta convertirse en un recuerdo que visitar hasta que regresen.
In your own time, We might as well be strangers y Sovereign Light Café se acercaron al final. “Tenemos una canción más pero prometemos que nos volveremos a ver muy pronto, Montevideo”, dice el cantante como una promesa de una segunda parte. Bedshaped cerró dos horas de música, baile y algunas lágrimas. "As a way of saying gracias" la banda le dedicó su última canción a ellos, "the good people of Montevideo".